No hace muchos días el director de un prestigioso periódico de Barcelona se lamentaba amargamente por el hecho que el proceso soberanista catalán estaba acelerando la marcha, en su opinión incomprensiblemente. "No deja de ser chocante que la primera reunión amplia que convoca el Gobierno (de la Generalitat).... no tenga relación con la lucha contra la crisis económica y la búsqueda de un gran acuerdo para intentar llegar a pactos en esta materia", se dolía desconsoladamente. Mencionaba los 900.000 parados catalanes, y reclamaba la actuación de la Generalitat en busca de amplios acuerdos, "con audacia, pero también con prudencia inteligente". Naturalmente, exigía la prevalencia del tema económico sobre el soberanismo, el cual venia a considerar como extemporáneo, incluso un tema prescindible en la actual situación socio-política de Catalunya.
No hace falta decir que el periódico en cuestión es La Vanguardia y el afligido periodista, su director José Antich. No resultan extraños los lamentos que surgen desde el diario barcelonés (monárquico y regionalista por antonomasia). Parece que su misión primordial en esta vida pasa por promover, cultivar y estimular la unidad incondicional entre Catalunya y España por encima de cualquier otra consideración y circunstancia. No resulta extraño, pero es realmente triste. Puesto que utiliza la tragedia del desempleo, los recortes del estado de bienestar y la crisis económica y social que sufre la ciudadanía, para combatir la única causa que despierta esperanza e ilusión entre los catalanes: la independencia. Y además, contrapone lucha contra la crisis a soberanismo, como si ambas cuestiones no estuvieran íntimamente relacionadas. Y después de la diatriba anti-soberanista, aboga por el diálogo, los pactos y acuerdos con el Gobierno de España.
Para desgracia del tercer Conde de Godó y sus muchachos, el partido popular y el presidente Rajoy prosiguen imperturbablemente su cruzada contra el libre ejercicio de la democracia en Catalunya.... ¡Todo lo que teje la Santa Alianza durante el día, lo destejen los cavernarios por la noche!. Como si de Penélope se tratara, en espera del regreso de Odiseo, rey de Ítaca. Así pues era previsible el recurso presentado por el Gobierno de España ante el Tribunal Constitucional, sobre la Declaración de Soberanía aprobaba por amplia mayoría por el parlamento catalán. La admisión a trámite por parte del TC trae como consecuencia la suspensión automática de la misma. Recordemos que propugna el diálogo y los pactos entre Catalunya y España. Una declaración eminentemente política efectuada por los parlamentarios en ejercicio de la libertad de expresión, y en última instancia en el uso de la soberanía inherente a cualquier parlamento de un estado democrático. Por todo ello, resulta patético que mientras desde La Vanguardia se recomienda diálogo, audacia y prudencia al gobierno del señor Mas, la prensa madrileña celebre jubilosamente que los magistrados del Alto Tribunal hayan cometido la imprudente temeridad de pisotear y violentar una vez más -como hicieran con el Estatut aprobado previamente en referéndum-, una decisión escrupulosamente democrática tomada libremente por los representantes políticos catalanes. Un requerimiento presentado a instancias del partido más nacionalista que existe en España: el Partido Popular. Con el cual parece imposible dialogar y mucho menos pactar cualquier tipo de acuerdo.
Además, la capacidad que tiene la Generalitat para incidir en las políticas laborales -y económicas en general- es más bien escasa. ¿O acaso no están en manos del Gobierno de España?. ¿Y la política fiscal, de quien depende?. ¿Y la relaciones con la UE, la cual masacra a los PIGS, depende tal vez de Catalunya?. ¡La Santa Alianza quiere descargar sobre el gobierno del señor Mas la responsabilidad de una situación que depende fundamentalmente del gobierno conservador (PP) de España y de la Unión Europea!.... ¿Porqué creen que cada vez más ciudadanos catalanes se apuntan a la independencia?. ¡Pues para que Catalunya tenga en sus manos los instrumentos necesarios para combatir la crisis con esperanza de éxito!.
El Partido Popular no está para cuentos. Sus cuitas nada tienen que ver con diálogo, pactos o acuerdos. Ni con los principios democráticos universalmente aceptados. Tampoco tienen que ver con el sentido común. Le basta el manido ordeno y mando, de uso -y abuso- habitual entre las jerarquías hispanas. Aunque ello conlleve hacer el ridículo o poner en entredicho sus lábiles convicciones democráticas. Por ejemplo, el Portal Oficial Estudiar en España -web universitaria del Estado- proclama ufanamente que en España existen cuatro lenguas cooficiales además del castellano. A saber: euskera, gallego, catalán y... ¡valenciano!. Esto es, como si en España la lengua oficial recibiera el nombre de castellano, y además andaluz en Andalucía, madrileño en Madrid, cántabro en Cantabria o melillense en Melilla.... O argentino, mexicano, chileno, uruguayo, peruano o cubano, a nivel mundial. Por no hablar de otros dominios lingüísticos, por ejemplo el gibraltareño, en el británico Peñón del cual toma el nombre... Todo aquello que sirve para agredir la unidad de la lengua catalana -al catalanismo en general-, es utilizado impúdicamente por los populares, sin vergüenza ni recato alguno.... Incluso si se tercia, se inventa un idioma nuevo, se promueve una ley, se vota en un parlamento regional y se violentan los avales pedagógicos, universitarios y científicos, y los principios democráticos al uso, como signo de suprema auto-afirmación de hispanidad. Tales son el caso del lapapyp -lengua aragonesa propia de las áreas pirenaica y pre-pirenaica-, y el lapao -lengua aragonesa propia del área oriental-. Y así, se ahorran reconocer que en Aragón también se habla catalán. Igualmente puede utilizarse directamente el poder judicial. Por ejemplo, dictando una sentencia que obliga a la administración educativa catalana a cambiar la lengua vehicular en una clase, a petición de un alumno hispano-hablante -en realidad, el padre-, e imponer el castellano al resto de alumnos del aula....¡Voilà!. ¡Vive la démocratie!. En el mismo portal universitario de marras, en un alarde de erudición y conocimientos culinarios menciona el pan con tomate como receta tradicional de la que define como zona del Mediterráneo de temperaturas cálidas. Es decir, Catalunya. Y como guinda a tanto disparate, se fabrica un reportaje televisivo que acusa a los soberanistas catalanes de manipular eufemísticamente la lengua para imponer un supuesto totalitarismo innato en los catalanistas. Como si de Hitler o Stalin se tratara. Indudablemente, la viga en ojo nacionalista español impide ver la realidad de lo que realmente está sucediendo a su alrededor y los desvaríos que cometen.
Ni el mismísimo Valle-Inclán hubiera imaginado un ejemplo más veraz para definir lo que es un esperpento.... ¡ Esperpento sois vosotros!. Por ejemplo, Monago, Cospedal, Rudi, Montoro y otros políticos peperos (pero no solo peperos). También algunos supuestos periodistas, bien cavernarios, bien aliancistas. Así mismo esperpetean algunas señeras instituciones hispanas, Altas, Medias e incluso Bajas. Públicas o privadas. En realidad, el mundo nacional-españolista gusta deformar sistemáticamente la realidad recargando los rasgos más grotescos y haciendo más patente la faceta más absurda, disparatada y extravagante de las personas, países y cosas. Y si esta realidad afecta a la sagrada unidad de la patria española y además, se refiere a Catalunya, se produce la sublimación del ridículo: el esperpento catalanofóbico.
No hace falta decir que el periódico en cuestión es La Vanguardia y el afligido periodista, su director José Antich. No resultan extraños los lamentos que surgen desde el diario barcelonés (monárquico y regionalista por antonomasia). Parece que su misión primordial en esta vida pasa por promover, cultivar y estimular la unidad incondicional entre Catalunya y España por encima de cualquier otra consideración y circunstancia. No resulta extraño, pero es realmente triste. Puesto que utiliza la tragedia del desempleo, los recortes del estado de bienestar y la crisis económica y social que sufre la ciudadanía, para combatir la única causa que despierta esperanza e ilusión entre los catalanes: la independencia. Y además, contrapone lucha contra la crisis a soberanismo, como si ambas cuestiones no estuvieran íntimamente relacionadas. Y después de la diatriba anti-soberanista, aboga por el diálogo, los pactos y acuerdos con el Gobierno de España.
Para desgracia del tercer Conde de Godó y sus muchachos, el partido popular y el presidente Rajoy prosiguen imperturbablemente su cruzada contra el libre ejercicio de la democracia en Catalunya.... ¡Todo lo que teje la Santa Alianza durante el día, lo destejen los cavernarios por la noche!. Como si de Penélope se tratara, en espera del regreso de Odiseo, rey de Ítaca. Así pues era previsible el recurso presentado por el Gobierno de España ante el Tribunal Constitucional, sobre la Declaración de Soberanía aprobaba por amplia mayoría por el parlamento catalán. La admisión a trámite por parte del TC trae como consecuencia la suspensión automática de la misma. Recordemos que propugna el diálogo y los pactos entre Catalunya y España. Una declaración eminentemente política efectuada por los parlamentarios en ejercicio de la libertad de expresión, y en última instancia en el uso de la soberanía inherente a cualquier parlamento de un estado democrático. Por todo ello, resulta patético que mientras desde La Vanguardia se recomienda diálogo, audacia y prudencia al gobierno del señor Mas, la prensa madrileña celebre jubilosamente que los magistrados del Alto Tribunal hayan cometido la imprudente temeridad de pisotear y violentar una vez más -como hicieran con el Estatut aprobado previamente en referéndum-, una decisión escrupulosamente democrática tomada libremente por los representantes políticos catalanes. Un requerimiento presentado a instancias del partido más nacionalista que existe en España: el Partido Popular. Con el cual parece imposible dialogar y mucho menos pactar cualquier tipo de acuerdo.
Además, la capacidad que tiene la Generalitat para incidir en las políticas laborales -y económicas en general- es más bien escasa. ¿O acaso no están en manos del Gobierno de España?. ¿Y la política fiscal, de quien depende?. ¿Y la relaciones con la UE, la cual masacra a los PIGS, depende tal vez de Catalunya?. ¡La Santa Alianza quiere descargar sobre el gobierno del señor Mas la responsabilidad de una situación que depende fundamentalmente del gobierno conservador (PP) de España y de la Unión Europea!.... ¿Porqué creen que cada vez más ciudadanos catalanes se apuntan a la independencia?. ¡Pues para que Catalunya tenga en sus manos los instrumentos necesarios para combatir la crisis con esperanza de éxito!.
El Partido Popular no está para cuentos. Sus cuitas nada tienen que ver con diálogo, pactos o acuerdos. Ni con los principios democráticos universalmente aceptados. Tampoco tienen que ver con el sentido común. Le basta el manido ordeno y mando, de uso -y abuso- habitual entre las jerarquías hispanas. Aunque ello conlleve hacer el ridículo o poner en entredicho sus lábiles convicciones democráticas. Por ejemplo, el Portal Oficial Estudiar en España -web universitaria del Estado- proclama ufanamente que en España existen cuatro lenguas cooficiales además del castellano. A saber: euskera, gallego, catalán y... ¡valenciano!. Esto es, como si en España la lengua oficial recibiera el nombre de castellano, y además andaluz en Andalucía, madrileño en Madrid, cántabro en Cantabria o melillense en Melilla.... O argentino, mexicano, chileno, uruguayo, peruano o cubano, a nivel mundial. Por no hablar de otros dominios lingüísticos, por ejemplo el gibraltareño, en el británico Peñón del cual toma el nombre... Todo aquello que sirve para agredir la unidad de la lengua catalana -al catalanismo en general-, es utilizado impúdicamente por los populares, sin vergüenza ni recato alguno.... Incluso si se tercia, se inventa un idioma nuevo, se promueve una ley, se vota en un parlamento regional y se violentan los avales pedagógicos, universitarios y científicos, y los principios democráticos al uso, como signo de suprema auto-afirmación de hispanidad. Tales son el caso del lapapyp -lengua aragonesa propia de las áreas pirenaica y pre-pirenaica-, y el lapao -lengua aragonesa propia del área oriental-. Y así, se ahorran reconocer que en Aragón también se habla catalán. Igualmente puede utilizarse directamente el poder judicial. Por ejemplo, dictando una sentencia que obliga a la administración educativa catalana a cambiar la lengua vehicular en una clase, a petición de un alumno hispano-hablante -en realidad, el padre-, e imponer el castellano al resto de alumnos del aula....¡Voilà!. ¡Vive la démocratie!. En el mismo portal universitario de marras, en un alarde de erudición y conocimientos culinarios menciona el pan con tomate como receta tradicional de la que define como zona del Mediterráneo de temperaturas cálidas. Es decir, Catalunya. Y como guinda a tanto disparate, se fabrica un reportaje televisivo que acusa a los soberanistas catalanes de manipular eufemísticamente la lengua para imponer un supuesto totalitarismo innato en los catalanistas. Como si de Hitler o Stalin se tratara. Indudablemente, la viga en ojo nacionalista español impide ver la realidad de lo que realmente está sucediendo a su alrededor y los desvaríos que cometen.
Ni el mismísimo Valle-Inclán hubiera imaginado un ejemplo más veraz para definir lo que es un esperpento.... ¡ Esperpento sois vosotros!. Por ejemplo, Monago, Cospedal, Rudi, Montoro y otros políticos peperos (pero no solo peperos). También algunos supuestos periodistas, bien cavernarios, bien aliancistas. Así mismo esperpetean algunas señeras instituciones hispanas, Altas, Medias e incluso Bajas. Públicas o privadas. En realidad, el mundo nacional-españolista gusta deformar sistemáticamente la realidad recargando los rasgos más grotescos y haciendo más patente la faceta más absurda, disparatada y extravagante de las personas, países y cosas. Y si esta realidad afecta a la sagrada unidad de la patria española y además, se refiere a Catalunya, se produce la sublimación del ridículo: el esperpento catalanofóbico.
Pero de que te quejas, o el valenciano es valenciano o el catalan es castellano mal hablao o dialecto. Llamalo como quieras.
ResponElimina¡Ja, ja, ja...!. Como broma no está mal.... Por lo que veo, has estudiado el latino-americano de la mano de la consejera de Educación aragonesa. Lo siento.
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