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dissabte, 26 de gener del 2013

¡DANZAD, DANZAD, MALDITOS!.

Cuando una persona, o un grupo, o una institución pública, privada o mixta, se auto-define como demócrata, defiende una constitución, vota en unas elecciones libres y proclama la prevalencia del Estado de Derecho, diríase que estamos ante una realidad con sólidos principios democráticos. Pero cuando todas estas virtudes, nobles y envidiables, se utilizan para soslayar la voluntad popular, para reconducir anhelos y esperanzas hacia el marasmo y la frustración o dinamitar legitimidades y compromisos políticos, culturales y económicos ajenos por el mero hecho de no ser los propios, nos hallamos ante los más abominables y abyectos comportamientos absolutamente anti-democráticos e incuestionablemente  ilegítimos que la historia haya conocido. Estas son las nefastas actitudes que el conjunto del nacional-españolismo está exhibiendo en el contencioso catalán.

El proceso iniciado desde Catalunya causa en las Españas estupor y rabia. Allá donde los catalanes vemos esperanza, España percibe angustia. Lo que para nosotros es un futuro de esfuerzo y dificultades pero también de libertad y prosperidad, el nacionalismo español interpreta un porvenir  irritante y cargado de agresividad, recelo y temor.

La vertiente política de este proceso está protagonizada de parte española por el Gobierno de Rajoy, el partido conservador que lo sustenta y la oposición presuntamente socialista. Desde Catalunya, por el Govern de Artur Mas, CiU y ERC. Las opuestas estrategias que utilizan ambos bandos semejan un obsceno baile de máscaras, de gentes con el rostro oculto tras grotescas caretas o cubierto por antifaces, que lucen estrafalarias y trasnochadas vestimentas, mientras cambian abrupta y continuamente la coreografía de la danza al tiempo que, de vez en cuanto, dan ostensibles y dolorosos pisotones e incluso contundentes patadas a la pareja de baile. Tan embelesados están que apenas siguen el ritmo de la música que la orquesta toca incansablemente.... Mientras, los servidores del salón de baile se esfuerzan en atender las necesidades de los danzarines. Ahora sirven canapés y bebidas a sus amos; acto seguido van a buscar un chal para cubrir trémulos hombros desnudos, para proseguir ofreciendo lumbre o susurrando mensajes, verdaderos o falsos, coartadas o cotilleos, a oídos de los emperifollados y alegres bailarines. Y todos, danzarines, criados, amos y señores continúan la fiesta, siempre dispuestos a vivir y disfrutar al son de la música.....¿Que está sucediendo?. ¿Que música suena en la fiesta?. ¿Cual es el protagonismo de la orquesta?. Y los músicos, ¿qué papel juegan en este enrevesado culebrón musical?.

El nacional-españolismo utiliza las ratas que viven y trabajan en las cloacas del Estado, para destruir el elenco catalán del drama que se está representando. Los protagonistas españoles cubren pudorosamente sus vergüenzas, con chales fabricados por fieles lacayos a base de informes espurios, de dudosos orígenes, trufados de habladurías, rumores, insinuaciones, medias verdades y absolutas mentiras. Posteriormente los filtran a los propagandistas y pregoneros, también conocidos como inquisidores generales y estos, con notable habilidad en la confección de pasquines, construyen obscuras tramas de corrupción que casualmente, afectan a relevantes personalidades soberanistas catalanas. Las cuales, ¡oh, cielos!, todas ellas resultan ser corruptas. En consecuencia, deben ser liquidadas sin importar ni el como, ni el cuando, ni el porqué. Los panfletos publicitados por los voceros, presumen que la corrupción catalana es de tal entidad que hace que la española, de ayer, de hoy y de siempre, empequeñezca hasta la invisibilidad. Ni Gürtel, ni Camps, ni Mata, ni Fabra, ni el caso Nóos, ni Baltar, ni Pokemón, ni Campeón, ni ERE's andaluces, ni Tamayazo, ni BANKIA, ni Naseiro... ¡Nada, en absoluto!. Nada es comparable a lo que ocurre en Catalunya; que ha osado iniciar un proceso soberanista para tapar sus históricas corruptelas, proclaman escandalizados. Por cierto, ¿la corrupción catalana es ajena a la española o es consecuencia de ella?. ¡Enfin....!. Prosigamos. Otros leales siervos se encargan de transformar los mensajes, rumores y cotilleos en tenues argumentos pseudo-jurídicos con los cuales chantajear, amenazar y judicializar a indefensos ciudadanos que osaron transgredir el ordenamiento jurídico-económico-político de la España imperial, eterna y petrificada. Como es natural, las personalidades catalanas acusadas, condenadas y ya ejecutadas, se preguntan: ¿Porqué me ocurre a mí?. ¿Qué he hecho yo para merecer esto?..... ¡Haber desafiado a España con la independencia de Catalunya!, responde una atronadora voz con marcado acento gallego. Lo terrible es que parece que los inquisidores solo actúan cuando sus intereses políticos y económicos se ven amenazados. Nunca lo hacen por afán de justicia.

Es comprensible que ante tal proceder, algunos de los políticos que han merecido la atención de las gordas ratas de cloaca españolas, se sientan acosados y amenazados; solo se libran los pusilánimes.  Las vidas de los soberanistas han pasado a formar parte de imaginario más amarillo del periodismo hispano. Esposas e hijos, padres y madres -vivos o muertos-, familias enteras son sometidas a escarnio público. Confesos, convictos y ajusticiados, antes de ser imputados e investigados oficialmente. Juzgados y condenados preventivamente, por si acaso... Cualquier minucia, desliz, indiscreción, conversación... todo es publicado, valorado, sobredimensionado y utilizado como prueba de cargo de supuestos delitos. Aparecen sórdidos testigos con ánimos de venganza y ex-amantes despechadas que curiosamente, ponen en conocimiento de impúdicos plumillas ávidos de sangre, mil y una patrañas que sirven para alimentar el morbo y los beneficios de la prensa troglodítica.  Por supuesto, cuando un  juez o un fiscal deciden no prestar la debida atención a tal cúmulo de frágiles pruebas y desacreditados testigos, o se permiten exigir explicaciones a los aprendices de brujo -de fiscal o juez- que tanto abundan en la capital del Reino, resultan convenientemente apercibidos por la superioridad... para que depongan su actitud. Cuando un depredador hace presa, no la suelta hasta matarla, dice un viejo adagio popular. En tales circunstancias, Mas y la familia Pujol tienen los días contados. Las ratas habrán hecho su trabajo y los malditos culpables de la deriva soberanista, pasarán a formar parte de la galería de trofeos cobrados en innobles e injustos lances, sostenidos por el bien y la unidad de España... Salvo que la Justicia al fin resplandezca.

Sin embargo, el independentismo no remite. ¿Habrán equivocado nuevamente la pieza a cobrar?. Eso parece. Las hordas de ratas, inquisidores y justiciadores no han logrado detener la marea soberanista catalana. Por tanto, después de un sesudo análisis de la situación, deciden que la causa de esta supervivencia no es otra que -como dijo en su día el inefable ministro Wert- la falta de españolismo de los niños catalanes. Y el Jefe del Estado decide que también la prensa barcelonesa es insuficientemente pro-unionista, por lo que procede a españolizar al periódico más importante (hasta la fecha) de Catalunya: La Vanguardia. Y con la mayor naturalidad, presiona, recrimina y conmina al editor, que para más inri es Grande de España, por alimentar el independentismo. Según el digital eldiario.es, después de una larga y extraordinariamente tensa charla entre el Rey y el Conde, el de Godó fue hospitalizado..... Me temo que han vuelto a errar el tiro. ¿Existe algún mortal, español o catalán, que pueda creer que el editor  Javier Godó, conde de Godó, Grande de España, está a favor de la independencia de Catalunya?. ¡Por Dios bendito!. ¡Qué desvarío!. Acusar a La Vanguardia, emblema de La Santa Alianza, paladín de la monarquía y adalid regional-autonomista como defensor del independentismo catalán, es como si Juan Carlos I fuera acusado de ser republicano. ¡Puro delirio de las desnortadas élites dirigentes madrileñas!.

¡Danzad, danzad, malditos!. Mientras dan piruetas y saltitos, y giran y se retuercen sobre sí mismo, al tiempo que cantan los amargos y tristes versos de la corrupción catalana y amagan la española; mientras toman entre sus aguerridos brazos a presuntos culpables (inocentes) y los pisotean y machacan como si fueran racimos de uva a pies de un viticultor, que intenten seguir el ritmo de la música. La orquesta, es decir, los catalanes, seguimos interpretando la melodía de un suave vals, mientras ellos, los nacionalistas españoles se mueven al ritmo del hip hop. Malgastan fuerzas y neuronas inútilmente y vociferan hasta atragantarse. Desperdigan recursos intelectuales mientras fabulan historias imposibles.... ¡Danzad, ilusos, danzad!. Que nosotros continuaremos tocando una dulce balada, incluso después que los exhaustos se desplomen pesadamente sobre el frío suelo de la realidad de Catalunya: la próxima e inevitable independencia.
    



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