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divendres, 9 de novembre del 2012

MANIFIESTOS INSULSOS Y FRÁGILES PRINCIPIOS

La campaña contra el soberanismo catalán arrecia despiadadamente. Menudean las amenazas, se multiplican las falsedades y mentiras, que adquieren carta de naturaleza normalizada en el quehacer cotidiano de todos los ciudadanos del Estado español. La sagrada unidad de España, amenazada por las veleidades soberanistas de unos pocos y equivocados independentistas encabezados por el señor Mas, bien merece este doloroso y desinteresado esfuerzo. El unionismo hispano, de izquierdas y derechas, progresista y conservador, supuestamente federalista y centralista, se moviliza y se manifiesta como un solo ser, con una única voz y un solo e inquebrantable objetivo: España, una (y grande; y libre) y no cincuenta y una.

Para alcanzar esta unicidad de pensamiento utilizan con notable soltura los argumentos de siempre. A saber: Catalunya será desterrada fuera del paraíso de la UE y del Euro, porque veinte estados de la Unión vetarán su permanencia en ella. Perderá el mercado peninsular y sufrirá el boicot de los consumidores españoles; y los aranceles que se le impondrán serán de tal calibre que harán disminuir las importaciones y exportaciones a niveles del País de Nunca Jamás. Las empresas catalanas huirán despavoridas hacia España, en busca de seguridad jurídica, progreso económico y estabilidad social, características proscritas -se supone- de la futura Catalunya independiente. Los pensionistas y parados catalanes dejarán de cobrar las prestaciones, por falta de recursos financieros españoles; y en consecuencia, el estado de bienestar colapsará. Los estudiantes verán como los títulos universitarios catalanes no son reconocidos en el exterior, pués solo España puede expedirlos. Los payeses dejarán de recibir la generosa ayuda del ministro de Agricultura, encargado de distribuir las subvenciones de la UE. El PIB catalán disminuirá tanto, que tenderá a la desaparición, a causa del cateto provincianismo de los gobernantes catalanes y la probada incapacidad económica de los escasos empresarios que permanezcan en la Catalunya soberana. Por tanto, el número de parados aumentará hasta el infinito, la miseria se apoderará de todos.... En definitiva, innumerables desgracias recaerán sobre los hombros y conciencias de los equivocados nacionalistas catalanes. Finalmente, la hecatombe será de tal magnitud que Catalunya se desintegrará irremediablemente, para acabar siendo un lejano, fugaz y entrañable recuerdo en la memoria de todos los buenos, auténticos y cabales nacionalistas que jamás hayan existido sobre la faz de la Tierra: los nacionalistas españoles. Y después, el fin de los días.

Las advertencias y consejos hispanos se canalizan a través de sendos manifiestos impulsados por los periódicos madrileños El Pais y El Mundo, firmados por centenares de intelectuales, algunos de los cuales dan su apoyo a ambos escritos, como no podía ser de otra manera. Uno de los escritos se considera federalista y de izquierdas y el otro es rematadamente centralista y de derechas. Pero no existe nada que una más a los españolistas de pro: la particular y errónea visión que les merece Catalunya. Solo cabe deplorar que estos comprensivos y transversales intelectuales no hayan actuado cuando hubiera resultado más pertinente y oportuno; es decir, en el inicio de la campaña desatada por la derecha sociológicamente franquista -y la izquierda rigurosamente jacobina y pseudo-falangista-, contra los vanos intentos catalanistas por encajar -aunque fuera con calzador- en el Estado español. Con resultados perfectamente descriptibles. También debe tenerse en cuenta la dificultad de identificar los inicios del recidivante anticatalanismo español, pues se remonta a por lo menos 3000 años, según las cuentas -y los cuentos- de Esperanza Aguirre.

Ambos manifiestos hacen el análisis de la actual situación política de Catalunya, partiendo de un supuesto erróneo que incomprensiblemente insisten en atribuir a Artur Mas y a CiU. ¡Craso error!. Todavía no han entendido que el Presidente Mas no ha hecho otra cosa que ponerse al frente de una manifestación que ya había iniciado la marcha, sin esperar el concurso de partidos políticos, dirigentes o del propio gobierno catalán. Hemos sido los ciudadanos de a pie los que nos encaminamos con paso firme, sin titubeos, hacia la independencia. Y no estamos dispuestos a detenernos. Ni con motivo de un posible futuro dictamen contrario a la independencia, pronunciado por un Tribunal Constitucional absolutamente deslegitimado. Ni por una eventual sentencia judicial del Tribunal Supremo, contraria a Artur Mas; bajo inspiración y guía del Gobierno de España, del PP y del PSOE, todos ellos enemigos acérrimos de Montesquieu y la división de poderes. Ni siquiera lograrán intimidarnos los molestos vuelos rasantes del ejercito del aire, ni los abordajes de la armada española a pesqueros catalanes sin la enseña nacional izada. Nada ni nadie podrá detener la marcha, pues nuestra fuerza proviene de la fé en la auténtica democracia. De la Democracia, sin apellidos. Señores progresistas: el creciente secesionismo no ha estado estimulado por CiU, ni por otras fuerzas políticas de afinidad nacionalista. Más bien ha sido al contrario. Las formaciones políticas se han visto arrastradas por la marea independentista formada por centenares de miles de individuos, agrupados en familias, collas de amigos, compañeros de trabajo, de estudios; miles y miles de personas en calidad de novios y novias, abuelos, padres, hijos y nietos, parados, ocupados, desahuciados, propietarios, pequeños y medianos empresarios, comerciantes, solteros, casados, divorciados, escolares, universitarios, etc.... Todos compartiendo una ilusión común: la independencia.  Permanecemos atentos y vigilantes a causa de las dificultades que provoca la crisis económica, y del peligro que se cierne sobre el estado de bienestar. Incluso somos plenamente conscientes de la ignominia causada por las entidades financieras, las agencias de calificación -en realidad, de especulación-, por el Banco Central Europeo, y por los nefastos Mario Draghi y Angela Merkel. Pero... a pesar de todos ellos, tenemos grandes esperanzas y mucha confianza en nuestras propias fuerzas. Porque sabemos que nuestros anhelos no son meras quimeras. Confiamos en nuestros esfuerzos y en nuestra capacidad de trabajo y sacrificio. Y tenemos muy claro que dentro de España nos ha ido de mal en peor. Unida a ella, la nación catalana no tiene futuro. Con España hemos sufrido animadversión y falta de respeto, de consideración, y sobre todo, falta de auténtico sentido de Justicia. Y no se engañen los sabios españoles, para su desgracia las élites gobernantes madrileñas y sus cómplices -entre los cuales se incluyen un buen número de intelectuales que ahora hipócritamente hacen llamamientos a la concordia y al seny-, han sido los que perpetraron en el pasado y perpetran aún en nuestros días, innumerables agresiones y tropelías contra Catalunya. Desde la negación de la condición de Nación; pasando por la hostilidad y acoso hacia la lengua catalana no solo en Catalunya; también en el resto del dominio lingüístico catalán, es decir, en las Islas Baleares, el País Valenciano y la Franja de Aragón; siguiendo por la vergüenza del desmantelamiento del Estatuto de Autonomía -hasta  dejar el adulterado texto en la inoperancia e insolvencia total-, a manos del procaz Tribunal Constitucional, después de ser refrendado por los ciudadanos; continuando por la crónica falta de inversiones en infraestructuras necesarias para la economía catalana, incumpliendo los presupuestos generales del Estado, ¡año tras año!; coronando todo ello con falacias, manipulaciones, amenazas y deslealtades, en boca de políticos de tres al cuarto o de propagandistas faltos de ética, disfrazados de periodistas. Por último, negándonos el derecho democrático de votar a favor de la autodeterminación de Catalunya, en paz y libertad. Todas estas tropelías -y otras muchas- se han hecho en nombre de España. ¡Reiteradamente!. ¡Incansablemente!.¡Vergonzosamente!.

¿Y se atreven a pedir lealtad y osan defender -y santificar- la Constitución, por encima de principios democráticos universalmente aceptados?. Lo hacen desde la óptica del más rancio y apabullante españolismo. Transversalmente y de tradición liberal y socialdemócrata, según proclaman. Pero al fin y al cabo, puro y duro nacionalismo español. Nos declaran amor eterno y comprensión infinita, a la vez que acusan al catalanismo de inventar agravios, para a renglón seguido amenazar con enfrentamientos, instigando rupturas y fractura social en el seno de la sociedad catalana, caso que la mayoría secesionista exija el mismo respeto democrático que los independentistas han mantenido mientras se hallaban en minoría. Lo cual demuestra la fragilidad de las convicciones democráticas unionistas. Invocan la unidad para que no haya fracturas, para a continuación exhibir como un triunfo español la aportación de la inmigración a la prosperidad de Catalunya. ¡Y eso se lo dicen a los que tuvieron que marchar de su tierra a causa del hambre, que saciaron en Catalunya con su trabajo, esfuerzo e integración en la sociedad de acogida!. ¿Acaso ignoran los sentimientos contrapuestos que sufren los catalanes de origen español cuando viajan a sus orígenes siendo tratados como los catalanes -en tono de reproche-, y observan asombrados las autopistas gratuitas sin automóviles, las generosas prestaciones sociales, municipales y autonómicas, la abundancia de empleados públicos, las lineas de AVE's sin pasajeros, los aeropuertos sin aviones, etc... que disfrutan sus antiguos paisanos?. ¡Y en Catalunya, donde se pagan los impuestos a nivel de Escandinavia, las cercanías de Renfe son tercermundistas, el aeropuerto del Prat está al servicio de Barajas y no de Catalunya, y las prestaciones sociales nunca han estado al mismo nivel ni son tan abundantes como las de aquellas comunidades que reciben la generosa contribución de la solidaridad de los catalanes!.

Sabios y resabios españoles: Estos manifiestos que impulsan para informarnos de lo mucho que nos quieren; que advierten de los males intrínsecos del catalanismo; que nos echan en cara lo que España ha hecho por Catalunya, omitiendo lo que Catalunya a hecho por España; de las bondades y virtudes de la Constitución; de las desventuras que nos acarreará la independencia; de todas las equivocaciones que cometen los malsanos nacionalistas catalanes. En fin, que pretenden ilustrarnos de la prevalencia del Derecho del Estado (¿o tal vez es Estado de Derecho?), sobre los principios democráticos; repito, estos manifiestos, transversales, liberales y socialdemócratas, adolecen de un defecto en sus orígenes. Son total y voluntariamente erróneos, manipuladores y absolutamente hipócritas.¿Bajo qué piedra han permanecido escondidos estos centenares de intelectuales, hasta eclosionar, aterrorizados, a causa de la trepidante caminata emprendida por un millón y medio de ciudadanos catalanes?.¿No oyeron las voces del anterior presidente de la Generalitat, José Montilla, para más inri socialista español y orígenes andaluces, cuando advertía desesperadamente a los gobernantes españoles sobre el creciente desafecto hacia España de los ciudadanos catalanes?. ¿No leyeron el dolorido llamamiento de los medios de comunicación catalanes hecho a través de un editorial conjunto, que solo mereció el desprecio de la prensa madrileña?. ¿No entendieron la multitudinaria manifestación contra la sentencia sobre el Estatuto de Catalunya pronunciada por el Tribunal Constitucional, que llevó a centenares de miles de ciudadanos a las calles de Barcelona el 10 de julio de 2010?. ¿No analizaron detenidamente la estupefacción que provocó en los catalanes la falta de lealtad del señor Zapatero, de su gobierno y su partido, y el escaso cumplimiento de la palabra dada -recordemos: apoyaré el texto aprobado por el Parlamento catalán-?. ¿Donde estaban las críticas al Partido Popular y la estrafalaria recogida de firmas contra Catalunya y su Estatuto?. ¿Y los reproches a la propaganda del señor Arenas en Andalucía, contra el estatuto catalán, o los anuncios del señor Guerra y sus aficiones cepilladoras?. ¿No se escandalizaron ante la cruzada contra la lengua catalana, desatada por la caverna mediática madrileña, que prosigue en el presente?. ¿No sintieron vergüenza cuando se mentía impunemente sobre la supuesta persecución del castellano, en Catalunya?. ¿Porqué no han alzado la voz cuando se dicen auténticas animaladas desde la prensa, la radio y la televisión afines a la derecha y extrema derecha y en muchas ocasiones desde medios supuestamente progresistas, indiscriminadamente contra Catalunya y los catalanes?. ¿Porqué cualquier reivindicación hecha desde Catalunya, ha sido calificada como producto del victimismo, o incluso ha sido considerada como chantaje, sin siquiera analizar la certeza y justicia de la exigencia demandada?. ¿Porqué no se escandalizan cuando el gobierno de España, de ayer, de hoy y de siempre, centrifuga el déficit público hacia las comunidades o no paga las deudas contraidas con ellas?. ¿Y cuando invade impunemente competencias autonómicas, recentraliza bajo la excusa de la coordinación y exige recortes y más recortes, sin que se aplique el cuento?. ¿No se ruborizan como colegialas cuando el Gobierno de España sigue manteniendo funcionarios, asesores partidistas y ministerios sin competencias y prosigue con las generosas subvenciones a la fiesta nacional, por ejemplo, o aportaciones económicas para que los estudiantes castellano-leoneses aprendan a cazar conejos adecuadamente?. ¿No les causan bochorno las trabas insalvables que los consulados y embajadas españolas interponen a los catalanes expatriados para poder ejercer el derecho de voto?.

A todos los intelectuales firmantes de los manifiestos. A los dirigentes políticos con sede en Madrid o en las comunidades autónomas, más preocupados de lo que perderán, y no de porqué lo perderán; y siempre dispuestos a la amenaza y a humillar al contrario, y nunca a ejercer la autocrítica. A los altos funcionarios que barren para casa (Madrid) descaradamente, sin importarles un bledo las consecuencias de sus partidistas decisiones. A los falsos periodistas y reales propagandistas, que prefieren influir a favor de sus propios intereses y manipular a favor de sus amigos políticos, antes que ser imparciales y ecuánimes, y que sus crónicas e informaciones estén guiadas por la ética. A los empresarios afectos al régimen, usuarios habituales del palco del Bernabeu, totalmente institucionalizados y de maneras más propias de empleado público que de emprendedores privados. A cónsules y embajadores españoles que propician que no se vote, en libertad y secreto. Y a todos los ciudadanos españoles que han consentido ser manipulados y engañados, antes que asegurarse que las vesanias que se lanzaban -y lanzan- contra Catalunya y los catalanes fueran o no ciertas. A todos ellos informo que lo único que pueden hacer ahora es aceptar el derecho de los catalanes a decidir nuestro futuro. Cualquier otra alternativa llega demasiado tarde. No sigan utilizando el texto constitucional para impedir el normal desarrollo de la democracia, porqué es inutil. Cesen las amenazas, las falsedades y las injurias, porqué se ponen en evidencia. Desactiven a aquellos que, desde las cloacas del Estado, se esfuerzan denodadamente en confeccionar y distribuir dossiers pergeñados de mentiras, contra las figuras e instituciones más significativas del catalanismo político. Muchos catalanes hemos decidido que unidos a España estamos condenados a la consunción por falta de libertad y progreso. Si realmente creen en los principios democráticos, no se opongan a que los ciudadanos catalanes alcancemos la plena soberanía. Entre otras cosas porque si lo hacen, fracasarán estrepitosamente. Cuando un pueblo ilusionado se mueve hacia la esperanza, nada ni nadie puede detenerlo, pues en el horizonte se atisba la independencia. Dentro o fuera de Europa. Pero independientes.









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