La independencia de Catalunya es como una gran roca, de superficie lisa, brillante, redonda y pesada. Se encuentra en el fondo de un valle. Reposa quieta, en equilibrio sobre un suelo polvoriento y repleto de otras piedras que, aunque pequeñas, son más numerosas. De vez en cuando, alguien se acerca y comienza a empujarla. Lo hace con fuerza y al principio no le cuesta mucho moverla hasta que tropieza con alguna piedra. La rodea, la supera y sigue su marcha con decisión. Al llegar a la ladera de una colina, los esfuerzos del "empujador" deben redoblarse. Tiene que superar, no solo a las piedras que se encuentran en su camino, sino que también la cuesta que se levanta frente a él. Hace acopio de fuerza y empuja y vuelve a empujar, una y otra vez, sin desfallecer. De pronto, alguien se acerca y une sus fuerzas al "empujador" y los dos, logran que la lisa y redonda piedra, escale la empinada cuesta. Poco a poco, otros van sumándose a la empresa, hasta que logran llegar a la cima de la colina, con mucho esfuerzo. Cansados, toman aliento y oteando el horizonte, se percatan que una suave, larga y descendente ladera se extiende ante sus ojos. Sin pensarlo dos veces, empujan la redonda y pesada piedra que, sin más, comienza a rodar decididamente, seguida por todos los "empujadores" que, gozosos, se disponen a caminar en el nuevo mundo que gracias a su decisión y esfuerzo han conquistado.
¿Que debemos hacer catalanes para caminar por el mundo que tenemos ante nuestros ojos, con decisión y en libertad? Es difícil dar respuesta a esta pregunta. Pero de eso se trata. Hemos alcanzado la cima de la colina, arrastrando nuestra piedra, sin habernos percatado que nosotros, los "empujadores", también estamos plantados ante nuestro futuro de libertad y soberanía, a lo alto y con la mirada fija en el horizonte, mientras, inconscientemente, empujamos la piedra, que comienza a rodar, lenta pero firmemente e invitándonos a seguirla.
Los catalanes debemos involucrarnos activamente para alcanzar la independencia de nuestro país. No solo participando con nuestros votos en las elecciones. Tenemos que hacer que nuestros representantes hagan lo que nosotros queremos. Nuestro objetivo es la plena soberanía e independencia de Catalunya.
1º- Exigir a nuestros políticos en los ayuntamientos que debatan y aprueben mociones a favor de la independencia y que sean trasladadas al parlamento catalán.
2º- Ignorar las amenazas y presiones de los partidos, instituciones y medios de comunicación de Madrid. Recordar que la independencia no se pide, se toma.
3º- Exigir a nuestros parlamentarios que debatan y voten las mociones que sean remitidas desde los ayuntamientos.
4º- Una vez efectuada la votación y caso de ser favorable a la independencia, el gobierno, de acuerdo con los representante parlamentarios, deberá asumir todas las competencias propias de un estado soberano de la Unión Europea.
5º- El gobierno deberá establecer de inmediato, contactos con las principales instituciones, tanto regionales como mundiales, así como entablar negociaciones con los principales países del Mundo, al objeto de alcanzar el reconocimiento del mayor número de naciones que sea posible.
6º- Deberá asimismo entablar conversaciones con España, al objeto de alcanzar un acuerdo de reparto, justo y equitativo, de los activos y pasivos que deben poseer los dos nuevos estados.
7º- Al objeto de cumplir con la legalidad internacional, el nuevo gobierno deberá convocar un referéndum para que los ciudadanos catalanes puedan aprobar mediante el ejercicio del derecho de autodeterminación, la independencia ya alcanzada.
Debemos tener en cuenta que todo este proceso inicial, debe de ser posible en el menor tiempo posible. Sería altamente pernicioso que fueran pasando los meses, sin que se hubieran despejado las dudas y los temores que un asunto de este calado despertará.
Entre el debate en el parlamento y la convocatoria del referéndum, no deben transcurrir mas de un mes. Si existiera una demora sería altamente perjudicial, tanto para Catalunya, como para España.
Definitivamente, este es el único camino que tenemos los catalanes. Ya no vale el autonomismo. Tampoco el federalismo (inexistente y proscrito en España). No cabe recentralizaciones -auténtico deseo de los españoles-. Los catalanes no tenemos otra alternativa que la independencia. Solo con ella lograremos que la pesada piedra, lisa y redonda, comience a rodar por el valle que se extiende ante nuestros abiertos y sorprendidos ojos y que nuestra mente comience a aceptar que, tras ella, un montón de ciudadanos, sin percatarse, han alcanzado la cima que empezaron a escalar el 12 de septiembre de 1.714.
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