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divendres, 8 d’abril del 2022

DE CONSENSOS Y BLINDAJES LINGÜISTICOS...

Érase una vez un gran consenso entre los grupos políticos del Parlament de Catalunya que permitió aprobar una ley de educación que blindaba el uso de la lengua catalana como la única vehicular en el sistema escolar catalán. Esta ley también garantizaba el aprendizaje de la lengua castellana, estableciendo que una vez finalizada la escolarización de los chicos y chicas catalanes, todos poseerían el dominio de ambas lenguas.

También las Cortes españolas aprobaron a su vez, -sin el mismo amplio consenso que en Catalunya, hay que decirlo- una ley de educación, bautizada como ley Celaá en honor a la ministra del ramo. Establecía una serie de requisitos y normas comunes para todo el estado, sin que esto significara cuestionar la ley catalana y mucho menos la condición de vehicular del catalán en Cataluña. 

Pero he aquí que la justicia castellana -¡nunca mejor dicho!- decidió que tenían razón los padres de unos alumnos que exigían que el castellano fuera también lengua vehicular en Cataluña porque "sus hijos tenían todo el derecho del mundo a recibir el enseñanza en la lengua hegemónica en todos los ámbitos de la sociedad en España". Naturalmente se referían al castellano. Y cómo adujeron que el castellano -¡el español!- estaba perseguido y en peligro en Catalunya, los jueces sentenciaron a favor de ellos de una forma bastante esperpéntica: Si unos padres lo pedían todo el aula debía recibir la lección en español. Así se preservaba el derecho de un alumno castellanohablante a recibir la enseñanza en su lengua por encima del derecho del resto de alumnos del aula a recibir la enseñanza en catalán.... Y por si no quedaba suficientemente clara la hegemonía y consideración especial debida al español, se imponía que todas las escuelas implicadas debían dar el 25% de las clases en castellano.

De poco sirve aprobar leyes con tan amplios consensos y proclamar blindajes irreales, si una sola familia ardientemente españolista que menosprecie el catalán y un juez complaciente con ese menosprecio, cambian la letra y el espíritu de unas leyes aprobadas en el parlamento por amplísima mayoría basadas en criterios meramente pedagógicos y sociales, para satisfacer las pulsiones anti-catalanas y los supuestos derechos de unos padres a decidir por razones puramente políticas qué, cómo y cuánto hay que enseñar a sus hijos en la lengua hegemónica en el Estado, modificando la ley vigente y el currículum escolar de cada centro y vulnerando el derecho del resto de alumnos catalanes porque estos falsos no nacionalistas españoles, por manifiesta politiquería, no aceptan el catalán -¿por motivos de odio?- como lengua vehicular en Cataluña.

Lo hacen utilizando a sus hijos como arietes contra la lengua propia de Cataluña. Lo hacen acusando a la escuela catalana de adoctrinamiento nacionalista catalán, de persecución de la lengua española y de nazis porque utilizan el catalán en lugar del español, como creen ellos que debería ser..... Quieren aniquilar el catalán para imponer la lengua de Castilla como último eslabón de la cadena colonizadora definitiva que religue Cataluña a la España imperial para siempre. Y no quieren reconocer que Cataluña es un país diferente a Castilla -¡a España!- y que tiene los mismos derechos y merece la misma consideración y respeto que cualquier otra nación de Europa y del resto del Mundo.

Todas estas acusaciones -en realidad, inverosímiles excusas- son el producto de mirarse en el espejo y no reconocer que tales imputaciones les definen mejor a ellos que a los catalanes.

Hace más de trescientos años que Castilla -ahora conocida como España- está intentando borrar a Cataluña de la nómina de naciones libres. La colonización emprendida después de la conquista a sangre y fuego en 1714 abarca todas las instancias, todos los ámbitos de la sociedad y a todos los ciudadanos catalanes. Singularmente la lengua del país, el catalán. Antes lo hacían sentenciando "que se consiga el efecto sino que se note el cuidado". Hoy les importa un bledo que se note el cuidado. Lo hacen con todos los medios a su alcance. La fiscalía, la judicatura, las leyes, la prensa, la economía, las finanzas, la tele, la radio, el cine, descabezando derechos, manoseando y violentando la democracia y el estado de derecho..... ¡Todo sirve para aniquilar el catalán!. ¡Es decir, para aniquilar Cataluña y los catalanes!. Todo vale para glorificar la España inmemorial, es decir, la Castilla imperial.

Siglo tras siglo, año tras año, mes tras mes España fracasa en el intento. Porque los catalanes somos y seremos catalanes por y para siempre. Como un francés, un escocés, un ucraniano o incluso un español son y serán de sus respectivos países.

De la misma forma que a ningún nacional de cualquier otro país se le pide que renuncie a sus raíces, ¿porqué narices los catalanes debemos renunciar a nuestra nación, a nuestra lengua, a nuestra cultura, a nuestra libertad?. ¿Porqué lo diga un no nacionalista español? ¿Porqué lo quiera un político populista de Madrit?. ¿Porqué lo sentencie injustamente un juez inquisitorial?.

¡Ni en broma renunciaremos a nuestra lengua!. Ni a nuestra nación. ¡Nunca!. Ya seamos o no nacionalistas, independentistas o soberanistas..... Nunca dejaremos de ser lo que somos: ¡catalanes!.

¿Todavía no se entiende porque queremos la independencia, ya?

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