Es hora de volver la vista atrás para entender lo que pasa aquí y ahora. Y lo que es más importante: ¿Qué deberemos hacer en el próximo futuro para poder colmar los auténticos hitos de libertad, justícia y plena soberanía que tanto anhelamos para nuestro querido y atribulado país?.
Si miramos hacia atrás veremos que desde que se inició la segunda década del presente siglo la mayoría de ciudadanos catalanes dijimos basta, ante las arbitrariedades surgidas desde la España inmemorial, con base a los abusos y petulancia demostradas por los partidos españolistas, Tribunal Constitucional, gobierno de la nación y el resto de instituciones y entidades del Estado, a raíz de la tramitación, aprobación, referéndum y anticonstitucionalidad que provocó el segundo estatuto de autonomía catalán. ¡Basta!, gritamos todos. Entonces se acabó la maldita transición del 78, así como el autonomismo ful y castrador, renaciendo sorpresivamente el independentismo con mayor fuerza como jamás se había alcanzado hasta entonces. Aquel cambio de paradigma ciudadano se tradujo en un continuo de decisiones y acciones que iniciaron lo que se conoce como proceso hacia la independencia de Catalunya. El procesismo -tan criticado ahora- estaba en marcha. Primero mediante una serie de consultas populares auto-organizadas por la sociedad civil. Desde esta misma sociedad civil surgieron nuevas entidades y asociaciones como pueden ser la ANC, SÚMATE o la AMI, que se sumaron a las ya existentes, como ÒMNIUM y otras, todas ellas fortaleciéndose año tras año a causa de la fuerza e impulso mostrados por sus afiliados y por el éxito conseguido en las acciones -manifestaciones y movilizaciones multitudinarias, festivas y pacíficas- emprendidas a favor de la independencia. ¡Aquello resultó ser un verdadero tsunami!. ¡Lo arrasó todo!. Incluso los partidos soberanistas y sus líderes no tuvieron otra opción que no fuera sumarse incondicionalmente al movimiento independentista impulsado por los ciudadanos.
Al principio la respuesta del Estado fue de incredulidad. Aquello era un soufflé que se deshincharía con gran rapidez. Pero al poco tiempo provocó primero una cierta angustia y a continuación auténtico pavor. ¡El tsunami catalán resultó imparable!. Sonaron las sirenas de alarma nacional-españolistas llamando a la movilización general de todos los estamentos del Estado en defensa de la sagrada unidad de la patria. Todas las instituciones y todo buen español se pusieron en marcha. Partidos de ámbito estatal, gobierno, Congreso, Senado, judicatura, fiscalía, policía y guardia civil, el IBEX 35, medios de comunicación públicos y privados..... Y todo el ejército de ratas purulentas que viven y trabajan en las malolientes cloacas del Estado. Todas las armas fueron permitidas. Ingentes cantidades de recursos de toda clase se pusieron a disposición de verdaderos y ardorosos salvadores de la patria, envueltos con la rojigualda y armados hasta los dientes con la sagrada y pétrea Constitución española a modo de martillo de Thor justiciero y apabullante. Y la guerra dió comienzo.....
La táctica del unionismo se evidenció enseguida. El Divide et impera romano fué adoptado como divisa -un auténtico mantra- en todas las acciones emprendidas contra el independentismo. Se levantó la veda de la persecución y represión ad hominem contra los soberanistas. La libertad de expresión y opinión sufrieron continuos recortes hasta que su ejercicio se ha vuelto casi imposible. La guerra contra el parlamentarismo estalló de la mano de los partidos nacionalistas españoles con la plena complicidad y complacencia de la fiscalía y el Tribunal Constitucional. La causa general contra el independentismo se puso en marcha. Surgieron como setas fantasiosos instructores judiciales, fiscales afinadores, policías patrióticos, guardia civiles sedientos de rabia y pseudo-periodistas dispuestos a fabricar y publicar toda clase de noticias manipuladas o directamente falsas y esparcir toneladas de mierda encima de quienes para ellos no son más que enemigos políticos a los cuales aplastar y aniquilar debido a las perniciosas y osadas ideas que defienden con tanta determinación: Democracia, Libertad, Justicia y pacifismo. Es decir, Independencia.
CONTINUA.................
Si miramos hacia atrás veremos que desde que se inició la segunda década del presente siglo la mayoría de ciudadanos catalanes dijimos basta, ante las arbitrariedades surgidas desde la España inmemorial, con base a los abusos y petulancia demostradas por los partidos españolistas, Tribunal Constitucional, gobierno de la nación y el resto de instituciones y entidades del Estado, a raíz de la tramitación, aprobación, referéndum y anticonstitucionalidad que provocó el segundo estatuto de autonomía catalán. ¡Basta!, gritamos todos. Entonces se acabó la maldita transición del 78, así como el autonomismo ful y castrador, renaciendo sorpresivamente el independentismo con mayor fuerza como jamás se había alcanzado hasta entonces. Aquel cambio de paradigma ciudadano se tradujo en un continuo de decisiones y acciones que iniciaron lo que se conoce como proceso hacia la independencia de Catalunya. El procesismo -tan criticado ahora- estaba en marcha. Primero mediante una serie de consultas populares auto-organizadas por la sociedad civil. Desde esta misma sociedad civil surgieron nuevas entidades y asociaciones como pueden ser la ANC, SÚMATE o la AMI, que se sumaron a las ya existentes, como ÒMNIUM y otras, todas ellas fortaleciéndose año tras año a causa de la fuerza e impulso mostrados por sus afiliados y por el éxito conseguido en las acciones -manifestaciones y movilizaciones multitudinarias, festivas y pacíficas- emprendidas a favor de la independencia. ¡Aquello resultó ser un verdadero tsunami!. ¡Lo arrasó todo!. Incluso los partidos soberanistas y sus líderes no tuvieron otra opción que no fuera sumarse incondicionalmente al movimiento independentista impulsado por los ciudadanos.
Al principio la respuesta del Estado fue de incredulidad. Aquello era un soufflé que se deshincharía con gran rapidez. Pero al poco tiempo provocó primero una cierta angustia y a continuación auténtico pavor. ¡El tsunami catalán resultó imparable!. Sonaron las sirenas de alarma nacional-españolistas llamando a la movilización general de todos los estamentos del Estado en defensa de la sagrada unidad de la patria. Todas las instituciones y todo buen español se pusieron en marcha. Partidos de ámbito estatal, gobierno, Congreso, Senado, judicatura, fiscalía, policía y guardia civil, el IBEX 35, medios de comunicación públicos y privados..... Y todo el ejército de ratas purulentas que viven y trabajan en las malolientes cloacas del Estado. Todas las armas fueron permitidas. Ingentes cantidades de recursos de toda clase se pusieron a disposición de verdaderos y ardorosos salvadores de la patria, envueltos con la rojigualda y armados hasta los dientes con la sagrada y pétrea Constitución española a modo de martillo de Thor justiciero y apabullante. Y la guerra dió comienzo.....
La táctica del unionismo se evidenció enseguida. El Divide et impera romano fué adoptado como divisa -un auténtico mantra- en todas las acciones emprendidas contra el independentismo. Se levantó la veda de la persecución y represión ad hominem contra los soberanistas. La libertad de expresión y opinión sufrieron continuos recortes hasta que su ejercicio se ha vuelto casi imposible. La guerra contra el parlamentarismo estalló de la mano de los partidos nacionalistas españoles con la plena complicidad y complacencia de la fiscalía y el Tribunal Constitucional. La causa general contra el independentismo se puso en marcha. Surgieron como setas fantasiosos instructores judiciales, fiscales afinadores, policías patrióticos, guardia civiles sedientos de rabia y pseudo-periodistas dispuestos a fabricar y publicar toda clase de noticias manipuladas o directamente falsas y esparcir toneladas de mierda encima de quienes para ellos no son más que enemigos políticos a los cuales aplastar y aniquilar debido a las perniciosas y osadas ideas que defienden con tanta determinación: Democracia, Libertad, Justicia y pacifismo. Es decir, Independencia.
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