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dijous, 4 de juny del 2015

LOS PELIGROS DEL TRAMO FINAL DE CAMINO.

Cuando los partidos políticos actúan más como frías maquinarias inanimadas, para conseguir el máximo poder que sea posible acaparar y obvian la cálida vertiente humana y solidaria que deberían tener al servicio de aquella parte de la sociedad a la cual aspiran representar, indefectiblemente pervierten sus principios sociales y políticos. En el Estado español existen muchos ejemplos de formaciones políticas, desaparecidas o en tránsito hacia la desaparición, víctimas por haberse traicionado a si mismas y a sus afiliados. Tal es el caso de UCD, AP, PCE, PSUC o CDS en el pasado. Ahora, el PP y el PSOE están manifestando los primeros síntomas que ya anuncian el cercano mutis que les espera en el escenario parlamentario español. También es cierto que surgen otras formaciones pretenciosamente regeneracionistas, incorruptibles y centristas, dispuestas a ocupar el lugar de las caducadas, aunque desgraciadamente, empero, nacen con los mismos vicios originales que las antiguas y por tanto, con la fecha de caducidad incorporada.

En Catalunya esta tendencia auto-destructiva se acentúa por culpa de la incidencia que tiene el proceso soberanista -eufemismo de independentista- impulsado por la ciudadanía. Se han roto y se están desangrando el PSC e ICV. Irrumpen con fuerza la CUP y GANEMOS-PODEMOS. Se halla en vías de extinción el PP -sustituido por C's-. ERC se mantiene firme pero no crece demasiado. Y la federación CiU a duras penas flota unida, a pesar de las evidentes divergencias que se observan entre ambos partidos. 

Fijémonos en ERC y CiU, las dos formaciones grandes que están encabezando el proceso, acompañando a decenas de miles de ciudadanos catalanes que lo promueven.... En realidad, Esquerra y Convergència son irremisiblemente empujadas por la mayoría de catalanes. Con todo, Esquerra Republicana, inequívocamente independentista, comienza a mostrar los primeros síntomas que ponen en peligro la claridad mostrada hasta ahora respecto del proceso catalán. El porqué se enturbia su mirada sobre la prevalencia de la plena soberanía de Catalunya por encima de otras prioridades, es una cuestión de pura táctica partidista. Su vertiente nacional se ve ligeramente presionada por la presencia de la CUP. Y la vertiente de izquierda se halla amenazada por la impetuosa irrupción -casi violenta- de GANEMOS-PODEMOS, los cuales basan su actuación política exclusivamente en el enfrentamiento derecha-izquierda, un enfrentamiento de los de antes, de clase, de los antiguos. A la vez, se mantienen en una posición ambigua, tibia, o incluso decididamente contraria a la independencia de Catalunya. Tampoco esconden la rabia y el odio que sienten hacia Convergència y singularmente, contra Artur Mas. Este es un rasgo propio común y dominante entre todas las formaciones genuinamente españolistas. Por tanto, ERC se ve tensionada en el eje social y quiere demostrar que a ellos, en esto, no les gana nadie. Lo que tendrían que explicar todos ellos es como se consigue dar satisfacción a las demandas y necesidades sociales de la ciudadanía careciendo Catalunya de recursos financieros, legislativos, administrativos y políticos suficientes, ya que desgraciadamente, ahora, se hallan en manos del gobierno de Madrid. Hacer prevalecer la acción social sin recursos es como buscar nieve en medio del desierto del Sáhara: Es absolutamente inútil. Y no debemos pasar por alto el hecho que en GANEMOS-PODEMOS están trufados de populistas y demagogos y si de algo debemos huir es precisamente de esta plaga.

ERC debe mantenerse alerta para no dejarse arrastrar por el remolino virtual y efímero promovido por Ada Colau y Pablo Iglesias. Muchas palabras -¡demasiadas!-, mucho humo, pocos hechos y escasa substancia, esto es lo que ofrecen. ¿Es esto lo que quiere imitar Esquerra Republicana de Catalunya?.

El caso de CiU es más enrevesado. Mientras Convergència se ha hecho radicalmente soberanista, Unió Democràtica se empeña en mantener viva la tercera vía la cual, por cierto, si jamás hubiera existido habría nacido absolutamente muerta. Artur Mas es reconocido como el auténtico líder del proceso. Ha llevado su partido desde el autonomismo a la independencia; tiene un discurso coherente, firme, sincero y creíble. Está dispuesto a asumir las persecuciones penales y políticas desatadas por España en su contra y aguantar las manipulaciones y los insultos periodísticos cavernarios -es decir, falsos y manipulados- que le llueven por encima, para que los catalanes podamos alcanzar nuestros anhelos de libertad. Por su parte, Josep Antoni Duran i Lleida, piloto con mano de hierro de la nave democristiana, está maniobrando astutamente para silenciar las crecientes voces discrepantes que se alzan en su seno, críticas con la doctrina oficial y exigentes para que el partido se sume con claridad al independentismo mayoritario de Catalunya. A la vez, socava el liderazgo de Artur Mas para poder influir en el seno de la federación en el sentido de convertir la independencia en algo accesorio, secundario, casi utópico y por tanto, imposible de conseguir. Utiliza todas las argucias a su alcance para minar, boicotear y/o detener el proceso -¡que no comparte y que jamás compartirá!- y mantener así el status quo actual para continuar manoseando la política a su antojo, indefinidamente. Como siempre ha hecho, por cierto. Ahora pretende que la militancia de UDC vote hacia mediados de junio una especie de hoja de ruta propia concebida para enfrentarse a CDC y perpetuar la dirección y el control del partido, por parte de sus fieles y en última instancia, por él mismo. Prometió que haría una pregunta sencilla, corta y clara, la cual pudiera dar respuesta al dilema independencia, si o no. Finalmente, la dirección del partido ha aprobado con la oposición de una parte muy significativa de sus miembros -más de una tercera parte- una pregunta complicada con seis tediosos y reiterativos criterios condicionantes, larga y farragosa, que ocupa una extensión de ¡dos folios!, y sumamente enrevesada -el si o no tendrán que ser interpretadas por la dirección de Unió-. En definitiva, toda una puñalada trapera por la espalda contra el proceso de Catalunya hacia la independencia

Y los catalanes, ¿qué podemos hacer ante este panorama?. Los catalanistas nos debatimos entre nuestras filias partidistas y las fobias contra los adversarios. Pero ahora, además, la mayoría somos independentistas y esto nos une mucho más de lo que jamás habríamos podido imaginar. Es por ello que nació la Assemblea Nacional Catalana y la Associació de Municipis Independentistes. Estas dos instituciones, al lado de ÒMNIUM CULTURAL, reunen decenas de miles de ciudadanos dispuestos para hacer lo que haga falta para obtener la independencia. Centenares de miles de simpatizantes, militantes o no de los partidos soberanistas, se muestran dispuestos a apoyar todas las acciones emprendidas para conseguir la independencia.... incluso aquellas que vayan contra algunas políticas o decisiones tomadas por los partidos supuestamente soberanistas, excesivamente re-ligados aún a su pusilanimidad innata y por el partidismo egoísta que les atenaza. 

Los partidos catalanes no pueden -¡no deben!- pensar que los ciudadanos somos insensibles, no tenemos opiniones ni las ideas claras. Si tiran demasiado de la cuerda, acabarán rompiéndola. Esto los ciudadanos no lo permitiremos jamás. No perdonaremos a aquellos que malogren nuestras esperanzas de libertad y pretendan hacer descarrilar el tren que marcha a toda velocidad hacia la estación de la independencia. Por tanto, ¡ten cuidado, CiU!. ¡ERC, permanece alerta!. Fijaros en la CUP, pletórica de coherencia y alejada de egoísmos partidistas alocados. No miréis lo que hacen o dicen GANEMOS-PODEMOS, porqué a menudo adquieren un cariz sectario y anticuado. No toméis ejemplo de Duran i Lleida, el florentino, maestro en clavar el estilete a traición, por supuesto, muy diplomáticamente. Mirad nuestros rostros y escuchar nuestras voces porque si no lo hacéis, no os haremos caso.... Mejor dicho: ¡pasaremos por encima vuestro sin el menor reparo!.  









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