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divendres, 29 d’agost del 2014

¡POR FIN LIBRES!

Solo faltan quince días para llegar al 11 de septiembre, primer hito de este difícil camino emprendido por la mayoría de catalanes y que culminará el 9 de noviembre mediante la votación a favor -o contra- de la independencia de Catalunya. Como se ha dicho, el camino está repleto de obstáculos y porqué no reconocerlo, también de incertidumbre. De entrada, en la España que representan Mariano Rajoy y el Partido Popular no creen en los principios democráticos. Por esta razón no aceptan que las confrontaciones políticas que surgen dentro de la sociedad de un Estado tan complejo como és el español tengan como única solución juiciosa dejar que la gente decida cual es el futuro que quieren, a nivel individual y colectivo. Parece que derecho a decidir y estado de derecho, para los populares, son cuestiones contrapuestas, incompatibles. Creen que la Constitución española solo tiene una única interpretación posible: aquella que se asemeja más a su ideario, la más favorable a sus intereses. Defienden encarnizadamente palabras como consenso y legalidad, siempre que se interpreten como adhesión inquebrantable, acatamiento, sumisión e imposición, ya sea de grado o por fuerza. No dudan en utilizar su ley de génesis inequívocamente castellana y a jueces y fiscales afines -¡la mayoría!- para conseguir aquello que las urnas les niegan sistemáticamente. Especialmente en Catalunya. Están haciendo del Estado español un reino injusto, sórdido y obscuro donde siempre es posible retorcer la ley hasta volverla ilegítima, así como desvirtuar la democracia hasta transformarla en puro despotismo.

¿Y los catalanes?. ¿Qué hacemos?. ¿Qué queremos?. ¿Qué pensamos?. Muchos catalanes, que no somos un pueblo fácil de comprender y mucho menos de asimilar, hemos llegado a un punto en el cual después de mucho tiempo de trampear y conformarnos con el más vale pájaro en mano.... hemos dicho, ¡basta!. Basta de imposiciones lingüísticas y culturales castellanas. Queremos que nuestra lengua y cultura dejen de estar en perpetua posición defensiva, y pasen a ser normales e indiscutidas dentro de Catalunya. Basta de deslealtades políticas, administrativas e institucionales del Estado español, hacia la Generalitat. Basta de constituciones petrificadas, inamovibles y que excluyen y menosprecian a los no castellanos. Basta de intolerancia y cinismo gubernamental y mediático. Se ha terminado hacer pedagogía insustancial que no nos conduce a ningún sitio y de pedir autonomía política y el reconocimiento de la nación catalana, sin resultados mínimamente aceptables. No más expolio fiscal disfrazado de falsa solidaridad insostenible, que nos lleva directamente a la ruina. Ya basta de ser una locomotora que arrastra tras de sí un largo y pesado tren, y al cual se le niega una y otra vez el combustible que necesita para tirar del carro. Queremos gozar de auténticas libertades y justicia. Queremos ejercer la plenitud democrática sin renuncias ni restricciones de ningún tipo. Queremos decidir como  gastamos nuestros recursos, qué política económica y laboral son las mejores para nosotros, que infraestructuras nos interesan más, que cuota (sostenible) de solidaridad podemos aportar al resto del mundo, o el alcance del estado de bienestar que podemos y queremos disfrutar.

La inmensa mayoría de catalanes pensamos, tal vez ingenuamente, que la única manera de tenemos de conseguir  nuestros propósitos soberanistas es mediante el ejercicio de la democracia. Porqué creemos en ella. Y nos sometemos y acatamos sus principios. Para nosotros la democracia es el origen y fundamentos de toda legitimidad, tanto política, como legal y administrativa, no la Constitución española. Esta, al ser utilizada por los españoles como un bate de béisbol con el cual aniquilar las legítimas aspiraciones catalanas, ha pasado a no ser ya la nuestra. ¿La Constitución española....?. Pues eso, es española; no es la catalana. Por todo ello, queremos tener una constitución que cobije los derechos y deberes de todos los ciudadanos catalanes. Que ampare la cultura y la lengua catalana, no porqué sean mejores o peores que otras, ni más o menos importantes y extendidas en el mundo, sino porqué son las propias de Catalunya. Somos plenamente conscientes que todas las dificultades que España pone delante nuestro para impedir la independencia harán que los esfuerzos empleados sean mucho más caros. Pero conseguiremos nuestros propósitos, porque los afanes puestos a su servicio serán más gratificantes y rentables. A pesar de la guerra sucia desatada por las cloacas del Estado español. Pese a las animaladas que escriban o digan los medios cavernarios madrileños. Incluso contra las actuaciones sesgadas y partidistas de la Policía Nacional, la Guardia Civil, de la judicatura y la fiscalía españoles. No nos arredran las amenazas militares o de los fiscales del gobierno, siempre dispuestos a ir contra Catalunya y los catalanes, ya que consideran que no somos suficientemente españoles -castellanos, en realidad-. Porqué prefieren que las empresas más importantes del Estado sean alemanas antes que catalanas. Se vanaglorian de los éxitos obtenidos por los atletas y clubes deportivos catalanes como si fueran españoles y solo aluden y remarcan su catalanidad cuando no consiguen las victorias deseadas. Para nosotros, tanto si ganan como si pierden siempre los consideramos catalanes. Para muchos españoles, Catalunya no debe ser reconocida como la exportadora de casi el 30% del total español, no fuera caso que se sintieran humillados; ni que los impuestos pagados por los ciudadanos catalanes son más provechosos fuera, en España, que no dentro de Catalunya, ya que en buena parte no regresan jamás. Que la riqueza generada en Catalunya, de la cual España se aprovecha, equivale al 20% del total estatal. Y que los ingresos por turismo son superiores al 25% del total del Estado. Quieren hacer creer que la lacra de la corrupción es cosa típica del oasis catalán, del clan Pujol, del independentismo, de los mafiosos políticos catalanes, de los partidos catalanistas irregularmente financiados, de las subvenciones a la ANC y a Òmniun Cultural -por cierto, ¡inexistentes!-, mientras que en el País Valenciano, en las Islas Baleares, en Madrid o en Andalucía la corrupción es una anécdota circunstancial. Gürtel, Bankia, Bárcenas, Matas, Fabra, Camps, Nóos, sobres en el PP repletos de dinero negro o ERE's socialistas irregulares pero multimillonarios, para el nacionalismo español son un simple chiste. Por mucho que nos acusen de nazis, terroristas o corruptos, ellos no serán menos antidemocráticos y deshonestos de lo que en realidad son. Estamos hartos de Rajoy, de los Aznares de turno, de los populares, de falsos socialistas y de los propagandistas que se creen periodistas. Estamos hasta el moño del nacional-catolicismo -siempre ¡presente!- imperialista, abrumador y ofensivo que quieren imponernos desde haca tres siglos.... ¡El 11 de septiembre próximo hará ya trescientos años....!. ¡Como pasa el tiempo!.

¿De verdad creen que las reiteradas negativas de Mariano Rajoy contra el ejercicio de la democracia, el apoyo a las tesis de España de frau Merkel, las amenazas de los fiscales contra Mas y/o Junqueras, la actuación y manipulaciones de las cloacas y la caverna a base de dossieres, informes y supuesto periodismo de investigación, las advertencias y amenazas de militares y policías, las denuncias de los franquistas de Manos Limpias, o la anunciada violencia verbal y física de la Falange española el próximo 11 de septiembre, conseguirán destruir el ansia -que ya es una necesidad perentoria- de independencia de Catalunya....?. ¡Nos la hemos ganado a pulso durante los últimos trescientos años!. Y ahora que la tenemos al alcance no renunciaremos a ella. Nos defenderemos obstinadamente de los ataques españolistas -ya sean agresivos, violentos o chapuceros-, los cuales reafirman nuestros anhelos y convicciones. Y lo haremos de la única forma que sabemos hacer: Con democracia, en paz y libertad. Y seremos, por fin, auténticamente libres y soberanos.


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