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divendres, 18 de juliol del 2014

¡AMOS, ANDA!.

Resulta verdaderamente llamativo el trastorno que causan al unionismo español las reivindicaciones de los ciudadanos catalanes empeñados en conseguir la próxima e inevitable independencia de Catalunya. Por un lado, aquellos que se llaman socialistas y se creen progresistas se esfuerzan en aparentar buen juicio y desapasionamiento -sin conseguirlo- ante un hecho que les provoca una terrible incomodidad. Ellos, que se consideran adalides de la justicia, paladines de la democracia, líderes de la sociedad, abanderados en la defensa de una Constitución de sesgo progresista, ellos, obreristas como pocos y moralmente superiores al resto de la humanidad, precisamente ellos, no saben que hacer. Ni que decir. Ni que quieren o no quieren. Dudan, son prisioneros de la indefinición ideológica y de la pusilanimidad política que les abruma. Solo resultan evidentes un centralismo calificado de solidario que disfrazan como jacobinismo federalista, así como las ansias de alcanzar el poder  para mandar y manosear a todos y por todo, con total impunidad; y la aparente comprensión que manifiestan hacia la existencia de una tímida y tenue pluralidad nacional del Estado, que diluyen en el igualitarismo más casposo y tronado que existe. Por otro lado, aquellos que se autocalifican como liberales, centristas y no nacionalistas, si que saben lo que quieren y lo que hacen. ¡Se les ve el plumero desde lejos!. Pero son incapaces de dialogar y pactar con nadie. El problema es que quieren parecer liberales pero hablan y se comportan como genuinos conservadores. Casi como ultra-tradicionalistas. Dicen que son centristas pero en realidad se sienten más cómodos en posiciones políticas -y morales- más cercanas al integrismo -inmovilismo-. ¡Por esta razón pueden ser catalogados como extremadamente derechistas!. Además, por descontado, su declarado anti-nacionalismo es exclusivamente de índole anti-catalanista, ya que en realidad profesan un inflamado nacionalismo de raíces netamente castellanas. Es decir, marcadamente españolas y por tanto, notoriamente excluyentes y agresivas.

Miquel Iceta ha sido elegido recientemente como nuevo líder de los socialistas catalanes. Sin embargo, la crisis de padecen como consecuencia del ambiguo posicionamiento adoptado hacia el proceso soberanista catalán, no se supera con un simple cambio de nombres en la cúpula dirigente del partido. Consciente que esta dificultad, Miquel Iceta, personalidad relevante del partido eternamente vinculado al aparato, ha cogido el toro por los cuernos y después de criticar agriamente la pregunta planteada por Artur Mas, fruto del consenso previo alcanzado por las cinco formaciones políticas que apoyan la celebración del referéndum el próximo 9 de noviembre, propone su propia pregunta, por cierto consensuada tan solo consigo mismo: ¿Quiere que el Govern negocie con las instituciones del Estado un acuerdo que garantice el reconocimiento del carácter nacional de Catalunya, un pacto fiscal solidario y el blindaje de las competencias en lengua y cultura?.

Se ha de reconocer que se trata de una pregunta interesante. Larga y un pelín intrincada, pero interesante. Aunque no es tan larga como el Estatuto de Autonomía que ahora hace cuatro años tumbó el Tribunal Constitucional español, después de haberlo rumiado durante cuatro años más. En total ocho pesados, agotadores y duros años. ¡Por supuesto!. Porqué en realidad la pregunta que propone Miquel Iceta es precisamente esto. Un resumen reconcentrado del fracasado intento de encajar -por enésima vez- Catalunya y España, que se tradujo en un texto de nuevo Estatuto minucioso y detallado (blindado, se dijo), que fue olímpicamente ignorado y menospreciado por todas las instituciones españolas, hasta el punto de vaciarlo de contenido sin la más mínima consideración ni piedad hacia los catalanes que lo habían aprobado y aceptado, aunque con un poco -o mucho- escepticismo. ¡Agárrate: aprobado mediante referéndum vinculante, solo en el ámbito de Catalunya!. Debemos preguntarnos pues porqué el flamante nuevo secretario del PSC propone esta tercera vía ya muerta y descarrilada como exitosa alternativa a la plena soberanía de Catalunya, que reclamamos insistentemente la mayoría de ciudadanos catalanes. Proponer ahora esta pregunta solo tiene una explicación coherente posible. Se trata de enredar la madeja. Lo que les pasa a Miquel Iceta y a los socialistas en general es que están a favor de preguntar a los catalanes, pero jamás sobre la independencia. Ellos son federalistas asimétricos y están a favor de Catalunya y de los catalanes, dicen; naturalmente siempre que no sea contra los intereses de España, que priman por encima de cualesquiera otros. ¿Y qué mejor forma existe para conseguirlo que no sea ganar tiempo -o hacerlo perder a los otros- haciendo preguntas obsoletas, pasadas de moda y completamente inútiles?. Miquel Iceta y los unionistas jacobinos se están convirtiendo en verdaderos maestros mareadores de perdiz, aunque ello signifique tener pocos escrúpulos democráticos y mucha desidia social hacia sus conciudadanos, que solo queremos ejercer el derecho de autodeterminación que poseemos como pueblo y que tanto les cuesta reconocer y aceptar. Por esta razón el novel líder de izquierdas aboga porqué la ley de consultas que está a punto de ser aprobada por la amplia mayoría (aplastante) del Parlament -incluyendo el Partido Socialista de Catalunya-, no sea utilizada para la convocatoria del próximo 9 de noviembre, "ya que será inmediatamente suspendida por el Tribunal Constitucional". Aunque por supuesto afirma que quiere que se celebre, siempre y cuando la convocatoria sea legal y pactada.... ¡Amos, anda!.

Sin embargo, los unionistas de derechas no son tan jacobinos. Son burócratas de nacimiento y rematadamente centralistas....!. En definitiva, son genéticamente funcionarios y, por encima de todo, ¡acomodados abogados del Estado!. Se esconden detrás de una Constitución la cual utilizan, ahora como muro infranqueable, ahora como mera excusa legal a su favor, y también como látigo fustigador contra los descarriados impenitentes. Pero también se sienten revolucionados, inquietos, angustiados. Por esa razón niegan el pan y la sal a los ciudadanos catalanes. ¡No se votará!. ¡Flotareis por el espacio por toda la eternidad!. ¡No permaneceréis dentro de Europa!. ¡Catalunya no es viable económicamente sin España; se arruinará!. ¡La consulta es ilegal!. ¡Sois anticonstitucionales, y nazis, y terroristas y golpistas....!. No se puede negar que Madrit nos ama tanto que no quieren que marchemos. ¡Ni en broma!.

Algunos intelectuales de la cuerda de la FAES -y no solo del PP- se han pronunciado impulsando un manifiesto anti-nacionalista en el que se pide a Mariano Rajoy que no negocie con la Generalitat. Reclaman mano dura contra el nacionalismo catalán -que se aplique toda la ley y se advierta con claridad a Artur Mas de las consecuencias que tendrá, caso de convocar la consulta-, para evitar la derrota de la democracia española. Conminan a PP, PSOE y UPyD para que demuestren su compromiso con España y que lo hagan con hechos: que se imponga la Constitución, que no se hable ni pacte con Catalunya y como colofón, reclaman a los ciudadanos que trabajen organizadamente para la deslegitimación intelectual y política del nacionalismo, y que se movilicen públicamente. ¿Intelectuales que no quieren que se hable de política?. ¿Que reivindican una Constitución opresora?. ¿Que invitan a los ciudadanos a manifestarse contra el 80% de la población catalana que queremos votar?. ¿Que amenazan al presidente de Catalunya con penas de prisión caso de querer ejercer la democracia....?. ¡Solo les falta que adviertan que puede acabar como el president Companys....!. ¡Caramba, como se las gastan los intelectuales españoles!. ¡No nacionalistas, por supuesto!.

No podemos olvidar el penoso papel que juegan también los militares, y la Policía Nacional, y la guardia civil, y la prensa del nuevo Movimiento Nacional renacido, todos ellos impactados por el proceso catalán. Ahora hace un año, el ejercito del aire español hizo unos ejercicios de entrenamiento que perturbaron la paz y tranquilidad de los ciudadanos catalanes, con vuelos rasantes que hacían temblar los cristales de la casas y que causaron más de un susto por el ruido provocado. Ahora son helicópteros militares los que surcan amenazadoramente los cielos catalanes volando por encima de los tejados de algunas villas y ciudades catalanas. Entretanto, la academia de suboficiales de Talarn aprovecha la estancia en el Pirineo catalán para hacer unos cuantos juegos de guerra, como entrenamiento contra una supuesta insurgencia terrorista. Hace pocos días los barceloneses de más edad evocaron la entrada del ejercito franquista en 1939 por la Diagonal cuando un grupo de vehículos acorazados fueron a parar al Cuartel del Bruc para hacer una ostentosa demostración de fuerza y poderío militar. Mañana tal vez la armada de España quiera rendir homenaje a la invasión aliada hecha en Normandía, desembarcando en las playas del Maresme o del Garraf, cerca de Barcelona y atestadas de turistas. Y la caverna mediática madrileña prosigue, incansable, con su peculiar y sesgada manera de ejercer la libertad de información y de expresión.

Faltan solo cuatro meses para que los ciudadanos catalanes seamos llamados a votar si queremos que Catalunya se constituya como Estado libre, soberano e independiente de este Estado español, tan bien representado por jacobinos federalistas, talibanes tradicionalistas, intelectuales inconscientes, periolistos trogloditas y unas fuerzas de seguridad siempre dispuestas a fomentar la incertidumbre, inestabilidad e inseguridad en la sociedad catalana..... Ante este panorama no creo que me pueda equivocar mucho si vaticino que la respuesta más juiciosa el próximo 9 de noviembre será un Si como una catedral. Si a la independencia. Si a la libertad. Si a la justicia. Y por más que nos cueste, Si al futuro. A la esperanza y a la felicidad.







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