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divendres, 14 de febrer del 2014

"CHUSMA Y DELINCUENTES" INDEPENDENTISTAS.

Prosigue con bizarra intensidad la campaña puesta en marcha por el adusto españolismo dominante a lo largo y ancho de toda la península Ibérica, para seducir al sencillo y por lo visto equivocado ciudadano, de sensibilidad catalanista básica y primigenia ahora mayoritaria entre la población del Principado, para así persuadirle que la independencia no le conviene ni interesa en absoluto, puesto que si así fuera pasaría a ser considerado como un auténtico paria y desalmado trotamundos del mundo civilizado y constitucionalista; y además, carente de esperanzas e ilusiones sobre el futuro, y falto del infinito y tierno amor que profesa la que se auto-califica urbi et orbe como Madre Patria por excelencia: el antiguo Reino de Castilla (ancha es Castilla, se decía durante la Reconquista), conocida en nuestros días bajo el nombre de España. Como sea que las élites castellanas con mando en plaza se empeñan en pagar generosamente las pensiones a nuestros jubilados, los subsidios de paro a nuestros desempleados, la televisión pública catalana a nuestros adoctrinados televidentes y las deudas acumuladas por la Generalitat con farmacias, hospitales, universidades, dependencia e incluso la subvención otorgada al restaurante del Parlament para uso y disfrute de nuestros diputados -por supuesto sufragado todo con impuestos catalanes- y como sea que quieren lo mejor de lo mejor para todos nosotros, estos vetustos y desfasados hidalgos del siglo XXI intentan convencer a los descastados ciudadanos catalanes que sin España, Catalunya no es nada. No existiría. Ellos administran, por nuestro bien, nuestros propios recursos financieros generados gracias a su proverbial tolerancia, a sus desvelos, esfuerzos y magnanimidad; ellos recaudan, distribuyen y se reparten paternalmente todos nuestros impuestos, y nos prestan nuestros propios dineros a un interés de risa, para que podamos al menos sobrevivir a la grave crisis que nos acogota a todos; ellos nos aconsejan desinteresadamente para que renunciemos a nuestra ilusionante locura secesionista, pues de lo contrario la sociedad catalana se dividirá, se partirá, se enfrentará y nos pelearemos entre nosotros, y no precisamente por cuestiones como son el paro desenfrenado, los recortes en sanidad y educación, la corrupción institucional galopante, la mengua de derechos civiles, la precariedad laboral, la fragilidad democrática del Estado, la arbitrariedad  y dependencia de la Justicia, o las nuevas leyes de Educación y del aborto de clara inspiración nacional-católica que pretenden re-imponernos a machamartillo. Todo ello, lo hacen por nuestro bien. La culpa de que ocurran los deseados enfrentamientos y las esperadas agresiones entre miembros de una misma familia, catalana por supuesto, ¿no ocurrirán por la grave crisis integral que sufre el Estado español?. ¡Nooo....!, responden rotundamente los nacional-españolistas. Seguro que sucederá porque la sagrada Constitución española no permite, fictíciamente, preguntar a unos ignorantes e ingenuos ciudadanos sobre algo que, aparentemente, depende más de la voluntad y deseos de los poderes fácticos firmemente instituidos y de las élites dirigentes que mandan (es decir, la Santa Alianza, el Foro Puente Aéreo, la Judicatura, la Caverna Mediática o el Gobierno de España, que son quienes reniegan y niegan la consulta), que no de la voluntad y mandato de simples y sencillas personas humanas por ser y sentirnos tozudamente catalanes y demócratas, y que sólo queremos votar en paz y libertad.

La seductora campaña anti-secesionista puesta en marcha por la España eterna nada tiene que envidiar a la empalagosa campaña emprendida por el primer ministro británico David Cameron, para persuadir a los escoceses sobre las ventajas que representan la unión y las instituciones del Reino Unido. En realidad, ambos empeños se parecen tanto como un bolígrafo a un trolebús. Por ejemplo, mientras David Cameron, además de pactar la celebración del referéndum, pide a sus compatriotas que se dirijan a los escoceses y les digan que les necesitan y les supliquen que "no os vayáis. Queremos que os quedéis", en España uno de los impulsores del Partido de la Ciudadanía, C's, el españolísimo Félix Pérez Romera ha comparado con extrema sutileza y rotunda claridad, ante un grupo de notorias personalidades y sesudos intelectuales españoles, el pacífico soberanismo catalán con el sangriento genocidio practicado por los hutus contra los tutsis en Ruanda. Según este locuaz e imaginativo antropólogo, el ejecutivo de Artur Mas es un Gobierno étnico que practica políticas étnicas, como también hace el Parlament de Catalunya. Por su parte, Alejo Vidal-Cuadras, europarlamentario y miembro fundador de la formación extremista Vox, se ha sumado a la fiesta nacional unionista anti-secesionista acusando a la Generalitat de servirse de la lengua catalana para oprimir al pueblo: "Como que Catalunya se expresa y sueña en dos lenguas, se ha de eliminar una", ha dicho refiriéndose a los nacionalistas. Sin embargo, no ha especificado a qué nacionalismo se refería, si catalán o español; y cual es la lengua que hay que eliminar del panorama cultural y lingüístico de este estado de derecho unitarista por antonomasia que es España. Aunque pocas dudas ofrece su exacerbada, sólida y larga trayectoria nacional-españolista y pro-unionista que le caracteriza y distingue. No se olvide que en su docta opinión el soberanismo catalán está compuesto de "chusma y delincuentes" (17.5.2013, siendo todavía miembro del PP)... Según diversas estimaciones efectuadas tras las recientes manifestaciones ciudadanas (10 de julio de 2010, 11 septiembre 2012,  elecciones 25 Noviembre 2012, Vía Catalana 2013), el soberanismo catalán se sustenta en una chusma conformada por más de dos millones de delincuentes.... ¡Por lo menos!.

El españolismo se esfuerza muy mucho en patrocinar el respeto y promocionar los afectos hacia sus señas de identidad más significativas y entrañables. Prueba de ello es lo ocurrido en la reciente final de basquet celebrada en Málaga entre el Barça y el Madrid. Procedieron a retirar con sumo esmero y delicadeza las senyeras catalanas exhibidas en las gradas, siendo sustituidas por banderas españolas. Cromáticamente el paisaje del pabellón no se alteró, pero el honor hispano fué convenientemente restituido. Los seguidores del Barça, previsores, habían cambiado esteladas previamente prohibidas por la autoridad competente por ser inconstitucionales, por senyeras plenamente constitucionales. Pero a ojos y pensamientos españoles esta ingeniosa maldad no coló, por lo cual se actuó para reparar tal afrenta. Los comentaristas de TV3 se escandalizaron ante el avasallador proceder de la Policía Nacional: "Nosotros lo hemos visto, y es un hecho denunciable porque atenta contra los principios más elementales"... ¡Ni caso!. La amargura expresada por los periodistas catalanes no hicieron otra cosa que alimentar el manido victimismo catalán... plenamente justificado. Este jocoso victimismo se ha extendido también entre los vecinos de la población catalana de Sant Celoni gracias a la Guardia Civil, a las órdenes de la Virreina Llanos de Luna y bajo mando directo de Jorge Fernández Diaz, imperecedero ministro del Interior del Reino de España. Una otrora familiar y fraternal pareja de la Guardia Civil procedió (bolígrafo en mano) a tomar nota (bloc en ristre), de todas las esteladas que colgaban en terrazas, balcones y ventanas de los hogares celoninos, expuestas al viento y al sol como claro desafío del vigente ordenamiento jurídico-administrativo español. Ni qué decir tiene que la sentimental ciudadanía sancelonense valoró en su justa medida el proceder de la benemérita, que recordaba aquellos añorados tiempos, ya lejanos, en que era habitual esta imagen de un tricornio duplicado, en caminos, plazas y calles de los pueblos del Estado, tomando notas y controlando a todo quisque que se destacara sobre el resto. Cabe señalar que este proceder ha despertado incluso la curiosidad e interés del periódico francés L'Independent, en una noticia que tituló "Twitter se excita por un censo de banderas independentistas hecho por la Guardia Civil". "Las relaciones de Barcelona y Madrid son muy tensas". La azorada respuesta ciudadana, alegre y proporcionada, ha sido iniciar una campaña en las redes sociales bajo el lema "cap balcó, cap terrassa sense la senyera. Ara més que mai". Traducción (por si acaso): Ningún balcón, ninguna terraza sin bandera. Ahora más que nunca.

Esta apasionada reacción del  nacional-catolicismo español es la visceral respuesta ante el anuncio de la doble pregunta que se someterá a consideración de todos los ciudadanos catalanes el 9 de noviembre de 2014. ¿Quiere que Catalunya sea un Estado?. En caso afirmativo, ¿quiere que este Estado sea independiente?. La primera pregunta es absolutamente innecesaria. Así puede entenderse a la vista de la evidencia mostrada en los ejemplos expuestos más arriba. Y por otras muchas y diversas razones. Una de ellas es la inexistencia de una tercera vía viable, defendida denodada e inútilmente entre otros por la Santa Alianza. Y no solo no existe la tercera vía, sino que además no se la espera. Es palabra -y compromiso- de Rajoy. Además, es una pregunta pretenciosa puesto que ni los conservadores populares, ni los que se auto-califican como progresistas, socialistas y obreristas, no aceptan -ni de lejos- el derecho de los ciudadanos de Catalunya a decidir sobre nuestro futuro político y las relaciones económicas, sociales y administrativas que deberíamos mantener con España. Ni tan solo creen en el federalismo real (no jacobino), tan alejado del propuesto en Granada por los pseudo-socialistas. Por tanto, ¿porqué preguntar sobre alguna cosa que nadie desea y que es imposible que pase?. Es mucho más juicioso, más realista y más práctico preguntar directamente sobre si los ciudadanos queremos o no la independencia de Catalunya.

Me pregunto, ¿porqué el derecho de autodeterminación que defendemos la inmensa mayoría de catalanes, ha de salvar la cara de los ilusos federalistas de salón -centralistas y decimonónicos-, que aún creen en imposibles terceras vías?. La pregunta pertinente a formular no es otra que ¿Quiere que Catalunya sea independiente?. Mi respuesta es un rotundo SI. Y me temo que no será el único voto afirmativo. Por lo menos más de dos millones de votos emitidos por una chusma de delincuentes independentistas se sumarán al mio. O yo al suyo.




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