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divendres, 21 de febrer del 2014

LA UNIÓN EUROPEA, DURAO BARROSO Y LA INDEPENDENCIA.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se ha sumado a la campaña a favor del NO iniciada por David Cameron sobre el referéndum de autodeterminación de Escocia, a celebrar el 18 de septiembre de 2014. Opina que "seguir en la UE será extremadamente difícil, si no imposible", en caso de que Escocia alcance la independencia, ya que es muy improbable lograr el respaldo unánime de sus 28 estados miembros. Esgrime el veto ¿de España? como el que blande una espada vengadora para cercenar las ilusiones y anhelos de escoceses y catalanes. Debo confesar que las opiniones de Durao no resultan extemporáneas puesto que se ciñe estrictamente y defiende diligentemente la voluntad y deseos de los estados concernidos directamente en procesos secesionistas. Es decir, el Reino Unido y el Reino de España.

Creo que en la Comisión Europea no son conscientes del devastador efecto que causan este tipo de declaraciones sobre las convicciones europeistas que todavía alberga la opinión pública, y que tan a menudo hacen los máximos representantes de la UE que inciden negativa e inexorablemente en la historia y el prestigio de esa misma Unión. Por lo que se refiere a Catalunya, la consideración que nos merecen estas manifestaciones es que carecen de la mesura y credibilidad pertinentes. Además, ahora estos mensajes incrementan exponencialmente la valoración popular de ser auténticos disparates; y provocan también un acentuado aumento del euroescepticismo entre los anonadados ciudadanos que sufren tales invectivas. Ante este proceder, cabe formular algunas preguntas: Cuando se produjo la reunificación alemana, la Comisión o los estados miembros de la Unión, ¿se opusieron a la absorción de la RFA sobre la RDA?. ¿Negaron el derecho a reconstituir una Alemania unida?. ¿Propusieron el destierro de los alemanes orientales más allá de las fronteras de la Unión?. ¿De verdad expulsarán a 7,5 millones de catalanes, porque España se obstine en vengar su honor mancillado y se niegue aceptar la "creciente bolsa de dinero menguante" disponible?. ¿Acaso los catalanes tenemos que renunciar a nuestros anhelos de libertad, justicia y supervivencia como nación, porque la Unión no quiere complicaciones políticas?. ¿No creen que la inestabilidad económica ya está firmemente instalada en la UE, precisamente a causa de decisiones equivocadas adoptadas por la troika?. ¿No sirve de nada que desde 1986 los catalanes hayamos cumplido puntual y escrupulosamente nuestros deberes para con la Unión y haber adquirido y ejercido plenos derechos como ciudadanos europeos?. ¿No se tiene en cuenta que Catalunya es contribuyente neto a las arcas comunitarias, mientras que España es receptor nato de recursos europeos?. Además, ¿ignoran que la Unión Europea ya no es percibida, especialmente desde la ribera norte del Mediterráneo, como garantía de prosperidad, ni de desarrollo económico o justicia social?. La duda más grave que ahora nos planteamos es, ¿la UE ya no es un club de países promotores y defensores del estado de bienestar europeo?. ¿Ya no respeta los principios democráticos que se hallaban incorporados en sus genes políticos desde los orígenes fundacionales de la antigua CECA, después Mercado Común, posteriormente CEE y en nuestro tiempo UE?.

El señor Durao Barroso y sus comisarios afirman que sus grotescas declaraciones no pretenden interferir sobre los procesos soberanistas que se desarrollan en Escocia o Catalunya, pero lo cierto es que sí lo hacen. Y de una forma bastante chapucera. Para muchos catalanes, las frecuentes meteduras de pata y el dedo en ojo ajeno que continuamente ocasiona la UE, causan una notable irritación y hartazgo entre la ciudadanía. Máxime cuando la Unión, como se ha dicho, ya no resulta una ganga, sino más bien una onerosa carga que soportar. Para los catalanes, casi al mismo nivel y pesadez que la España popular. No resulta extraño que cada día que pasa las filas de ciudadanos que se manifiestan contra la UE y el euro se incrementen. La Unión solo tiene como incondicionales a su favor a grandes industriales, banqueros, especuladores, los terratenientes agraciados con los subsidios agrícolas y altos funcionarios, ya sean estatales o europeos. Tanto da que el número de entusiastas unionistas europeos privilegiados sean una ínfima fracción respecto el número total de ciudadanos de los distintos países que configuran la UE. Pero somos precisamente los ciudadanos de a pie los que soportamos los recortes en educación, sanidad, subsidios de desempleo, dependencia y pensiones, además de sufrir precariedad e indefensión laboral, devaluación salarial y paro desenfrenado. El resultado de esta ignominiosa realidad es transitar a toda velocidad desde la resignación y sumisión ciudadanas hasta la incontenible impaciencia, hastío e indignación... En el caso de Catalunya, sabemos que la culpa es en gran medida del gobierno de Madrit, pero no ignoramos que es precisamente Bruselas la que aprieta las tuercas a los frágiles gobiernos del sur de Europa, imponiendo la hoja de ruta marcada por lobbys, el BCE, la troika y Merkel, en defensa del Euro, la prima riesgo, la gran economía, las altas finanzas (especialmente las germanas) y el pago de los intereses de la deuda pública española la cual, por cierto, no cesa de aumentar aceleradamente, día a día. En consecuencia, no resulta descabellado suponer que muchos ciudadanos podamos tener como objetivo para un futuro ilusionante y pletórico de esperanza, lograr la independencia aunque solo sea para desembarazarnos de un artilugio sumamente antipático y oneroso, que se halla en manos de burócratas y tecnócratas miopes, sordos y lenguaraces como es el caso de la actual Comisión Europea... Recordemos que fuera de la Unión sigue existiendo esperanza, alegría, salud y vida, como demuestran Suiza o Noruega, por ejemplo; y quién sabe si en un futuro no muy lejano se unirán también Escocia, Catalunya y Flandes. Lo único que logrará la absurda política anti-independentista que mantiene la Unión Europea del complaciente y amortizado Durao Barroso, será hacer que los ciudadanos prefieran salir de la UE antes que permanecer dentro de ella, donde cada vez hace más frío, más humedad y huele más rancio.

Así pues, ante este panorama, lo que antes era percibido como garantía de justicia, solidaridad, desarrollo económico y social, estado de bienestar y libertad, ahora es visto como arbitrariedad, atropello, retroceso social, marasmo económico, estado de precariedad, imposición y excesiva dependencia de poderosos intereses espurios. No resulta extraño que el populismo anti-europeista se extienda como una mancha de aceite en Francia, Italia, Dinamarca, Holanda o el Reino Unido. Pero en el caso de Catalunya no es precisamente el populismo lo que avanza, sino que los ciudadanos nos vemos absurdamente impelidos a escoger entre la independencia de nuestra nación o continuar dentro la Unión. Y nosotros lo tenemos muy claro. Queremos la libertad. La justicia. Preferimos la esperanza e ilusión de crear un nuevo estado. Queremos la independencia. Ya sea dentro o fuera de la Unión Europea.... Imagínese el lector qué sucedería con la estabilidad del euro y la integridad política de la propia Unión si los ciudadanos de por lo menos dos nuevos estados libres y soberanos rechazaran formar parte de ella, a causa de la ligereza oratoria de los comisarios europeos y de las estúpidas y suicidas políticas económicas que tan alegremente imponen.

Por todo ello, cabría informar al señor Durao Barroso y sus amigos que en boca cerrada no entran moscas. Y más, cuando lo que articulan sus labios no son más que perogrulladas. Favorables y del agrado de España y Reino Unido, pero auténticas tonterías. Y como dice el refrán, de tonterías las justas. Y más si provienen de mandatarios europeos.





divendres, 14 de febrer del 2014

"CHUSMA Y DELINCUENTES" INDEPENDENTISTAS.

Prosigue con bizarra intensidad la campaña puesta en marcha por el adusto españolismo dominante a lo largo y ancho de toda la península Ibérica, para seducir al sencillo y por lo visto equivocado ciudadano, de sensibilidad catalanista básica y primigenia ahora mayoritaria entre la población del Principado, para así persuadirle que la independencia no le conviene ni interesa en absoluto, puesto que si así fuera pasaría a ser considerado como un auténtico paria y desalmado trotamundos del mundo civilizado y constitucionalista; y además, carente de esperanzas e ilusiones sobre el futuro, y falto del infinito y tierno amor que profesa la que se auto-califica urbi et orbe como Madre Patria por excelencia: el antiguo Reino de Castilla (ancha es Castilla, se decía durante la Reconquista), conocida en nuestros días bajo el nombre de España. Como sea que las élites castellanas con mando en plaza se empeñan en pagar generosamente las pensiones a nuestros jubilados, los subsidios de paro a nuestros desempleados, la televisión pública catalana a nuestros adoctrinados televidentes y las deudas acumuladas por la Generalitat con farmacias, hospitales, universidades, dependencia e incluso la subvención otorgada al restaurante del Parlament para uso y disfrute de nuestros diputados -por supuesto sufragado todo con impuestos catalanes- y como sea que quieren lo mejor de lo mejor para todos nosotros, estos vetustos y desfasados hidalgos del siglo XXI intentan convencer a los descastados ciudadanos catalanes que sin España, Catalunya no es nada. No existiría. Ellos administran, por nuestro bien, nuestros propios recursos financieros generados gracias a su proverbial tolerancia, a sus desvelos, esfuerzos y magnanimidad; ellos recaudan, distribuyen y se reparten paternalmente todos nuestros impuestos, y nos prestan nuestros propios dineros a un interés de risa, para que podamos al menos sobrevivir a la grave crisis que nos acogota a todos; ellos nos aconsejan desinteresadamente para que renunciemos a nuestra ilusionante locura secesionista, pues de lo contrario la sociedad catalana se dividirá, se partirá, se enfrentará y nos pelearemos entre nosotros, y no precisamente por cuestiones como son el paro desenfrenado, los recortes en sanidad y educación, la corrupción institucional galopante, la mengua de derechos civiles, la precariedad laboral, la fragilidad democrática del Estado, la arbitrariedad  y dependencia de la Justicia, o las nuevas leyes de Educación y del aborto de clara inspiración nacional-católica que pretenden re-imponernos a machamartillo. Todo ello, lo hacen por nuestro bien. La culpa de que ocurran los deseados enfrentamientos y las esperadas agresiones entre miembros de una misma familia, catalana por supuesto, ¿no ocurrirán por la grave crisis integral que sufre el Estado español?. ¡Nooo....!, responden rotundamente los nacional-españolistas. Seguro que sucederá porque la sagrada Constitución española no permite, fictíciamente, preguntar a unos ignorantes e ingenuos ciudadanos sobre algo que, aparentemente, depende más de la voluntad y deseos de los poderes fácticos firmemente instituidos y de las élites dirigentes que mandan (es decir, la Santa Alianza, el Foro Puente Aéreo, la Judicatura, la Caverna Mediática o el Gobierno de España, que son quienes reniegan y niegan la consulta), que no de la voluntad y mandato de simples y sencillas personas humanas por ser y sentirnos tozudamente catalanes y demócratas, y que sólo queremos votar en paz y libertad.

La seductora campaña anti-secesionista puesta en marcha por la España eterna nada tiene que envidiar a la empalagosa campaña emprendida por el primer ministro británico David Cameron, para persuadir a los escoceses sobre las ventajas que representan la unión y las instituciones del Reino Unido. En realidad, ambos empeños se parecen tanto como un bolígrafo a un trolebús. Por ejemplo, mientras David Cameron, además de pactar la celebración del referéndum, pide a sus compatriotas que se dirijan a los escoceses y les digan que les necesitan y les supliquen que "no os vayáis. Queremos que os quedéis", en España uno de los impulsores del Partido de la Ciudadanía, C's, el españolísimo Félix Pérez Romera ha comparado con extrema sutileza y rotunda claridad, ante un grupo de notorias personalidades y sesudos intelectuales españoles, el pacífico soberanismo catalán con el sangriento genocidio practicado por los hutus contra los tutsis en Ruanda. Según este locuaz e imaginativo antropólogo, el ejecutivo de Artur Mas es un Gobierno étnico que practica políticas étnicas, como también hace el Parlament de Catalunya. Por su parte, Alejo Vidal-Cuadras, europarlamentario y miembro fundador de la formación extremista Vox, se ha sumado a la fiesta nacional unionista anti-secesionista acusando a la Generalitat de servirse de la lengua catalana para oprimir al pueblo: "Como que Catalunya se expresa y sueña en dos lenguas, se ha de eliminar una", ha dicho refiriéndose a los nacionalistas. Sin embargo, no ha especificado a qué nacionalismo se refería, si catalán o español; y cual es la lengua que hay que eliminar del panorama cultural y lingüístico de este estado de derecho unitarista por antonomasia que es España. Aunque pocas dudas ofrece su exacerbada, sólida y larga trayectoria nacional-españolista y pro-unionista que le caracteriza y distingue. No se olvide que en su docta opinión el soberanismo catalán está compuesto de "chusma y delincuentes" (17.5.2013, siendo todavía miembro del PP)... Según diversas estimaciones efectuadas tras las recientes manifestaciones ciudadanas (10 de julio de 2010, 11 septiembre 2012,  elecciones 25 Noviembre 2012, Vía Catalana 2013), el soberanismo catalán se sustenta en una chusma conformada por más de dos millones de delincuentes.... ¡Por lo menos!.

El españolismo se esfuerza muy mucho en patrocinar el respeto y promocionar los afectos hacia sus señas de identidad más significativas y entrañables. Prueba de ello es lo ocurrido en la reciente final de basquet celebrada en Málaga entre el Barça y el Madrid. Procedieron a retirar con sumo esmero y delicadeza las senyeras catalanas exhibidas en las gradas, siendo sustituidas por banderas españolas. Cromáticamente el paisaje del pabellón no se alteró, pero el honor hispano fué convenientemente restituido. Los seguidores del Barça, previsores, habían cambiado esteladas previamente prohibidas por la autoridad competente por ser inconstitucionales, por senyeras plenamente constitucionales. Pero a ojos y pensamientos españoles esta ingeniosa maldad no coló, por lo cual se actuó para reparar tal afrenta. Los comentaristas de TV3 se escandalizaron ante el avasallador proceder de la Policía Nacional: "Nosotros lo hemos visto, y es un hecho denunciable porque atenta contra los principios más elementales"... ¡Ni caso!. La amargura expresada por los periodistas catalanes no hicieron otra cosa que alimentar el manido victimismo catalán... plenamente justificado. Este jocoso victimismo se ha extendido también entre los vecinos de la población catalana de Sant Celoni gracias a la Guardia Civil, a las órdenes de la Virreina Llanos de Luna y bajo mando directo de Jorge Fernández Diaz, imperecedero ministro del Interior del Reino de España. Una otrora familiar y fraternal pareja de la Guardia Civil procedió (bolígrafo en mano) a tomar nota (bloc en ristre), de todas las esteladas que colgaban en terrazas, balcones y ventanas de los hogares celoninos, expuestas al viento y al sol como claro desafío del vigente ordenamiento jurídico-administrativo español. Ni qué decir tiene que la sentimental ciudadanía sancelonense valoró en su justa medida el proceder de la benemérita, que recordaba aquellos añorados tiempos, ya lejanos, en que era habitual esta imagen de un tricornio duplicado, en caminos, plazas y calles de los pueblos del Estado, tomando notas y controlando a todo quisque que se destacara sobre el resto. Cabe señalar que este proceder ha despertado incluso la curiosidad e interés del periódico francés L'Independent, en una noticia que tituló "Twitter se excita por un censo de banderas independentistas hecho por la Guardia Civil". "Las relaciones de Barcelona y Madrid son muy tensas". La azorada respuesta ciudadana, alegre y proporcionada, ha sido iniciar una campaña en las redes sociales bajo el lema "cap balcó, cap terrassa sense la senyera. Ara més que mai". Traducción (por si acaso): Ningún balcón, ninguna terraza sin bandera. Ahora más que nunca.

Esta apasionada reacción del  nacional-catolicismo español es la visceral respuesta ante el anuncio de la doble pregunta que se someterá a consideración de todos los ciudadanos catalanes el 9 de noviembre de 2014. ¿Quiere que Catalunya sea un Estado?. En caso afirmativo, ¿quiere que este Estado sea independiente?. La primera pregunta es absolutamente innecesaria. Así puede entenderse a la vista de la evidencia mostrada en los ejemplos expuestos más arriba. Y por otras muchas y diversas razones. Una de ellas es la inexistencia de una tercera vía viable, defendida denodada e inútilmente entre otros por la Santa Alianza. Y no solo no existe la tercera vía, sino que además no se la espera. Es palabra -y compromiso- de Rajoy. Además, es una pregunta pretenciosa puesto que ni los conservadores populares, ni los que se auto-califican como progresistas, socialistas y obreristas, no aceptan -ni de lejos- el derecho de los ciudadanos de Catalunya a decidir sobre nuestro futuro político y las relaciones económicas, sociales y administrativas que deberíamos mantener con España. Ni tan solo creen en el federalismo real (no jacobino), tan alejado del propuesto en Granada por los pseudo-socialistas. Por tanto, ¿porqué preguntar sobre alguna cosa que nadie desea y que es imposible que pase?. Es mucho más juicioso, más realista y más práctico preguntar directamente sobre si los ciudadanos queremos o no la independencia de Catalunya.

Me pregunto, ¿porqué el derecho de autodeterminación que defendemos la inmensa mayoría de catalanes, ha de salvar la cara de los ilusos federalistas de salón -centralistas y decimonónicos-, que aún creen en imposibles terceras vías?. La pregunta pertinente a formular no es otra que ¿Quiere que Catalunya sea independiente?. Mi respuesta es un rotundo SI. Y me temo que no será el único voto afirmativo. Por lo menos más de dos millones de votos emitidos por una chusma de delincuentes independentistas se sumarán al mio. O yo al suyo.




divendres, 7 de febrer del 2014

SOBRE FELIPE GONZALEZ, EL DIÁLOGO Y LA JUSTICIA CASTELLANA.

Los unionistas españoles suelen argumentar que todavía es posible evitar el anunciado choque de trenes entre Catalunya y España, consecuencia del contencioso político planteado por la sociedad catalana. Tienen la ilusoria pretensión de incitar y estimular la reacción del Gobierno de Mariano Rajoy para que acepte dialogar con los soberanistas, es decir, con el malvado Artur Mas. Y hacerlo por lo menos sobre la cicatera financiación que sufre Catalunya, y las competencias de educación y cultura -política lingüística-, las cuales proponen sean exclusivas de la Generalitat. Esto es, no manipuladas ni vulneradas continuamente por el Gobierno español de turno. Suponen -en vano- que así lograrán contener las ansias de libertad de los ciudadanos y reconducir estos peligrosos anhelos independentistas nuevamente a favor de los intereses de España, para que todo continúe igual. De lo contrario, "todos saldremos perdiendo". En su tendenciosa opinión, las perdidas castigarán especialmente a Catalunya. Lo cual es objetivamente falso. 


Este deseo, esta ensoñación tan recurrente que comparten los integrantes de la Santa Alianza o del Foro Puente Aéreo, en realidad deviene como una vana ilusión; incluso como una auténtica pesadilla. Sus esperanzas se ven truncadas ante la cruda realidad que ofrece, día a día, el nacional-catolicismo que rige los destinos del desventurado Estado español en el presente. Y ello a causa primordialmente de las decisiones que adopta el Gobierno central, con el inquebrantable respaldo del Partido Popular, en todo lo referido a Catalunya. Cuando se trata de hablar de finanzas, sale el Montoro de turno y niega obscena e irritantemente la magnitud del expolio que sufrimos los catalanes. Además, ocultan las balanzas fiscales bajo una montaña de falaces consideraciones supuestamente indiscutibles, a partir de centenares de datos que son utilizados como los árboles que no dejan ver el bosque, e inventan nuevos métodos de cálculo creados ad hoc para manipular y revertir el expolio catalán, transformándolo en un presunto altruismo financiero de España hacia Catalunya. He aquí el origen y las intenciones que albergan las cacareadas cuentas públicas regionalizadas, recién paridas por el ministerio de Hacienda. Las cuales, por cierto, ningún catalán medianamente informado creerá. Por lo demás, si se trata de dialogar, la rotundidad y persistencia de la negativa española impiden cualquier mínima tentativa que permita siquiera plantear la posibilidad de acometer un debate real, directo y sosegado sobre la cuestión que enfrenta ambas naciones. ¡No!, ¡no!, ¡no!. ¡Jamás de los jamases!. Se puede hablar de todo, excepto de lo sustancial. Téngase en cuenta además que suelen acompañar sus aparentes ofertas de diálogo -en realidad, diálogo de besugos-, con amenazas e insultos más o menos velados y una serie de mentiras y descaradas manipulaciones de hechos, dichos y datos, que resultan a veces grotescas, a veces estrafalarias y siempre absurdas. Por supuesto, este tipo de actuación no se circunscribe solo en la órbita del PP. Se extiende a C's, a UPyD y al PSOE. Y también al neo-nato Vox, escisión ultra-nacionalista situada a la derecha de la derecha del PP. Parafraseando a  José Maria Aznar, puede afirmarse que la agresiva transversalidad de la negativa hispana no se halla instalada "ni en desiertos remotos, ni en montañas lejanas". Está impregnada en el mismísimo tuétano existencial de la España eterna e inmemorial. Y por supuesto, se trata de una negación  inamoviblemente hiper-constitucionalista.


Las amenazas sobre el catalanismo llueven de todas partes. La última, del ex-presidente Felipe González Márquez, cuyo partido por cierto, defendía en el pasado el derecho de autodeterminación de los pueblos con tanto entusiasmo como firmeza. Hasta que el PSOE abandonó sus ideales originarios e incluso el alma socialista. Durante el cara a cara mantenido con Artur Mas, no se ha cortado ni un pelo y con su proverbial labia andaluza ha recordado, a modo de advertencia, el sangriento conflicto de los Balcanes. Para acreditar sus conocimientos sobre los procesos de independencia que ha vivido últimamente Europa, mencionó a la ex-Yugoslavia, a lo que Artur Mas respondió que los países balcánicos ahora están entrando en la UE. "Quienes no entran en la Unión son los 300.000 muertos que hubo", espetó secamente Felipe González. Posteriormente, anunció la consabida fractura interna en Catalunya y la fractura con España, caso de celebrarse la consulta. "Si nos embarcamos en un camino hacia lo imposible se despertará el nacionalismo español contra esta deriva", advirtió... ¡Alabado sea Dios!. ¿Acaso el nacionalismo español ha estado alguna vez dormido?. ¡Si es lo único en España que no hace la siesta!. ¡El nacionalismo hispano siempre está presente y en alerta permanente!. "En la UE hay un rechazo muy profundo a la independencia de Catalunya". Según  Felipe González, los dirigentes de la UE "están aterrados de pensar que se puede producir una desarticulación territorial interna de los Estado-nación que conforman la UE".... Tal vez por esta razón los países que conformaron la antigua Yugoslavia están ingresando, uno tras otro, ¡incluso Servia! como nuevos socios de la Unión. Como ocurriera en su día con los antiguos estados satélites de la URSS. Lo que no está sucediendo -ni sucederá- es que se expulsen de la UE a unos ciudadanos -catalanes- plenamente europeos, con los deberes cumplidos y derechos adquiridos desde hace años, porque un Estado-nación vengativo se oponga a su permanencia en la UE por pura inquina. Si existiera rechazo no sería contra una nación como Catalunya, pacífica, democrática y además contribuyente financiero neto, y de economía sólida y desarrollada. Tal vez teman más un Estado que de repente perdería entre el 30% y el 40% de su PIB, además de la zona más exportadora y sociedad más progresista en los ámbitos de la industria, la política, la sanidad, la investigación y la económica en general, del antiguo Estado-nación supuestamente desvertebrado.

Será para no dar una imagen antipática o rabiosa que el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, se muestra tan comprensivo y tolerante ante el proceso iniciado en el Reino Unido. Ha descartado que España vete la continuidad de Escocia en la UE caso de alcanzar la independencia, ya que el contencioso escocés es legal y pactado entre las partes. ¡Justo lo contrario que hace España!, que niega la legalidad y prefiere hablar del tiempo o de toros antes que de política y democracia... Lo que el ministro Margallo no puede evitar es que los periodistas del Financial Times destaquen que "su posicionamiento ambiguo sobre Escocia está fuertemente contrastado con su retórica intransigente sobre Catalunya". No deben extrañarse los periodistas británicos de la retorcida oratoria del canciller español. Escocia no causa en él los desarreglos estomacales y mentales que sí le produce Catalunya, puesto que esta es para España una auténtica gallina de los huevos de oro, que consideran no pueden permitirse perder. He aquí el quid de la cuestión.

Los deseos del Foro Puente Aéreo también topan con el proceder de la justicia castellana, aquella que no es ni sorda, ni ciega, ni muda. Ni independiente. La judicatura española oye todas las sugerencias y cumple a pies juntillas cualquier recomendación que le dictan sus allegados, sobre y contra el idioma catalán y por extensión, contra Catalunya. Ve y sigue las señales e indicaciones que emiten sus compatriotas de recia identidad castellana. Y no se calla ni se sonroja cuando imparte alegremente injusticia a tutti pleni. La última monada emitida por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha sido dictar cinco sentencias que obligan -bajo amenazas- a los directores de los colegios afectados por las mismas, a fijar un 25% -¿porqué no un 32% o un 14%?- de horario lectivo en idioma castellano para garantizar su presencia como lengua vehicular. Saltándose olímpicamente la autoridad de la Conselleria d'Ensenyament, competente en la aplicación de la norma sobre la lengua vehicular en la escuela, la justicia castellana se apropia de la potestad del Parlament, único poder legislativo que hace y aprueba las leyes catalanas. También se arroga y enmienda conocimientos pedagógicos y lingüísticos de reconocidos expertos y desdeña la voluntad de muchos padres de alumnos sencillamente catalanes, para concluir que el castellano debe prevalecer por encima de la realidad catalana. Es decir, como los padres de cinco estudiantes exigieron que sus hijos recibieran la educación en castellano, todos los alumnos de las cinco aulas, de los cinco colegios en los que asisten los afortunados y privilegiados niños castellano parlantes, repito, ¡todos sus compañeros de aula! deberán hacerlo obligatoriamente también en el idioma de Cervantes. Los jueces españoles han resuelto que no basta con hacer incumplir una ley catalana plenamente vigente, sino que además deciden interpretarla a su gusto y según su ideología, aunque sea de forma tan torticera que resulta totalmente injusta. No importa nada que la ley catalana que ahora violentan miserablemente fuera aprobada por amplia mayoría -por todos los grupos excepto el popular- en el Parlament, y que la misma recoja que la lengua vehicular en la enseñanza es el catalán. Tampoco es relevante que esta misma ley garantice el aprendizaje del castellano -como así sucede- incluso con atención individualizada para los alumnos que lo necesiten. No es sustancial que la comunidad educativa y académica, y diversas instituciones de Catalunya, de Europa y del Mundo avalen el actual modelo de inmersión lingüístico en catalán, calificándolo como un éxito indiscutible. En cuanto al derecho del resto de alumnos del aula cuyos padres sí quieren que sus hijos reciban la enseñanza en catalán, se lo pasan por el forro y sanseacabó... Ningún argumento catalán es significativo ni merece consideración alguna por parte de la judicatura española. Creen sinceramente que no valen para nada. Los jueces españoles no saben -o no quieren saber- de igualdad, fraternidad o libertad. Ni siquiera de legitimidad. No son franceses y mucho menos republicanos, son castellanos y por tanto, defienden lo suyo y a los suyos. Por encima de la imparcialidad, de la solidaridad, de la voluntad y del libre albedrío de las personas y las familias catalanes.... Para la justicia castellana solo es válido impartir injusticia. Sobre todo cuando se trata de algo referido al idioma catalán o a Catalunya, o a favor del castellano y de Castilla. Es decir, a favor de España.

La deseada quimera que anhelan la Santa Alianza y del Foro Puente Aéreo por lo que parece nunca llegará a materializarse. La España en manos del Partido Popular no lo permite, puesto que no creen en las virtudes del diálogo. Ni en las bondades de la Democracia. Y mucho menos, en la independencia de la Justicia. En realidad, el Partido Popular no cree en los principios democráticos comúnmente aceptados, ni en la separación de poderes propios de los países civilizados. Los populares abusan de la Justicia, manipulan la Democracia y retuercen y coartan la Libertad. Solo conocen la imposición y el ordeno y mando. No saben qué significa transparencia política, ni qué es la regeneración democrática y les importa un pimiento lo que puedan querer, pensar o sufrir las personas que componen la sociedad que gobiernan... ¡Por Dios bendito!. Si incluso niegan la vergonzosa y monumental corrupción que pringa a muchos de sus principales dirigentes, y por extensión a su propio partido. ¡Arrastrando tras de sí también a los militantes que aún son honrados y honestos!. Los nacionalistas españoles -los mismos que según Felipe González están durmiendo- se han lanzado en una loca carrera para topar frontalmente, en este caso, contra la osadía catalana. Igual como hace un toro cuando embiste enfurecido contra un trapo rojo. Pasará lo mismo que le ocurre al toro. El torero apartará gallardamente la muleta y el morlaco empitonará el viento levantando violentamente la testuz. Y sus cuernos pincharán el vacío.

Cuando acaben derrengados, exhaustos, vencidos por su propia testarudez, puede que recobren el buen juicio y el sentido común. Tal vez en ese momento se avengan a dialogar y a pactar sin restricciones ni condiciones previas. Quizás entiendan al fin porqué es necesario hacerlo sobre la celebración de un referéndum para que los catalanes podamos decidir el futuro político y administrativo de Catalunya. Solo le restará aceptar democráticamente la decisión adoptada por los ciudadanos. Y el toro español podrá entonces recuperar fuerzas y claridad intelectual, para así ponerlas al servicio y para beneficio de sus ahora postergados compatriotas españoles. Como así debería ser siempre.