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dijous, 5 de desembre del 2013

HISTRIONES, PATRAÑAS Y EL PARTIDO DE CIUDADANOS.

Imagine el lector a un conjunto de pretenciosos profesionales españoles, hastiados e hipócritas, que quisieran influir en la sociedad en la cual viven, puesto que los acontecimientos que se desarrollan en su entorno no resultan de su agrado. Se sentirían socialmente incómodos, personal y colectivamente irritados y decididos a hacer valer la superioridad moral e intelectual que creen poseer para cambiar  las convicciones, los anhelos y las esperanzas de los ciudadanos, hacia postulados más próximos a los suyos. Y por tanto, más convenientes a sus intereses socio-políticos. ¿Que podrían hacer este grupo de pocos pero petulantes intelectuales notablemente resentidos y dispuestos a todo, en aras de modificar la voluntad mayoritariamente expresada, elección tras elección, por un puñado de ignorantes votantes que osan declararse catalanistas?. La respuesta es obvia: crear un partido político. Los principios ideológicos que inspirarían esta formación recién parida tendrían que ser necesariamente difusos, inconcretos. Deberían disimular y cuidar las formas y maneras, a semejanza de lo que algunos siglos atrás hizo el fiscal del Consejo de Castilla, Don José Rodrigo Villalpando, ante el desafío que planteaba la colonización de Catalunya, recién conquistada a sangre y fuego en aquellos aciagos días: "que se consiga el efecto sin que se note el cuidado". Esto es, ser aparentemente progresistas pero íntimamente conservadores; abrazar principios propios de la socialdemocracia, pero hacer prevalecer sobre cualquier otra la ideología liberal-conservadora, que tanto predicamento cosecha entre las élites dirigentes situadas cómodamente en el llamado centro político... Una especie de amalgama amorfa trufada de tradicionalismo, centrismo (centralismo) y falso progresismo, con un ligero toque de xenofobia, muy propio del nacionalismo español al uso. También procederían a la unción de un líder mediático, preferentemente joven y políticamente virginal, osado y arrogante; con un cierto aire de prepotencia y suficiencia a la vez, el cual debería exhibir un estilo agresivo, populista y descaradamente constitucional; es decir, marcadamente españolista; aunque por supuesto, declarándose furibundo anti-nacionalista; esto es, anti-catalanista. Y demagogo, decididamente demagogo. Y victimista, matizadamente victimista. Y secretamente nacionalista (sin reconocerse como tal). Y disimuladamente... En definitiva, una especie de Alejandro Lerroux del siglo XXI. He aquí el típico líder de un partido español, populista, agitador mediático, aparente regeneracionista y ferviente lampedusiano. Este es el patrón que utilizaron los cabreados intelectuales nacional-españolistas para crear Ciudadanos-Partido de la ciudadanía, allá por el año 2005; y a su líder Albert Rivera, que debería guiarles y luchar en defensa de los ideales del Movimiento neonato, en principio circunscrito al ámbito catalán pero con pretensiones de expandirse por todo el Estado..

C's nació para resolver los problemas cotidianos de las personas. Por ejemplo: entre otros temas, para defender la libre celebración de la fiesta nacional española -la sangrienta tauromaquia- en Catalunya, de grado o por fuerza; y también para amparar a los sojuzgados seguidores catalanes de la selección española, conocida como "la roja", por lo visto incansablemente perseguidos y discriminados en las tierras del rei Nostre Senyor, Jaume el Conqueridor. Así mismo se auto-erigen como promotores del bilingüismo, incluso del trilingüísmo, aunque lo deban practicar exclusivamente los ciudadanos catalano-parlantes. Se proclaman paladines de las libertades perdidas por los virtualmente esclavizados y perseguidos castellano-parlantes, en manos ahora de las hordas separatistas. O como defensores de los imaginariamente abducidos espectadores de TV3; o como severo azote contra la subvencionada prensa escrita en catalán, si bien estas subvenciones quedan muy por debajo de las percibidas encubiertamente por la prensa madrileña (y no precisamente por cuestiones idiomáticas). Se postulan como valedores de aquellos que supuestamente se sienten agraviados por las entidades catalanistas tipo Òmnium Cultural, ANC, Institut Ramón Llull, AMI..., todas ellas instituciones que en su opinión carecen de sentido común y secuestran el libre albedrío de las personas. Estos y otros problemas reales, como puede ser exigir el cambio de modelo lingüístico escolar catalán, para satisfacer la petición de una docena de padres desinhibidamente anti-catalanistas, son los que interesan a C's. Son su norte y guía, su razón de ser. Son el alfa y omega de su existencia. C's nació "para hacer frente al ahogo que para el conjunto de la sociedad catalana suponen, desde hace más de veinticinco años, las políticas nacionalistas identitarias que pretenden homogeneizar culturalmente una sociedad plural y diversa", señala unos de sus puntos fundacionales. Consecuentemente, ¿qué mejor respiración asistida -ante el ahogo catalanista- que insuflar políticas nacionalistas identitarias netamente españolistas?. En definitiva, españolizar a los catalanes, como pretende imponer el ministro Wert (¡de Educación y Cultura!), a semejanza de los vanos y fracasados intentos perpetrados por el franquismo. De esta forma, la sociedad plural y diversa dejará de ser catalana y será culturalmente española. Muy española. Más uniforme y menos plural, si cabe... ¡Será más castellana!.

El lector puede imaginar cual ha sido la reacción de C's ante el proceso soberanista emprendido por la mayoría de catalanes. ¡Sacan fuego por las muelas!, que diría un catalán españolizado (un Wertzotas). De hecho, en este mismo blog se hallan recogidos incontables y variados ejemplos de opiniones expresadas por destacados miembros del unionismo hispano y concretamente, del partido de la ciudadanía. En resumen opinan que la independencia de Catalunya es un desvarío, un golpe de estado, es algo propio de nazis y fascistas. Es imposible de conseguir. Un auténtico fraude. Y además, es anticonstitucional. ¡Nada menos!. El progresismo que defiende C's consiste, por ejemplo, en suprimir lo que califican despectivamente como embajadas catalanas, para recortar recursos superfluos y dedicarlos a cosas más necesarias, como pueden ser la implantación del castellano en calidad de lengua vehicular en la enseñanza, para así mejor avasallar el idioma catalán en la escuela, hasta la proscripción definitiva. Pues bien, al margen de conseguir un ahorro irrisorio, ¿qué incidencia tendría para el comercio y el turismo, para el empleo y para la proyección exterior de Catalunya, el hecho de eliminar las delegaciones de la Generalitat?. Las denostadas embajadas contribuyen significativamente a la internacionalización de la economía y la cultura catalanas; Catalunya representa casi un tercio del total de exportaciones del Estado; más de la cuarta parte de turistas internacionales recibidos; también la cuarta parte de los ingresos por divisas; la marca Barcelona está infinitamente mejor considerada y resulta comercialmente mucho más rentable que la desprestigiada marca España. ¿Creen que la eliminación de las delegaciones no tendría incidencia en la economía, en la creación de empleo, en la proyección cultural...?. C's es un partido casposo e insulso, en lo político, en lo económico y en lo social. No plantea alternativas plausibles en asuntos económicos, inversiones en infraestructuras, modelo sanitario, creación de empleo, financiación, etc..., que no pasen por el cedazo españolista de mayor sumisión a los intereses de Madrit, menor pluralismo, más homogeneidad y mayor españolización de la sociedad catalana. De Catalunya. Jamás sale de su boca un mínimo reconocimiento de algo que sea positivo referido a Generalitat, o al Govern, o del catalanismo, o de la sociedad civil. ¡Nunca, jamás!. Últimamente incluso muestran desprecio y hostilidad hacia el Parlament como institución y grosería parlamentaria hacia buena parte de sus miembros...¡Tampoco reconocen la decisiva aportación de los jugadores y el sistema de juego del Barça en los éxitos de "la roja"!. ¡Ja...!

Otra característica muy propia de C's es la intensa proyección mediática del líder supremo, Albert Rivera. Omnipresente en todas las cadenas españolas de radio y TV, ya sea en persona o delegando en alguna de sus variopintas manos derechas. Por ejemplo, Jordi Cañas o Inés Arrimadas. Todos ellos entrevistados habitualmente (hasta la saciedad) por los medios madrileños, y como tertulianos en nómina (fijos) o protagonistas de programas informativos. Antena 3, Tele 5, 13TV, La Sexta, Cuatro, Intereconomía TV, en televisión y radio. El Mundo, ABC, La Gaceta, La Razón, El Confidencial, en la prensa escrita o digital. Incluso el desmejorado El País da cancha y juego político al partido de la ciudadanía. Diríase que nos hallamos ante los más representativos líderes de la sociedad catalana. Es todo un mérito, puesto que C's no es más que la sexta formación política con representación en el Parlament de Catalunya. ¡y carece de diputados a nivel de España!... No importa. Si los españoles quieren saber que piensa, que vota, que quiere, cuales son las aspiraciones, las inquietudes, las esperanzas mayoritarias de la sociedad catalana; si se quiere conocer la realidad sobre el imparable auge del soberanismo, o sobre la situación de la lengua en las escuelas; o cuales son las prioridades del Govern ante los recortes presupuestarios exigidos por Madrit, ¿qué mejor que escuchar la opinión del penúltimo grupo parlamentario de Catalunya?. Naturalmente, C's se queja agriamente porque en la TV pública catalana disfruta de una cuota de pantalla ajustada a la importancia y relevancia reales que representa este partido en Catalunya, lo cual le resulta insuficiente e indigno ante la sobre-exposición mediática que le brinda España... ¡Buff!. Si yo estuviera en su lugar, me preocuparía por no parecer lo que Karl Marx bautizó como tonto útil y definió como "aquellas personas que al luchar por un ideal pueden transformarse en instrumentos de otros grupos políticos". Por el momento, la desmesurada presencia mediática del histrión Albert Rivera y su elenco, está ocultando o distorsionando a ojos españoles la realidad catalana tal y como es, proyectando una ficción que acabará confundiendo y sorprendiendo dramáticamente a los crédulos ciudadanos españoles.

Una de las últimas aseveraciones que ha lanzado Albert Rivera a través -¡como no!- de El Mundo ha sido anunciar que "en Catalunya ya existe un conflicto. Espero que no haya violencia, pero siempre hay algún incontrolable. Eso ya ha pasado aquí", y ha rememorado que "ETA mataba gente por ideología..." ¡Toma ya!. Además de comparamos con nazis y fascistas, los soberanistas semos también etarras, terroristas y asesinos despiadados. ¡Y además, inconstitucionales!. No se olvide... Albert Rivera: joven, osado, arrogante, prepotente, agresivo, populista, demagogo, nacional-españolista, histrión y ¡agorero!. Parece que desea el estallido de una guerra civil, lo que serviría para justificar la belicosidad de sus vaporosos postulados políticos, a la vez que así podría liquidar a todos los separatistas en un santiamén... Pero, ¿y los separadores?. ¿Que castigo merece, por ejemplo, el mismísimo Albert Rivera?. ¿O el poli malo Jordi Cañas, que amenaza con "montar un Ulster que os vais a cagar"?. Resulta patético (y tremebundo) el victimismo de C's. La carencia de escrúpulos le permite falsear y manipular la realidad, a la vez que amenaza al independentismo indiscriminadamente y azuza el odio hacia CiU y ERC, declarándolos preventivamente culpables de las gamberradas que ha sufrido la fachada de la sede de C's, naturalmente sin una mínima prueba sobre la autoría de los hechos. Por cierto, ¿porque no se da la misma publicidad y no reciben la misma condena los desmanes, insultos y agresiones físicas y verbales que sufren otras formaciones políticas, o algunas entidades catalanistas y muchos ciudadanos independentistas?. ¿Tal vez porqué son agresiones atribuibles al unionismo extremo?.

C's durará lo que dure la mala conciencia que siente actualmente el PSOE y especialmente hasta que se agote la paciencia de los populares (hasta que rebose la mala leche que últimamente tiene el PP). Cuando ambos partidos se harten de perder votos y atención mediática a favor de ellos y cuando menos se lo esperen, surgirán por arte de magia dossieres de presunta procedencia policial incriminatorios; noticias mal intencionadas provinientes de fuentes secretas o de arrepentidos; pruebas y acusaciones de financiación irregular de la formación y/o sus dirigentes; imputaciones judiciales a sus miembros, infundadas o no, pero con duras penas de telediario incorporadas; manipulaciones verosímiles y mentiras con apariencia de realidad de la prensa amiga. Serán presa fácil de depredadores mediáticos, y objeto de exigencias espurias como pago de los favores propagandísticos recibidos tan generosamente de aquellos que les están encumbrando más allá de la relevancia política que en realidad merecen. Entonces conocerán la cruel amargura y el destructor daño que causan lo que ahora hacen y dicen falaz y sectariamente sobre Catalunya y de la mayoría soberanista catalana; cuyo único pecado es que no les consideramos ni influyentes, ni relevantes, ni decisivos, en el porvenir libre y soberano de este, en su opinión, denostado país...

Y el lerrouxismo volverá de nuevo adonde le corresponde estar: a ser una breve referencia en unas pocas líneas de las últimas páginas del opúsculo que recogen las anécdotas históricas menos relevantes de la humanidad. Parecen muy interesantes pero, eso, resultan irrelevantes.







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