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dijous, 30 de setembre del 2010

¿NACIONALISTAS?

Cuantas veces oímos de los  que no se consideran a si mismo nacionalistas, duras condenas a los que se declaran y son nacionalistas sin complejos. Generalmente se trata de personas que se avergüenzan de su pasado, o mejor, de lo que su nación ha hecho históricamente a sus propios conciudadanos, de lo que sus gobernantes representan hacia todo aquello que hacen, o han hecho, referido a la identidad, a la imposición, al sometimiento político de otros pueblos, de los individuos y todo ello en nombre de la patria, con sus propias leyes y envueltos en su bandera.

Tiene la irresistible tentación de considerar a su nación como referente para juzgar al resto de naciones. Consecuentemente, todo nacionalismo es malo, es pernicioso, es excluyente, insolidario, provinciano. Todo nacionalismo es como "su nacionalismo". Para ellos, no existen matices entre unos y otros. Así, no existen diferencias históricas, ni personalidad distinta, ni formas de vivir la realidad propia de cada país en libertad, tanto a nivel colectivo como individual. Llegan a conclusiones tan absurdas como que un país hable una lengua distinta solo para fastidiar. Que otorguen categoría de verdad única a la propia. Que la historia del vecino debe ser interpretada conforme a la suya, la verdadera, la auténtica. Interpretan la diferencia como un fastidioso capricho que tiene por objeto sacar provecho, económico o político.

Este, desgraciadamente, ha sido el caso de España. Debo matizar que este ha sido el caso de la derecha española, si bien puede hablarse de contagio en la falsa izquierda de este pais, que ha adoptado principios y posiciones propias de los conservadores. En cuestiones de identidad y nacionalismo, partido popular y partido socialista no difieren en nada. Los dos partidos son  claros exponentes de su "no nacionalismo" español.

Recientemente el equipo español ha resultado vencedor en la copa del mundo de fútbol, celebrado en Sudáfrica. Una explosión de alegría y orgullo, ha estallado entre los "no nacionalistas" españoles. Banderas e himnos han inundado las calles y plazas de todo el país. En Catalunya también. Pero los medios de comunicación, prensa, radio y televisión, han puesto especial empeño en resaltar las banderas exhibidas en Catalunya, en ventanas, blandidas por ciudadanos, en automóviles, etc... Como si quisieran demostrar que ha sido aquí donde más se ha celebrado. He oído al  representante de Ciudadanos comparar la manifestación del día 10 de julio a favor de la independencia con la que se produjo en la avenida Maria Cristina el día de la victoria española, resaltando la normalidad y ciudadanía de los asistentes, frente a los que asistieron a la manifestación catalanista, con comportamientos "antidemocráticos" y agresivos. Se olvidó de mencionar los incidentes ocurridos en la celebración de españolistas, que siempre podían ser atribuidos a cuatro energúmenos infiltrados. La cuestión fue comparar y denigrar, desmerecer y falsear la realidad, para mayor gloria de su "no nacionalismo". En adelante, nacionalismo (puro y duro).

Este es solo un ejemplo, claro y contundente, del nacionalismo español, transversal entre PP y PSOE. No lo reconocen, pero el suyo es mas contundente, está mas asentado, mas excluyente y agresivo que el catalán, al que intenta anular, al que acosa y apabulla, con constituciones, leyes, medios económicos, fiscales y mil armas más. Es el tipo de nacionalismo que niega el deber de conocer el idioma catalán en Catalunya e impone, por la Constitución, el derecho y el deber del castellano, también en Catalunya. Nadie en Catalunya niega el derecho y el deber del español, pero sí exigimos el mismo trato para el catalán. Los nacionalistas españoles exigen el bilingüismo a los catalanes, pero solo a ellos. Los castellano-hablantes tienen el derecho y el deber de utilizar su idioma por encima del propio de Catalunya. Esto es una imposición, todo lo constitucional que se quiera, pero imposición al fin. Los jueces no tienen la obligación de saber ni entender el catalán, ya que solo es un mérito y además voluntario. La cadena pública catalana no debe discriminar el castellano, pero tanto las públicas como las privadas españolas si pueden ignorar el catalán. Un ciudadano catalán no tiene derecho a exigir que los productos que compra estén envasados en su idioma, aunque afortunadamente lo pueden estar en lituano, maltés, islandés o polaco. El catalán es económicamente ruinoso para las empresas. Solo el catalán. no el portugués, por ejemplo. Lo mismo puede decirse del doblaje de las películas. No importa que los catalanes paguemos más caro el hecho de querer vivir en catalán. Por si alguien no lo sabe, también pagamos impuestos que sirven para el sostenimiento del Instituto Cervantes o la Real Academia de la Lengua Española y lo hacemos más que nadie. Pues bien, los nacionalistas españoles se rasgan las vestiduras cuando critican las "subvenciones" que reciben Omniun Cultural o la enseñanza del catalán en el extranjero. Ciertamente, el complejo de inferioridad que tienen los responsables españoles en temas lingüísticos, es abrumador. ¿En que mente enfermiza cabe la idea que el catalán puede ser una amenaza para el castellano?

 Son tantos los ejemplos, algunos ridículos, que podrían citarse, sobre el nacionalismo español. Y todo ello define el hipernacionalismo vergonzante del PP y del PSOE.

En Catalunya, la representación españolista corresponde a Ciudadanos y Partido Popular. Su nacionalismo es rancio y antipático. En su afán por hacer de Catalunya un conjunto de provincias españolas y a sus ciudadanos súbditos leales y sumisos, llegan al esperpento de considerarse portadores de las esencias hispánicas, sin percatarse de la escasa representación que sus ideas cosechan entre los ciudadanos de Catalunya y en consecuencia, del mal que hacen a España y las distorsiones que producen entre la gran mayoría de personas que, entre perplejas y hartas, no les votan ni les votarán nunca. La mentira, la hipocresía  y el cinismo no cosecharán mas apoyo que el de una minoría, añorada de imperios pasados y pulsiones españolistas, trasnochadas y fieles a un pasado que la mayoría hemos superado totalmente.       

dijous, 23 de setembre del 2010

¿ELECCIONES PARA LA INDEPENDENCIA?

 A finales del mes de noviembre, se celebraran las elecciones al Parlamento de Catalunya. Se elegirán los representantes de los ciudadanos que deberán decidir hacia donde nos dirigimos, colectivamente como nación e individualmente como ciudadanos. ¿Conseguiremos la independencia, o por lo contrario, seguiremos padeciendo la opresión constitucional de las instituciones del estado español?. Sí, decidiremos sobre nuestro futuro. La independencia o el unionismo se decidirán por el número de escaños que obtengan los partidos soberanistas frente a los españolistas. Es curioso que unas elecciones "normales" puedan incidir sobre nuestro porvenir en un asunto de vital importancia, como es este. Pero en España, este tipo de situaciones se dan con relativa frecuencia. Por ejemplo, es normal que los asuntos sobre terrorismo se confundan con los de los partidos políticos, se traten como cuestiones jurídicas y se ilegalicen formaciones políticas al amparo del ruido mediático y la presión de algunos colectivos directamente involucrados y por tanto inhabilitados. Así,  los españoles, o mejor, los políticos españoles, cuando se les pide que los ciudadanos decidan si quieren o no ser independientes mediante un referéndum de autodeterminación, suelen contestar que ya lo hacen cuando votan, o que ya lo hicieron cuando aprobaron la constitución, o que debería opinar el conjunto de la población española. En Catalunya, a esto de llamamos "excusas de mal pagador". Por otro lado, no son conscientes de lo antipática que a muchos ciudadanos les resulta la "maldita" constitución, que utilizan más como arma represiva, que como punto de encuentro y de comprensión hacia todo tipo de personas y de colectivos. Aun está fresca en la memoria  la imagen del señor Pizarro, máximo dirigente de ENDESA, blandiendo un ejemplar del "sagrado libro" a modo de garrote, para rechazar la OPA de Gas Natural. La constitución contra aquella osada empresa que pretendía recomprar una entidad que había sido catalana (FECSA) y que tenía su principal mercado en Catalunya. "Antes alemana que Catalana". Al final, ni lo uno, ni lo otro. Italiana. Como puede verse, España es mucho más diferente de lo que podía llegar a pensar el mismísimo señor Fraga, cadena de unión entre el pasado franquista y el presente constitucional.

Pues bien, España prefiere que la independencia sea decidida en votaciones al parlamento. Que así sea. Si los  partidos que apoyan la plena soberanía de Catalunya alcanzan la mayoría suficiente, están plenamente legitimados para que unilateralmente proclamen la independencia y faculten al gobierno resultante para iniciar el camino de libertad y de justicia  que, como nación sin estado, busque el reconocimiento internacional, para alcanzar esta meta lo más rápidamente que sea posible. Posteriormente, podrá convocarse el referéndum pertinente para que los ciudadanos ratifiquen lo aprobado por el parlamento. No valdrá de nada la justicía española, con sus prejuicios y sus peculiaridades tan marcadas, que están asombrando al mundo entero (es broma).    

dilluns, 13 de setembre del 2010

IDEAS INTERESADAS Y A VECES TONTAS Y ABSURDAS SOBRE LA INDEPENDENCIA.

Algunas de las afirmaciones más distorsionadas que puedan realizarse, se hacen en torno a la independencia. Así, no es extraño que se diga: "no es un asunto que importe a la gente" o, "mientras se habla sobre identidad o soberanía, o independencia, no se habla de paro, de educación, de sanidad, de los asuntos que importan realmente a los ciudadanos".

Naturalmente, estos argumentos los utilizan aquellos que no quieren que este asunto sea debatido en profundidad, o que la gente halle la respuesta correcta en la independencia. Tienen auténtico pánico a que el sentimiento de plena soberanía para Catalunya se extienda de forma imparable entre la ciudadanía, como ya está ocurriendo actualmente.

La afirmación "lo que importa a la gente" no solo es interesada, sino que también es absurda. Es interesada porque intenta minimizar conceptos tan importantes para el individuo como son la soberanía y la libertad. Importantes a nivel personal, pero también en el plano colectivo. Realmente, ¿hay alguien al que no le importe la libertad de su pais, la soberanía (poca o mucha, compartida o no) de sus instituciones políticas, económicas y sociales? Si así fuera, el unionismo o el españolismo no deberían sentir ninguna amenaza de los que desean la independencia de Catalunya, ya que debe ser un asunto, para ellos, que no importa a la gente.

La gente sí se interesa por la independencia de Catalunya. Los catalanes son conscientes de lo que significaría que se alcanzara la libertad colectiva de este pais. Los españoles saben que el separatismo de Catalunya afecta no solo a sus sentimientos. Saben que España ya no sería la decima potencia económica. Son conscientes que los ingresos de los impuestos recaudados por España disminuirían en un tercio y por tanto, habría menos dinero para subsidios, sanidad, escuelas, pensiones, autopistas gratuitas, trenes de alta velocidad, medallas olímpicas, campeonatos de mundo, etc. Saben que los fondos de pensiones de estado, las obras de arte, el armamento de ejército, deberían ser justamente repartidos entre España y Catalunya. Sí, también la deuda pública, los convenios internacionales y otras muchas cosas. Al fin y al cabo, los ciudadanos catalanes han contribuido generosamente en la acumulación de activos del estado, pagando más que nadie los impuestosy las tasas, a cambio de no tener poder decisorio sobre el destino de sus "dineros".

Todo sería objeto de negociación y por el bien de los dos nuevos paises (también España sería nueva), la mediación internacional se haría imprescindible.

De manera que a la gente si le importa la independencia, o la separación de Catalunya. Todos somos conscientes de que la educación, la sanidad o las infraestructuras dependen directamente de nuestros impuestos y de las decisiones que nuestros representantes políticos toman, las cuales obedecen al grado de libertad y soberanía que cada pais tiene. ¿La independencia, la soberanía, la identidad, no importan?. Por favor, no nos crean tan ingenuos. No nos insulten. No somos tan ignorantes como puedan pensar, como desearían algunos  de los políticos que ponen "apellidos" a la democracia (española, constitucional y similar). Aquellos que están continuamente apelando al Estado de Derecho, que han construido con sus particularidades y que manejan a su antojo (como el tribunal constitucional, la justicia, las instituciones económicas y sociales, que rezuman sectarismo, parcialidad, centralismo y una absoluta falta de decencia y de objetividad).La democracia no tiene apellidos. La democracía es más sencilla,  más entrañable. Democracia, sin más.

Todo lo anterior vale para los políticos que recelan de la grandeza de la democracia. Que creen que son ellos los dueños de la interpretación, de la ejecución, de los ideales, de la realidad que nos envuelve a los "pobres ciudadanos". Son políticos que utilizan la democracia como un mero instrumento para colmar sus ambiciones personales, sus ansias de poder. Es decir, políticos que tal vez sin percatarse son profundamente antidemócratas.

De igual manera, a los medios de comunicación que utilizan su influencia para condicionar a los políticos, a los partidos y a las instituciones, que pretenden adormecer a los ciudadanos, o dirigir opiniones, todo ello en beneficio de sus propios intereses, o de grupos fácticos que solo pretenden obtener réditos a cuenta y contra el beneficio de la mayoría de los ciudadanos.

A todos ellos, políticos antidemócratas y medios de comunicación y periodistas sin etica ni profesionalidad, deberiamos recordarles la Historia, que parece que han olvidado. Deberían ser conscientes que la verdad es tozuda, siempre rebrota. Que la manipulación, la falsedad, el ninguneo, son efímeros. Deberían saber que la realidad puede arrollarles sin miramientos, sin escrúpulos, como pasó en Estados Unidos, en Francia hace pocos siglos, o en Ucrania, Letonia, la Unión Soviética, la  India.... Cuando los ciudadanos decidan  prescindir de sus bastardos excesos, serán suprimidos cruelmente. No olvidemos nunca que las revoluciones, violentas o pacíficas, son hijas directas de la injusticia, de las mentiras y de los excesos de unos pocos sobre la mayoría. No olvidemos que el hombre es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra. Por favor, miren por donde pisan para no ser pisoteados por la justicia, por la realidad. No manipulen la democracia, porque los ciudadanos no lo permitirán.