Se han celebrado las votaciones para elegir al presidente de ERC con unos resultados que conducen hacia una segunda vuelta, puesto que ninguna candidatura ha obtenido al menos el 50% de los votos. Oriol Junqueras ha obtenido el 48% de apoyos mientras que la segunda candidatura ha llegado al 35%. En resumen, la militancia se ha partido entre los que quieren que Junqueras sea reelegido (me atrevo a decir como a líder de una atípica secta) y aquellos que en modo alguno quieren su reelección, o bien no se sienten suficientemente animados con las propuestas que ofrece la candidatura continuista de Oriol.
Oriol Junqueras debe elegir entre reelección o renuncia. La renuncia, plenamente justificada, serviría para dar oxígeno a un partido que ha perdido votos y apoyos en todas las últimas elecciones. Él ha sido el máximo responsable de todo lo que se ha hecho o dejado de hacer en ERC, pese a haber sufrido una injusta persecución política y humana que le llevó a cuatro años de encarcelamiento. Entonces podía haber renunciado a la presidencia o delegar oficialmente el mando. No lo hizo y por tanto, debe asumir la responsabilidad de todo aquello que durante estos años se ha hecho y deshecho desde el partido.
No puede escudarse detrás de "yo no estaba y no me hago cargo de lo que ha pasado durante los cuatro años de prisión". No puede hacerlo porque han ocurrido muchas cosas suficientemente determinantes que merecen una reflexión autocrítica como mínimo. Ha habido pactos fallidos con Pedro Sánchez, investiduras incondicionales para detener la extrema derecha extrema a cambio de migajas, flagrantes incumplimientos del gobierno, dilución del proceso independentista, indultos auto inculpatorios y amnistías frustradas, enfrentamientos cainitas dentro del partido y distanciarse de otras formaciones y entidades independentistas. Así como guerra sucia y fuego amigo entre republicanos colgando carteles ignominiosos contra compañeros de partido y muñecos en la vía pública -es decir, muestras de victimismo a raudales- i buscar la hegemonía soberanista con Els Comuns que son taimadamente españolistas disfrazados catalanes internacionalistas.
Soy del parecer que Oriol Junqueras sufre lo que en psicología se denomina síndrome de Estocolmo, definido como lo que ocurre cuando los rehenes o víctimas de abuso crean vínculos con los captores o los abusadores. Esta conexión psicológica se desarrolla a lo largo de los días, semanas, meses o incluso años de cautiverio o abuso. Con este síndrome, rehenes o víctimas de abuso pueden llegar a simpatizar con sus captores. Resumiendo en una de sus citas más utilizadas: "Amo a España y soy buena persona", a menudo dicha en castellano. Es decir, ama a los verdugos españoles -jueces, fiscales, policías y políticos- que le han perseguido, condenado y encarcelado y les reprocha que a pesar de quererles tanto le traten como una mala persona.
En fin.... Todo esto ha ocurrido bajo la dirección de Oriol Junqueras. Y por eso el partido se encuentra al borde del abismo de la irrelevancia política.
¡No, no, no!. No puede decir "yo no estaba" y "no tengo ninguna responsabilidad". Menos egocentrismo, más humildad y muchísima autocrítica es lo que necesita la nueva presidencia del partido. ERC no merece un liderazgo que está diluyendo un legado histórico dentro del catalanismo y el independentismo, dividiéndolo y dilapidando capital político, ilusiones, ambiciones y honestidad.
Oriol Junqueras puede hacer un último servicio a ERC que dice que tanto ama. Que renuncie a la reelección y dé paso a savia nueva que corrija el rumbo de un partido que no merece seguir retrocediendo políticamente por culpa de una mala dirección. Por cierto, dirección defendida por algunos acólitos como si fuera el liderazgo de una secta.
ERC no se lo merece..... Y Catalunya, tampoco!.
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