La actualidad dentro de mundo independentista se encuentra plagada de una serie de sensaciones contradictorias. Hay decepción, resignación, indignación, optimismo, pesimismo, fatalismo, realismo, ilusión, esperanza, pragmatismo, impaciencia.... ¡Hay todo esto y más!.
Ciertamente cada sujeto y objeto independentista desatan un montón de contradicciones. Así, algunos políticos provocan aplausos, adhesiones, indignación o decepción a la vez, dependiendo de si estás a favor o contra su posicionamiento político. Lo mismo ocurre con los partidos y entidades soberanistas. Hay críticas y alabanzas por todo y para todo el mundo. Incluso los insultos sobrevuelan de un lado a otro con una facilidad inverosímil.
Sin embargo, no se puede decir que el objetivo final de conseguir la independencia de Catalunya haya retrocedido o empequeñecido lo más mínimo. Sencillamente lo que ocurre es que para unos sigue siendo prioritaria a pesar de la oposición represiva y violenta del Estado y para otros lo prioritario es conseguirlo hablando y pactando con España. Unos quieren, lisa y llanamente, el enfrentamiento político y administrativo contra un estado que consideran fallido y otros rehuyen el enfrentamiento apostando por el acercamiento y el diálogo por más decepcionante que resulte, pecando incluso de un exceso de ingenuidad naif. Por esto están dispuestos a mostrar toda la tibieza que haga falta, para no estropear el entendimiento con el PSOE y Comunes, considerando que son la auténtica izquierda y obviando que se trata de la singular izquierda española. Y así, apoyan presupuestos, votan leyes a favor del gobierno y aceptan hablar con quien ha dicho por activa y por pasiva que nunca aceptará el derecho de autodeterminación de Catalunya ni la amnistía de los presos, exiliados y represaliados políticos catalanes que, por cierto, suman ya más de 4.200 ciudadanos catalanes según OMNIUM, policial y judicialmente perseguidos por la santa inquisición española.
Yo también tengo mis percepciones sobre todos los protagonistas y acciones desarrolladas en el drama soberanista catalán. A sabiendas que son subjetivas, personales y sin duda cuestionables o incluso criticables. Pero estoy seguro de que también son compartidas por muchos compatriotas. Así que...
Percibo que ni Junts, ni ERC, ni las CUP, ni ninguna institución independentista tienen claro el camino que debemos seguir para conseguir la independencia. No hay una hoja de ruta compartida, como si había antes y durante el 1O de 2017. También percibo que algunos presos políticos después de la dura condena sufrida y del humillante indulto -por cierto, ahora en revisión en el TS- que graciosamente otorgó su Majestad, no quieren volver a sufrir más y quieren ser vistos como buenos chicos, no fuera el caso.... En cuanto a los exiliados están luchando contra la podredumbre sistémica de la judicatura -y la fiscalía y la policía- españolas a rebufo de la justicia europea, que aparte de ser lenta y parsimoniosa también sabe cerrar los ojos cuando lo que dilucida puede causar un estropicio en la propia UE. La justicia europea puede ser justa juzgando a Polonia, Hungría o Bulgaria pero cuando se trata de España se auto exige más precisiones y condicionamientos que no con estados menos influyentes de la Unión. Por esto el caso del espionaje de Pegasus, en cuanto al catalangate está siendo difuminado en el Parlamento Europeo. Y por esa misma razón el abogado general de la UE dice que la vulneración de derechos en España debe probarse que es sistémica y no circunstancial.... ¡Jo!. Que escudriñe cuidadosamente todo lo que la judicatura, la fiscalía y la policía patriótica españolas han hecho, hacen y harán contra los independentistas catalanes. Que se empape del filibusterismo empleado por los políticos unionistas en el Parlamento de Cataluña y en las Cortes españolas. Que se estremezca con las resoluciones dictadas por el Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional, por el Tribunal de Cuentas y por la Junta Electoral Central cuando se ocupan de los asuntos catalanes. ¿Y qué podemos decir de la policía patriótica, en conjura permanente con fiscales afinadores y jueces inquisitoriales, inventándose pruebas, delitos, chantajes y manipulando leyes, atestados y mintiendo en sede judicial con absoluta impunidad y descaro?.
Creo sinceramente que el Consell de la República impulsado por Carlos Puigdemont es una muy buena herramienta para continuar la batalla de la independencia. Pero también creo que este protagonismo del presidente es aprovechado por los adversarios políticos de Junts -ERC, CUP y otros independentistas- para acusar al Consell de partidismo y carencia de transversalidad. El independentismo no se escapa de envidias y egos ofendidos, ridículos y sobrantes aquí al igual que podemos encontrar en otras circunstancias que rodeen al hombre, salvo, claro, cuando se trate de los políticos. Pese a que participan algunos militantes republicanos, de la CUP y personas independientes y que Carles Puigdemont ha dejado la presidencia de Junts, el Consell es tildado de partidista. En lugar de implicarse a fondo y cambiar desde dentro las dinámicas más o menos partidistas que pudieran existir, prefieren quedarse al margen y criticar y malhablar de esta institución, dañando a todo el movimiento independentista, mostrando desunión, recelos y antagonismo cainita. Y todo esto mientras los nacionalistas españoles se frotan las manos y aplauden hasta con las orejas.
A pesar de lo que se pueda pensar por todo lo expuesto hasta ahora, hay algo que nos une a todos: conseguir la independencia de Catalunya lo antes posible. Las percepciones que tengamos unos de otros, a pesar de la falta de empatía que mostramos, a pesar de los reproches y los insultos que nos hacemos y lanzamos unos contra otros, sin embargo, la meta insoslayable común sigue siendo la independencia. Porque sabemos que la represión española no se detendrá. Que el acoso policial, fiscal y judicial en España tienen vida propia al margen de la ley y la verdadera justicia. Que España nunca pactará ni amnistía ni autodeterminación. Que el gobierno seguirá haciendo promesas que nunca cumplirá. Que continuará el ahogo financiero y el expolio fiscal en Cataluña. Que los presupuestos nunca se van a ejecutar al 100%. Que las inversiones en infraestructuras nunca satisfarán las necesidades de Catalunya. Que continuarán queriendo aniquilar la lengua y la cultura catalanas. Que vamos a seguir siendo considerados como la última colonia del Imperio Español. Que España nos va a la contra. Que las cloacas del estado nos han declarado la guerra, tanto da que sea sucia o limpia. Que siempre tienen dispuestas para nosotros otras dos tazas de aceite de ricino si nos quejamos o criticamos la sagrada y petrificada constitución española.
¿De verdad vale la pena seguir criticando, insultando y mostrando desunión entre independentistas para hacer el juego a España, en lugar de sumar esfuerzos, inteligencia y valentía para conseguir la independencia?. ¿De verdad estamos dispuestos a derrochar todo el esfuerzo empleado hasta ahora, después de haber sufrido represión, violencia, prisión, exilio, persecución policial y venganza siciliana?.
Sabemos que para conseguir la independencia deberemos enfrentarnos a un estado que no cree en los principios democráticos, que tiene un estado de derecho más parecido al turco o bielorruso que no al Reino Unido, Canadá o Dinamarca. Sabemos que sufriremos represión y violencia como nos ha demostrado siempre el Reino de España en cuanto se ha enfrentado a la cuestión catalana. Sabemos que para conseguirlo deberemos arremangarnos y luchar, enfrentarnos a un estado violento, desobedecer sus leyes, normas, constitución, jueces, fiscales, policías, el gobierno, las Cortes y su Majestad el Rey Felipe. Deberemos hacer oídos sordos a la prensa del régimen, a gacetilleros amarillentos y a las ratas de alcantarilla que señorean por todo el Estado. Es decir, sabemos que deberemos hacer lo mismo que han hecho otros pueblos para conseguir la independencia. Y finalmente sabemos que la independencia de un país siempre causa dolor, miedos, sufrimiento e incertidumbre.
Pero también sabemos que una vez conseguida la independencia entonces gozaremos de verdadera libertad, justicia y prosperidad. Sabemos que todo esto lo conseguiremos con nuestro esfuerzo -¡nunca nos han regalado nada, al contrario!-, manteniendo nuestros principios democráticos y sin que nadie nos condicione ni nuestros recursos, ni nos cuestione nuestras decisiones, ni nos haga la guerra sucia cultural, económica, financiera y policial. Y sabemos que para no estropear la independencia sólo debemos procurar no cometer los mismos errores y excesos que España ha cometido con Catalunya y con los catalanes.
Claro que todas estas reflexiones y percepciones mías son absolutamente subjetivas y personales.....
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