AUTOCRÍTICA.
Los partidos han priorizado egoístamente sus intereses partidistas. Para ellos, alcanzar la hegemonía dentro del movimiento independentista es el objetivo prioritario. Elevar y ensalzar el líder por encima de todo se convierte en una necesidad perentoria. Mostrar más sensibilidad social o ser más de izquierdas o menos de derechas es imprescindible para diferenciarse de los demás. Aniquilar los CDR para que el movimiento independentista no camine libremente haciendo su propio camino, también es un objetivo partidista.... Todo ello convenientemente incitado y cacareado por el unionismo españolista más o menos inflamado. Medios de comunicación, fiscalía, judicatura, policía y guardia civil, políticos, empresariado, todo el auto denominado constitucionalismo español se ha volcado en fomentar la división y provocar el enfrentamiento dentro del movimiento soberanista. Se trata del ya conocido divide y vencerás. ¡Y los partidos catalanistas han caído en la trampa de cuatro patas!.
Estos enfrentamientos partidistas también han hecho mella entre la militancia, los simpatizantes y votantes de cada formación política independentista. Los reproches, las críticas desaforadas e incluso los insultos se han ido repartiendo a diestro y siniestro hasta causar una especie de desazón generalizado que se proyecta dentro de las entidades soberanistas como son Òmnium o la A.N.C. También dañan instituciones con vocación de transversalidad y apartidistas, como es el Consell per la República, que tan necesario resulta a estas alturas.
Cabe decir que el movimiento independentista ha cometido muchos errores. El primero fue creer que la España constitucional se comportaría como un estado de derecho democrático como hay tantos en Europa y el resto del Mundo. Nada más lejos de la realidad. Irónicamente podemos decir que el estado de derecho español es en realidad un estado del revés. Que sus principios democráticos son como los principios de los hermanos Marx: si no te gustan no te preocupes, tengo otros. Que no le importa demasiado dar una imagen de violencia, represión y venganza desaforada. Que utiliza toda su fuerza bruta, legal, ilegal o alegal, contra la disidencia política catalana -¡incluso también la española! -, contra titiriteros, raperos y gente de la farándula que osen criticar o cuestionarlo. O contra todo un pueblo que sólo pide que le dejen ejercer el derecho de autodeterminación pacíficamente y que se respeten los resultados de la consulta.
El estado español a menudo provoca vergüenza ajena, pero no tiene toda la culpa de lo que está pasando a estas alturas en Cataluña. Su responsabilidad quizá es la más importante y punzante, pero no es exclusiva....
Ya he efectuado merecidas críticas hacia las formaciones políticas en general, pero los partidos hacen lo que disponen sus líderes. Un error garrafal fue la respuesta que dieron después de los hechos de octubre del año 17. De entrada mostraron todas sus debilidades y carencias suspendiendo la declaración de independencia debido a las desavenencias entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras y a las preocupantes noticias y amenazas que llegaban desde Madrid. También prescindieron olímpicamente del empoderamiento de la ciudadanía y no recabaron su apoyo en defensa de la República, a pesar de la experiencia adquirida durante la violencia policial soportada en defensa del referéndum. ¡Al contrario!. Prefirieron dejarnos al margen. En definitiva ganó el miedo, la prudencia y la flaqueza en las propias fuerzas y convicciones. Después decidieron unos marchar al exilio y otros entregarse a la justicia castellana. En realidad se rindieron ante el brutal embate del Estado. Los presos políticos ahora indultados porque pensaban que España no sería excesivamente dura contra ellos, a la vez que confiaban en la separación de poderes e independencia judicial españolas y porque quizás creían que ir al exilio no ayudaría nada a la independencia. ¡Todo esto fue un error de bulto!. España tenía puesta la sexta marcha para aniquilar la osadía catalana. Y decidió descabezar el movimiento soberanista sin ningún miramiento. Basta repasar todo lo que ha acontecido desde el alzamiento de manos de los presos políticos hasta hoy. Reconozco que a toro pasado es muy fácil hacer conjeturas sobre ¿qué hubiera pasado si....?. Sin embargo me pregunto: ¿Dónde estaríamos estas alturas si todo el gobierno de la Generalitat hubiera optado por marchar al exilio?. Seguro que el movimiento independentista gozaría de mucha mejor salud y fortaleza de la que todavía mantiene hoy. Y sobre todo se hubieran apaciguado las rencillas entre los partidos políticos y la correspondiente proyección en la ciudadanía. Por lo tanto, se hubiera reforzado la unidad de acción.
Ahora se tiene que reconocer que ir al exilio fue un acierto. Y que si todo el gobierno lo hubiera hecho, además de ahorrarnos vergonzosos juicios, sentencias injustas, persecuciones ignominiosas y humillantes indultos en lugar de una justa amnistía para todos los presos, exiliados y represaliados, hoy estaríamos más cerca de la libertad de lo que estamos verdaderamente.
Pero la autocrítica también debemos hacerla los independentistas de la calle. Delegamos la consecución y defensa de la República desde nuestros hombros cargándola exclusivamente en los políticos. ¡Renunciamos al empoderamiento!. Nos dejamos seducir por los cantos de sirena que lanzaban desde algunas plumas mediáticas partidistas, las cuales eran tenidas como voces independentistas. ¡Lo eran quizá en apariencia, de medio pelo!. Como no hay peores periodistas que aquellos que lo son de partido, el choque contra las rocas estaba bien servido.... Pero sobre todo, la renuncia a nuestro empoderamiento dejándolo en manos de aquellos que se vieron arrastrados a caminar -de corazón o contra corazón- por el camino de la independencia, es lo que nos ha llevado por el pedregal. ¿Es que acaso no recordamos que las consultas por todo el país, en los pueblos y ciudades de toda Catalunya las organizamos y culminamos nosotros solos, no los partidos?. ¿Qué todas las multitudinarias manifestaciones de los 11S, la Vía Catalana y el resto eran cosa nuestra y no de los partidos?. ¿Qué todas las movilizaciones, manifestaciones y protestas las organizamos nosotros?. ¿Qué fuimos nosotros quienes escondimos las urnas y papeletas del 1O -en la Catalunya Norte- para evitar que la policía las robara, las defendimos de los piolines recibiendo de lo lindo y con sangre y lo hicimos al margen de las instituciones oficiales?. ¿Qué son nuestros votos los que dan las mayorías absolutas a las fuerzas independentistas?. ¿No fueron los Comités de Defensa de la República, los CDR, quienes se movilizaron desde octubre del año 17 hasta octubre del 19 contra la sentencia de los presos políticos, sin apriorismos ni condicionamientos partidistas?. ¿Dónde queda toda este empuje ciudadano?. ¿Dónde se esconde la fuerza que aún poseemos?. Donde seguro que no se encuentra es en la panxa del bou, on no neva ni plou....
Está dentro de cada uno de nosotros. ¡Y no para de crecer y fortalecerse!.
SIGUE.........
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