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dissabte, 14 d’agost del 2021

1/3REFLEXIONES Y AUTOCRÍTIA: REFLEXIONES

REFLEXIONES.

El verano es un buen momento para reflexionar. Hace demasiado calor y esto invita a sentarse a la sombra mientras nos hidratamos, leemos un buen libro o medio adormecidos, reflexionamos sobre la migración de la mariposa monarca u otras preocupaciones similares. ¡Pues bien!. Creo que visto todo lo que está pasando dentro del mundo soberanista ahora es un buen momento para reflexionar sobre lo que ha pasado y aún pasa y hacer la autocrítica que proceda. Naturalmente, para intentar vislumbrar lo qué pueda suceder en el futuro.

Hasta el 1 de octubre del año 2017 los catalanes nos empoderamos y emprendimos el rumbo hacia la independencia arrastrando tras nuestro aquellos políticos que comenzaban a percatarse que después de la quiebra autonómica provocada por la vergonzosa y políticamente disparatada sentencia contra el estatuto dictada por el TC, poco teníamos que hacer dentro de un Estado donde prevalece más el pasado franquista y las tradiciones nacional-católicas que los principios democráticos universalmente aceptados. De la mano de un partido ultra-nacionalista de la derecha más tradicionalista española que se hubiera visto hasta entonces se desató una furibunda reacción de catalanofobia, que aún dura hoy y que parece durará y perdurará por muchos años. El anticatalanismo del PP se está volviendo sistémico dentro del escenario político de este malhalado Estado. Y ahora se incrementa al entrar en competencia directa con el discurso que defiende VOX y que los populares en buena parte han asumido como propio. Como ejemplo basta señalar que están dispuestos a recabar nuevas firmas en todo el Estado contra la decisión de indultar a los presos políticos, tomada por el Gobierno de coalición de España. Esto se parece demasiado al listillo que tropieza voluntariamente dos o tres veces con la misma piedra. ¡He aquí el nivel político de la derecha extrema española!. Naturalmente, toda acción provoca una reacción de signo opuesto y en este caso, la reacción fue, es y será el fortalecimiento del sentimiento independentista y el ensanchamiento de la base soberanista en Cataluña.

El 1 de octubre de 2017 -y el 3 y el 27 del mismo mes- fue el punto de inflexión en cuanto al movimiento independentista. Lo cierto es que aquel empoderamiento que asumieron los ciudadanos de a pie, convocando primero las consultas ciudadanas en todo el país, después votando masivamente la consulta nacional el 9N de 2014 y año tras año incrementando la asistencia de manifestantes en las Jornadas nacionales de los 11 de septiembre o haciendo ganar por mayoría absoluta elección tras elección a los partidos soberanistas, todo ello desembocó en el traspaso del testigo y la responsabilidad del movimiento al ámbito de los partidos políticos, esperando que fueran ellos quienes culminaran el proceso independentista. El empoderamiento de los ciudadanos terminó bajo una tormenta de golpes de porra de la GC y PN, boicots y chantajes comerciales y empresariales, persecuciones políticas, judiciales y policiales y una especie de españolísima venganza siciliana contra el independentismo que dura hasta hoy.....

Dejando todo en manos de los partidos pasó lo que tenía que pasar. Las rencillas partidistas, las discrepancias sobre la hoja de ruta, la mezquindad ideológica, el enfrentamiento entre los líderes con egos atizados caïnitament por los militantes más encendidos de cada partido con la inestimable colaboración de la caverna mediática, el eterno debate derecha-izquierda contraponiendo justicia social a independencia o quién fue el primero o es más puro en la causa independentista, acabaron haciendo casi premonitoria la frase pronunciada por el inefable José María Aznar: "Antes se romperá Cataluña que España". De hecho no ha pasado exactamente esto, puesto que el movimiento independentista es más fuerte, plural y amplio como nunca ha sido antes. Pero la división partidista, la desconfianza entre las CUP, ERC y JxCAT es un hecho insoslayable.

Creo que podemos afirmar que el exceso de confianza depositada en las formaciones políticas para que nos llevaran hacia Ítaca, quizás resultó muy cómodo para la ciudadanía pero fue nefasto para el movimiento. Y si añadimos que las entidades de la sociedad civil que habían impulsado el proceso desde el inicio también decidieron hacerse a un lado tomando un perfil bajo, el error alcanzó la absoluta monumentalidad.

No hay demasiados independencias en la historia de la humanidad que se hayan conseguido sólo con el empuje de los partidos políticos. Los líderes del movimiento siempre deben estar acompañados y empujados por el pueblo que quiere liberarse. Al fin y al cabo las independencias se hacen porque la gente quiere deshacerse del yugo que los estados opresores imponen y que les atenaza. Y a menudo, exigir las libertades conlleva el ejercicio de la violencia y brutalidad por parte de estos estados despóticos que lo quieren impedir, en defensa del status quo que tantos beneficios de toda índole les reporta. Por lo tanto, la desobediencia y resistencia pacíficas ante las injusticias están más que justificadas. ¡Y son necesarias!. Pero sobre todo deben ser persistentes, masivas y valientes. Deben ocuparse calles y plazas y deben ir acompañadas de huelgas, boicots en el pago de impuestos y desobediencia generalizada a la policía, a la fiscalía, a los jueces y al Tribunal Constitucional, que en España se ha convertido en un juzgado de guardia cualquiera al servicio de las esencias patrias franquistas. Nada de lirios en las manos, sonrisas en las caras y poner la otra mejilla. Ahora sabemos que ante España tendremos que derramar sangre, sudar y llorar como nunca lo hemos tenido que hacer hasta ahora.

Si dejamos de estar indolentemente tumbados sobre los sofás de nuestras salas, mirando por la tele qué pasa o escuchándolo por la radio, si no nos informamos de lo que hacemos o no hacemos a través de medios de comunicación a menudo manipuladores y partidistas, si dejamos de insultar y hablar mal caïnitament en las redes sociales sobre aquellos compañeros de viaje que no hacen o dicen las cosas que nos gustaría escuchar pero cuyo objetivo final es la independencia, quizás entonces seremos conscientes de la fuerza que poseemos, individual y colectivamente, así como la debilidad que demuestran los adversarios unionistas. Al fin y al cabo el unionismo no sabe seducir y sólo se defiende mediante la más brutal de las represiones a manos de policía violenta y despiadada, una fiscalía afinadora y mentirosa, unos jueces y magistrados manifiestamente injustos y politizados y multitud de políticos embaucadores. Este tipo de defensa de la unidad constitucional -de destino en lo universal- muestra sus debilidades y carencias ante nuestros ojos y los del resto del mundo democrático....

Demuestra la quiebra democrática de unas instituciones españolas, impropias e inaceptables en cualquier estado de derecho del mundo mundial.....


SIGUE...........

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