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divendres, 19 de juliol del 2019

1/2 SI NOS DIVIDEN, GANARÁN..... Y SI NOS DIVIDIMOS, ¡TAMBIÉN!.

Teoría conspiratoria: Creer que una conspiración o complot se halla detrás de un hecho o una política, aún que se den otras causas a la opinión pública. A menudo implica que un poder en la sombra quiere ganar posiciones o esconder determinadas verdades que podrían cambiar el estatus quo.

Esta definición cogida de Wiquipedia se ajusta como anillo al dedo en todo lo que deseo exponer y decir sobre lo que pienso que está sucediendo aquí y ahora dentro del movimiento independentista.

Es bien sabido que desde hace muchos años en Catalunya se ha producido un cambio de paradigma político que afecta a la mayoría de la población, como consecuencia de la agresividad desatada por el Estado español hacia nuestras aspiraciones y esperanzas nacionales. La respuesta que las instituciones españolas han dado a estas legítimas demandas se han centrado en negar la evidencia, perseguir policial y económicamente a los líderes políticos, reprimir incluso violentamente a los ciudadanos, aniquilar derechos individuales y colectivos, judicializar la política y politizar la justicia. Pero haciendo todo esto no han conseguido detener el tsunami independentista desatado, antes al contrario. El movimiento se ha ido agrandando, consolidando y fortaleciéndose como respuesta a la violencia de toda clase desplegada por España. Sus agresiones han devenido inyecciones revitalizadoras y más teniendo en cuenta la transversalidad y unidad de acción empleadas en todo momento por los independentistas, que se han mostrado como imbatibles. A la fortaleza de nuestros argumentos políticos sumamos la legitimidad democrática, el pacifismo activo y las movilizaciones multitudinarias, festivas y unitarias a la vez. Ante todo ello, el fracaso del unionismo estaba cantado y más teniendo en cuenta que el discurso que utilizaron -¡y aún utilizan!- estaba trufado de insultos, medias verdades, grandes mentiras, falsedades y manipulaciones a mansalva. Además de un montón de acciones y decisiones políticas, económicas, de la fiscalía, policiales y judiciales absolutamente ilegítimas e inmorales.

Pero también utilizaron la amenaza que José María Aznar lanzó desde el principio: "Antes se romperá Catalunya que España". ¡Enseguida se pusieron manos a la obra!. Toda herramienta que fuera útil para fomentar la división dentro del independentismo sirvió de arma. El caso de la familia Pujol utilizado mediáticamente a la carta como si del Guadiana se tratara, aflorando o escondiéndose a conveniencia para desviar, amagar o vilipendiar el independentismo y enaltecer el españolismo unionista como alternativa del catalanismo, primó más que buscar la verdad e impartir justicia para la familia Pujol. Este y otros son un buen ejemplo de fomento de la división. Aún hoy se halla en fase de instrucción, después de los años transcurridos desde que se hizo público. También podemos añadir el caso del 3% destapado por el diario españolista El Periódico, asunto más antiguo y actualmente en proceso de investigación en la Audiencia Nacional -antes TOP- sin que se haya producido ningún juicio aunque sí muchos registros policiales aparatosos y mediáticos. El caso Palau se centró en la financiación de CiU más incluso que en la estafa perpetrada por Millet y Montull, aunque no se investigaron ni por asomo las derivadas de la supuesta financiación irregular de C's o la FAES, fundación próxima al Partido Popular. O el escandaloso caso del presidente del Barça, Sandro Rossell, encarcelado preventivamente durante dos años y puesto en libertad al principio de la celebración de juicio del cual ha acabado exculpado de cualquier tipo de delito, a pesar el reconocido madridismo de la fiscal inquisidora. Existen otros muchos casos parecidos a los relatados. Todos ellos han sido utilizados políticamente para esparcir por todo el Estado porquería anti-catalana, para demonizar el catalanismo independentista y para fomentar la catalanofóbia recurrente y secular que sienten muchos españoles, circunstancia que para políticos y funcionarios españoles resulta política y electoralmente muy provechosa. Por su parte, los medios cavernarios españoles son maestros en el uso e invención de nuevas formas de reinterpretar conceptos, modismos, palabras y argumentar historias inverosímiles según convenga a los intereses de España y de su sagrada y pétrea Constitución y monolítica unidad de destino en lo universal. Chiringuitos separatistas, lodazal -en sustitución de oasis- catalán, pantano de corrupción, nazionalismo, supremacismo, prófugos y delincuentes separatistas, políticos presos -¡jamás dirán presos o exiliados políticos!-, masa amenazadora, murallas humanas, miradas de odio, actos de violencia separatista, rebelión sin violencia ni armas, sedición pacífica y democrática, posconvergentes, republicanos bananeros, adoctrinamiento escolar, propaganda antiespañola en los medios públicos, violencia provocada por ciudadanos pacíficos, desobediencia institucional, prohibir debatir en sede parlamentaria sobre política, impedir la elección para la presidencia de la Generalitat de candidatos non gratos según el TS i la AN..... ¡O sustituir presunción de inocencia por presunción de culpabilidad!. Solo expongo todo este abanico de dislates a modo de ejemplo del grado de inmoralidad que hace servir determinada prensa españolista en boca de sesudos analistas políticos que tanto abundan en las tertulias de radio y TV españolas. Y los insólitos argumentos utilizados por la fiscalía inquisidora para justificar sus injustificables y arbitrarios despropósitos. 

Una manera puede que más sutil pero no menos efectiva de fomentar el enfrentamiento y la división dentro del movimiento independentista son los cantos de sirena que lanzan aquellos que defienden abierta o disimuladamente el unionismo, o que esconden vergonzosamente su inflamado nacionalismo españolista. Conceptos como ampliar la base independentista para contenerla, pragmatismo político contra virtualidad republicana o alma neo-convergente para desmerecer el nuevo PDCat, se mezclan con palabras y conceptos como lealtad constitucional para exigir sumisión y obediencia; dentro de la ley para demonizar debates parlamentarios o la DUI para que se abandone la ineludible unilateralidad; priorizar la vertiente social confrontándola con independencia y con la defensa de los derechos humanos; o calificar a las formaciones políticas y entidades soberanistas con expresiones cargadas de mala fé, como ex-convergentes en referencia al PDCat y órbita posconvergente por JxCat. Asimismo acusar falsamente a ÒMNIUM y la ANC como sociedades subvencionadas con fondos públicos de la Generalitat y como promotoras de odio y violencia. O no hablar de la financiación opaca -¡negra como el carbón!- de SCC, entidad españolista creada para la defensa de la unidad de la patria y que no posee asociados suficientes -unos pocos centenares- que la sustenten. Son sutilezas semánticas y conceptuales, pero que se entienden perfectamente y tienen por objeto acabar con la reputación y el buen hacer de gente y entidades decentes y honorables.

Todas estas actitudes tenebrosamente españolistas descritas contra el independentismo, empero, han hecho  mella entre los partidarios de la libertad e independencia de Catalunya.

El PDCat ahora no se considera asimismo como un nuevo partido político que goza de libre albedrío, puesto que arrastra pesadamente el pasado convergente como convenientemente recuerdan y remarcan las fuerzas españolistas, tanto políticas como mediáticas, ¡De toda clase, siempre que pueden y quieren!. Y ello condiciona sus decisiones y su comportamiento. Existen algunos ex-convergentes de corazón que se lo han creído y que porfían por recuperar le peix al cove -pájaro en mano- y las influencias y el poder perdidos tanto en Catalunya como en Madrit, sin la menor reticencia ni ascos de ningún tipo. Mientras que los independentistas de base, la mayoría, que creen que son una nueva y joven formación política libre del farragoso relleno de la historia se hallan desconcertados y apabullados por esa vieja guardia, envalentonada por los adversarios políticos y jaleada por la prensa unionista. En definitiva, el PDCat no sabe qué, cómo y cuando hacer algo políticamente coherente.





SIGUE.....





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