Hemos llegado al punto donde el independentismo debe comenzar a hacer una profunda y sincera reflexión. Por supuesto, acompañado de una autocrítica necesariamente punzante. Ya ha finalizado la huelga de hambre de los presos políticos así como la demasiado contenida conmemoración del 21 D. Hora es pues de empezar a hablar alto y claro.
Es perfectamente comprensible que cada partido soberanista quiera volar por su cuenta. De ahí la supuesta desunión que se puede percibir dentro del independentismo. Al fin y al cabo ERC, las CUP y el PDCat defienden opciones y posiciones políticas, sociales y económicas distintas, que van desde la derecha clásica hasta la izquierda más radical, pasando por el siempre cauto y asustadizo centro. ¡Esta es la madre del cordero!. Aparentemente no existe unidad y si una transversalidad sostenida y potenciada para que cada partido pueda marcar perfil propio por su cuenta y riesgo. Es decir, cada uno traza sus propias líneas rojas. Si añadimos el doloroso hecho que no hay liderazgos fuertes y definidos, ni hoja de ruta unitaria, ni mapa a seguir, ni camino por el cual transitar hasta llegar al hito deseado por todo el mundo, concluimos que ahora la anhelada independencia no se halla a nuestro alcance. ¡Todos sabemos donde queremos llegar pero no nos ponemos de acuerdo en el cómo y cuando hacerlo!. Esta es la realidad que desde los pasados y exitosos 1 de octubre y 21 de diciembre de 2017 estamos viviendo en Catalunya. No sabemos cómo y qué hacer después del éxito cosechado......
El PDCAT a duras penas flota en la superficie de la mar gruesa que se abate sobre el independentismo. Quien habría de ser su líder natural, el presidente Carles Puigdemont, es cuestionado sibilinamente por el ala más pusilánime del partido. Hecho que se agrava a causa del exilio que padece y la desconfianza que provoca la creación de la Crida Nacional per la República. El PDCat lo percibe como un artefacto creado para absorber el partido. A la vez, el liderazgo del presidente Torra además de ser puesto en cuestión dentro de sus propias filas a duras penas es aceptado y caso de serlo, se hace con las profundas y disimuladas reticencias de los socios de gobierno. Las CUP incluso le menosprecian. Por otro lado dentro del partido subsisten aún algunos dirigentes que echan de menos tiempos pasados y poderes e influencias perdidos ante Madrit. Por esta razón se afanan y pugnan para recuperar una supuesta centralidad política que consideran huérfana desde el gozoso estallido producido con el nacimiento del proceso independentista hace ya más de una década.
Por su parte ERC tiene a su líder Oriol Junqueras encarcelado en la prisión de Lledoners y a su secretaria general Marta Rovira exiliada en Suiza por los mismos motivos que Carles Puigdemont, es decir, por la persecución política a la que están sometidos, como otros miembros del gobierno legítimo de la Generalitat, a su vez destituido ilegítimamente por Mariano Rajoy. Por tanto, los actuales encargados del partido afirman y reivindican, cada vez que pueden, no tener ausencia de liderazgo. Personajes como Aragonès, Tardà o Rufián son los llamados a demostrar que Oriol Junqueras aún ejerce como líder natural y que no existe vacío de poder dentro de su histórica formación. Aunque podemos afirmar que estos substitutos circunstanciales no están a la altura del liderazgo y las necesidades y exigencias requeridas por la Catalunya de hoy. Disimuladamente parece como si prepararan el terreno para alcanzar un nuevo tripartito de izquierda el cual no podrá ser otra cosa que autonomista, no independentista. No se puede olvidar que Els Comuns y sus camaradas de ICV son socios preferidos y preferentes de los republicanos. Y que saben nadar y guardar la ropa con astuta habilidad en todo lo referido a la independencia. ¡Son la indefinición in person, calculadora, fría y cínica a la vez!. Por su parte el PSC ha abrazado con más fuerza si cabe el eterno y evanescente federalismo, posterior por supuesto a una improbable por imposible reforma de la sagrada Constitución española, como solución de todos los problemas que sufre Catalunya. Incluso aplauden entusiásticamente y no se esconden de ello ante la oferta planteada por Pedro Sánchez de aprobar un nuevo estatuto de autonomía como panacea de los males y refriegas que padecemos los catalanes. Es decir, hemos de olvidarnos de todas las promesas jamás cumplidas que España nos ha hecho desde tiempos inmemoriales. Hemos de creernos un nuevo "apoyaré el estatuto que apruebe el Parlament" y volver a tropezar una vez más con la misma piedra.
En lo referido a las CUP, todo el mundo sabe que no tienen liderazgos. Solo existen portavoces los cuales cambian cada vez que lo consideran necesario, aunque lo hacen dentro de un orden respetando rigurosamente el turno de cada uno. Todas las decisiones importantes se toman de forma asamblearia. Por tanto, la falta de líderes es voluntaria, querida y manifiesta. ¡Y la ineficacia de su funcionamiento, también!. Han decidido que Quim Torra no da la talla requerida por ellos y por tanto, no apoyan nada que la Generalitat proponga. Acusan de no seguir el mandato conquistado el 1 de octubre, ni la lucha del 3 y no desobedecer ni enfrentarse con Madrit a la vez que denuncian que desde la Generalitat se hacen políticas puramente autonomistas. Se ha de reconocer, empero, que su coherencia continúa intacta. Tan intacta como su claridad. Y tan imposible como querer hacer la independencia y la revolución popular a la vez. Revolución e independencia no es que sean incompatibles, però tienen que ser consecutivas. Primero una cosa y después otra. No es muy coherente, ni clarificador, ni posible hacerlo todo a la vez puesto que si ya es demasiado difícil hacer la independencia, hacer la revolución todavía lo es más. De aquí que la revolución siempre quede pendiente. A lo sumo, a duras penas se consigue cambiar determinadas políticas sociales que al cabo de poco tiempo son abatidas por las fuerzas de la derechona, las cuales jamás acaban por desaparecer. Al contrario, como el ave Fénix, resurgen de sus propias cenizas..... ¡Igual que pasa con el franquismo, ciertamente!.
¡Pues bién! El PDCat flotando. ERC en manos de substitutos encegados y abducidos por un nuevo tripartito. ¡Pero rigurosamente de izquierdas!.También están emperrados -¿o solo son excusas?- en ampliar aún más la base independentista. Y las CUP haciendo asambleas y revoluciones pendientes tantas como pueden y quieren. Si a este panorama le añadimos la brutal represión a que está sometido el movimiento independentista, de forma sostenida e implacable, el secuestro y exilio de los líderes, el ensañamiento mentiroso y manipulador de la (in)justícia castellana y las inverosímiles fake news de los medios de comunicación cavernarios -madrileños casi todos- referidas al soberanismo, así como la lucha intestina desatada en el seno de la derecha más extrema española para demostrar quién es más anticatalán y quien es más nacional-católico, representada por PP, C's y ahora también VOX -en definitiva, dentro del franquismo-, nos apercibimos que las perspectivas de futuro para Catalunya no parecen demasiado halagüeñas.
Hora es pués de comenzar a decir que queremos, como queremos conseguirlo y cuando llegaremos a la cumbre.....
Es perfectamente comprensible que cada partido soberanista quiera volar por su cuenta. De ahí la supuesta desunión que se puede percibir dentro del independentismo. Al fin y al cabo ERC, las CUP y el PDCat defienden opciones y posiciones políticas, sociales y económicas distintas, que van desde la derecha clásica hasta la izquierda más radical, pasando por el siempre cauto y asustadizo centro. ¡Esta es la madre del cordero!. Aparentemente no existe unidad y si una transversalidad sostenida y potenciada para que cada partido pueda marcar perfil propio por su cuenta y riesgo. Es decir, cada uno traza sus propias líneas rojas. Si añadimos el doloroso hecho que no hay liderazgos fuertes y definidos, ni hoja de ruta unitaria, ni mapa a seguir, ni camino por el cual transitar hasta llegar al hito deseado por todo el mundo, concluimos que ahora la anhelada independencia no se halla a nuestro alcance. ¡Todos sabemos donde queremos llegar pero no nos ponemos de acuerdo en el cómo y cuando hacerlo!. Esta es la realidad que desde los pasados y exitosos 1 de octubre y 21 de diciembre de 2017 estamos viviendo en Catalunya. No sabemos cómo y qué hacer después del éxito cosechado......
El PDCAT a duras penas flota en la superficie de la mar gruesa que se abate sobre el independentismo. Quien habría de ser su líder natural, el presidente Carles Puigdemont, es cuestionado sibilinamente por el ala más pusilánime del partido. Hecho que se agrava a causa del exilio que padece y la desconfianza que provoca la creación de la Crida Nacional per la República. El PDCat lo percibe como un artefacto creado para absorber el partido. A la vez, el liderazgo del presidente Torra además de ser puesto en cuestión dentro de sus propias filas a duras penas es aceptado y caso de serlo, se hace con las profundas y disimuladas reticencias de los socios de gobierno. Las CUP incluso le menosprecian. Por otro lado dentro del partido subsisten aún algunos dirigentes que echan de menos tiempos pasados y poderes e influencias perdidos ante Madrit. Por esta razón se afanan y pugnan para recuperar una supuesta centralidad política que consideran huérfana desde el gozoso estallido producido con el nacimiento del proceso independentista hace ya más de una década.
Por su parte ERC tiene a su líder Oriol Junqueras encarcelado en la prisión de Lledoners y a su secretaria general Marta Rovira exiliada en Suiza por los mismos motivos que Carles Puigdemont, es decir, por la persecución política a la que están sometidos, como otros miembros del gobierno legítimo de la Generalitat, a su vez destituido ilegítimamente por Mariano Rajoy. Por tanto, los actuales encargados del partido afirman y reivindican, cada vez que pueden, no tener ausencia de liderazgo. Personajes como Aragonès, Tardà o Rufián son los llamados a demostrar que Oriol Junqueras aún ejerce como líder natural y que no existe vacío de poder dentro de su histórica formación. Aunque podemos afirmar que estos substitutos circunstanciales no están a la altura del liderazgo y las necesidades y exigencias requeridas por la Catalunya de hoy. Disimuladamente parece como si prepararan el terreno para alcanzar un nuevo tripartito de izquierda el cual no podrá ser otra cosa que autonomista, no independentista. No se puede olvidar que Els Comuns y sus camaradas de ICV son socios preferidos y preferentes de los republicanos. Y que saben nadar y guardar la ropa con astuta habilidad en todo lo referido a la independencia. ¡Son la indefinición in person, calculadora, fría y cínica a la vez!. Por su parte el PSC ha abrazado con más fuerza si cabe el eterno y evanescente federalismo, posterior por supuesto a una improbable por imposible reforma de la sagrada Constitución española, como solución de todos los problemas que sufre Catalunya. Incluso aplauden entusiásticamente y no se esconden de ello ante la oferta planteada por Pedro Sánchez de aprobar un nuevo estatuto de autonomía como panacea de los males y refriegas que padecemos los catalanes. Es decir, hemos de olvidarnos de todas las promesas jamás cumplidas que España nos ha hecho desde tiempos inmemoriales. Hemos de creernos un nuevo "apoyaré el estatuto que apruebe el Parlament" y volver a tropezar una vez más con la misma piedra.
En lo referido a las CUP, todo el mundo sabe que no tienen liderazgos. Solo existen portavoces los cuales cambian cada vez que lo consideran necesario, aunque lo hacen dentro de un orden respetando rigurosamente el turno de cada uno. Todas las decisiones importantes se toman de forma asamblearia. Por tanto, la falta de líderes es voluntaria, querida y manifiesta. ¡Y la ineficacia de su funcionamiento, también!. Han decidido que Quim Torra no da la talla requerida por ellos y por tanto, no apoyan nada que la Generalitat proponga. Acusan de no seguir el mandato conquistado el 1 de octubre, ni la lucha del 3 y no desobedecer ni enfrentarse con Madrit a la vez que denuncian que desde la Generalitat se hacen políticas puramente autonomistas. Se ha de reconocer, empero, que su coherencia continúa intacta. Tan intacta como su claridad. Y tan imposible como querer hacer la independencia y la revolución popular a la vez. Revolución e independencia no es que sean incompatibles, però tienen que ser consecutivas. Primero una cosa y después otra. No es muy coherente, ni clarificador, ni posible hacerlo todo a la vez puesto que si ya es demasiado difícil hacer la independencia, hacer la revolución todavía lo es más. De aquí que la revolución siempre quede pendiente. A lo sumo, a duras penas se consigue cambiar determinadas políticas sociales que al cabo de poco tiempo son abatidas por las fuerzas de la derechona, las cuales jamás acaban por desaparecer. Al contrario, como el ave Fénix, resurgen de sus propias cenizas..... ¡Igual que pasa con el franquismo, ciertamente!.
¡Pues bién! El PDCat flotando. ERC en manos de substitutos encegados y abducidos por un nuevo tripartito. ¡Pero rigurosamente de izquierdas!.También están emperrados -¿o solo son excusas?- en ampliar aún más la base independentista. Y las CUP haciendo asambleas y revoluciones pendientes tantas como pueden y quieren. Si a este panorama le añadimos la brutal represión a que está sometido el movimiento independentista, de forma sostenida e implacable, el secuestro y exilio de los líderes, el ensañamiento mentiroso y manipulador de la (in)justícia castellana y las inverosímiles fake news de los medios de comunicación cavernarios -madrileños casi todos- referidas al soberanismo, así como la lucha intestina desatada en el seno de la derecha más extrema española para demostrar quién es más anticatalán y quien es más nacional-católico, representada por PP, C's y ahora también VOX -en definitiva, dentro del franquismo-, nos apercibimos que las perspectivas de futuro para Catalunya no parecen demasiado halagüeñas.
Hora es pués de comenzar a decir que queremos, como queremos conseguirlo y cuando llegaremos a la cumbre.....
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