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dijous, 8 de novembre del 2018

y 2/ EL ATOLLADERO.....

¡Estamos hartos y cabreados!. Queremos salir de este hoyo donde nos ha colocado este Estado vengativo, que ignora qué quiere decir justicia, sin ética y que hoy en día se muestra profundamente irespetuoso y alérgico a todo principio democrático. ¡Queremos y podemos salir y sabemos como hacerlo!.

Lo primero que debemos hacer es denunciar contundentemente la deriva antidemocrática de España. Y acto seguido negar cualquier legitimidad a una justicia injusta, que en el caso que nos ocupa ni es ciega, ni es sorda ni es muda.

Un estado que reprime brutalmente un ejercicio pacífico y absolutamente democrático como fue el referéndum del 1 de octubre no puede llamarse estado democrático. Lo cual confirmó cuando decidió entrometerse en las atribuciones propias de todo parlamento vetando la elección y el nombramiento del presidente de la Generalitat -¡hasta tres veces!- porque no le pareció adecuado el candidato que más votos podia recibir de la cámara catalana. Si a todo ello añadimos un jefe de estado que decidió no mediar ni arbritar como le encomienda su sagrada Constitución y en cambio decidió ponerse a favor de una de las partes alentando y amparando la violéncia empleada por las fuerzas represoras expedicionarias españolas, ¡en calidad de auténticas fuerzas de ocupación!, nos hallaremos ante la fotografía completa de qué es el Estado español: un estado fracasado de aires autoritarios y derivas antidemocráticas. Es el resultado lógico de no haberse librado del ominoso pasado franquista que aun hoy vuelve a señorear con absoluto desparpajo en las instituciones y entre la sociedad españolas.... Por lo demás, como siempre ha venido haciendo desde la muerte del dictador.

Por lo que respecta a la ilegitimidad de la judicatura española se puede apreciar en el Tribunal Supremo, máxima instancia en el ordenamiento judicial de España al margen de CGPJ, presididas ambas instituciones por Carlos Lesmes y descontando la más que provadamente exhibida por el TC, el cual ha devenido en una especie de juzgado de primera instancia. Como ejemplos más apropiados hemos de referirnos inexcusablemente a los jueces Llarena, Lamela, al propio Lesmes y todos aquellos jueces y magistrados que han avalado y respaldado la actuación del instructor anónimo de la causa general emprendida contra el independentismo catalán, magreando pruebas, retorciendo leyes, inventándose delitos y encerrando a secuestrados políticos en mazmorras o expulsándoles fuera de su país, basándose en la fabulación de unos atestados perpetrada por la Guardia Civil en calidad de policia judicial y firmados por el reconocido benemérito anticatalanista conocido en las redes sociales con el sobrenombre de Tácito: el coronel Daniel Baena, jefe de la policía judicial en Catalunya. Por cierto, recientemente condecorado por la labor desarrollada antes, durante y después de la represión ejercida contra los catalanes. Naturalmente, por su parte, la fiscalía se ha dedicado a afinar escrupulosamente investigaciones e imputaciones al gusto del consumidor, de la forma más escandalosa y desacomplejada como jamas se haya visto hasta ahora.....

Si el Estado español y sus políticos más significativos son autoritarios y antidemocráticos; si su policia actua con total impunidad, prepotencia y brutalidad incontroladas, se inventa atestados, persigue, asedia, detiene y esposa inocentes, filtra investigaciones a la prensa cavernaria y por todo ello aún recibe medallas y condecoraciones -que luego sirven para aumentar la pensión de jubilación hasta un 25%-; si la judicatura se dedica a manipular la ley y aplica el código penal como si de un bate de beisbol se tratara, muestra un total desprecio hacia la presunción de inocencia de los acusados, dificulta la actuación de las defensas y sabiendo que son inocentes los mantiene encarcelados -¡secuestrados!- en prisión por si acaso y para que aprendan la lección y escarmienten, se puede decir con absoluta certeza que la Justicia, como la separación de poderes, en España no existen. Lo único que existe es la aplicación de la ley de forma arbitraria, caprichosa y siempre favorable a los intereses de los poderosos y del régimen imperante -como se evidencia con la reciente sentencia desfavorable a la banca paralizada por el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes-, pero de impartir auténtica justicia muchos jueces y magistrados no lo hacen. La judicatura española es una de las instituciones que más pesadamente siente el peso del pasado franquista, pasado más presente que los principios democráticos, en todas las instituciones y entre los altos funcionarios de este execrable Estado.

¡Pués bién!. Si el Estado es antidemocrático, la judicatura no imparte justicia, la policía abusa violentamente de su autoridad, si los políticos y partidos entablan una competición entre ellos para mostrarse más anticatalanes que el resto, más duros y represores contra Catalunya, más vengativos y autoritarios, si la prensa del Estado se dedica a cultivar el odio y la desconfianza contra unos ciudadanos -¡los catalanes!- que exigen libertad, justicia e independencia, si todo ello es así, ¿porque los catalanes, los independentistas en particular y los demócratas en general, tenemos que renunciar a los principios democráticos y dejar de exigir verdadera justicia?. ¿Porqué no podemos tener una policía defensora de los derechos y de las personas?. ¿Que no quieran encarcelar a sus mandos, al mayor Trapero y su equipo, porque hicieron las cosas bién y no como deseaban desde la metrópoli?. ¿Porqué hemos de aguantar la mala leche de los representantes de esta nueva extrema derecha españolista encabezada por Casado, Rivera y Abascal -PP, C's, VOX-?-. ¿Porqué hemos de obedecer unas sentencias que ya estan dictadas antes del juicio?. ¿Porqué hemos de ser el chivo expiatorio y las coartadas, excusas y víctimas de las frustaciones históricas de las acomplejadas y a la vez altivas instituciones españolas?.

Hemos de ser plenamente conscientes que la sentencia del juicio contra el procés ya está dictada. No nos vale que ahora digan que los condenaran por un delito de sedición y no por rebelión, o por malversación y desobediencia. No es de recibo que en lugar de treinta años ahora pidan solo quince años de prisión o diez de inhabilitación. No podemos aceptar que todo quede en una sanción económica -una multa ruinosa- que podría significar la quiebra patriomnial de los injustamente condenados..... No podemos ni tenemos que aceptar que sean condenados ni siquiera con un día de prisión -¡cuando ya hace más de un año que se encuentran privados de libertad!- puesto que no han cometido ningún delito ni ilegalidad que lo justifique. Hemos de desobedecer masivamente para conseguir que vuelvan a ser libres y puedan salir de la prisión y volver del exilio a su casa, sin condiciones ni limitaciones de ningún tipo. ¡Hemos de hacer efectiva la República!. Sin esperar diálogos imposibles ni acuerdos improbables. Pedro Sánchez, como antes Mariano Rajoy, niega tozudamente y reiteradamente cualquier tipo de diálogo político, a pesar de ofrecerlo fuleramente. Dentro del vocabulario político de España ha desaparecido la definición de derecho a decidir. Ha sido declarado ilegal e inmoral. ¡Es un pecado mortal!. Respecto de la mediación internacional que presione para propiciar la convocatoria de un referéndum de autodeterminación, por ahora no está ni se la espera. La UE está demasiado ocupada con el Brexit, la migración, mirar hacia otro lado en la cuestión de los derechos humanos y los desplantes y revueltas de algunos de sus miembros más importantes, como puede ser Italia. Desenganémonos: la obtención de la República efectiva solo será posible si estamos dispuestos a romper las cadenas que hasta hoy nos atan a España. Por otro lado, todas las independencias siempre se han conseguido con el disgusto y oposición de la metrópoli y contra sus intereses y deseos..... Ningún estado se resignará jamás a perder su particular joya de la corona. En nuestro caso, Catalunya. El Estado español no negociará nunca el derecho de autodeterminación, por una cuestión puramente económica y de soberbia nacional.

Si la mayoría de catalanes ya no sentimos ningún tipo de vinculo político ni administrativo con este Estado que nos va en contra y que cada día que pasa se aleja más de nosotros, si la desafección sentimental cada vez es más acentuada, hemos de comenzar a desobedecer sus leyes, a plantar cara a la injusticia castellana, ha hablar alto y claro contra la represión policial y el fascismo latente y presente que aun hoy reina en España. Hemos de defender nuestras instituciones políticas y sociales y las empresas de nuestro país, nuestros sindicatos, nuestra policía, nuestro gobierno, el Parlament y a nuestros políticos. Nos hemos de defender de un Estado fallido, violento, autoritario, vengativo, injusto y corrompido para poder conquistar un Estado exitoso, pacifista, democrático, generoso, justo, honesto y digno.

Sin romper ningún huevo es imposible hacer una tortilla como dios manda. Los próximos meses tendremos que comenzar a romper huevos si verdaderamente queremos alcanzar la independencia efectiva.

¿Estamos dispuestos a conseguirlo y pagar el precio que sin duda habremos de satisfacer para librarnos definitivamente de este atolladero que resulta ser el Espado español?.

Por lo que mi respecta, ya he empezado......










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