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dimecres, 9 d’agost del 2017

¡HABLAR!. ¡PACTAR.......!. ¡RAZONAR!.

Parece que todo ya está decidido. Por un lado los independentistas caminamos con paso firme, decidido y esperanzado pero también un poco angustiados y ansiosos, impacientes al fin y al cabo, hacia la plena libertad de nuestro pueblo, hacia el nacimiento de un nuevo Estado: la República de Catalunya. A la cual llegaremos como muy tarde el próximo mes de octubre. Por parte de los unionistas, empero, sucede todo lo contrario. Se muestran nerviosos, desconfiados, temerosos, a la par que amenazantes. Anuncian a los cuatro vientos que no se celebrará ningún referéndum, que esto de la independencia es de un radicalismo exacerbado y que lo único que importa es aquello que su ley permite, que afinan sus fiscales, que sentencian sus jueces y tolera su policía. Fuera de aquí, fuera de la cobertura que proporciona su Constitución y su estreñida interpretación excluyente, no existe nada. Ni legitimidad, ni libertades, ni principios democráticos..... ¡Nada de nada fuera de España!.

Así pues, ¿qué más queda por decir?. Las posturas están ya decantadas. Los argumentos a favor de la independencia, múltiples y variados, han sido expuestos, defendidos y debatidos profusamente. Sin que hayan podido ser rebatidos o confrontados con los argumentos favorables a la unidad con España. Sencillamente, los argumentos unionistas no existen. No ha habido ningún tipo de oferta, contraoferta, proposición o razonamiento surgido desde la parte unionista, mínimamente creíble o estimulante. Toda su preocupación se ha dirigido a manipular la realidad de Catalunya a base de amenazas, insultos y mentiras. Que si el proceso es un golpe de estado, que es propio de una tiranía, que somos nazis y fascistas, sediciosos, anticonstitucionales, ilegítimos y el diablo con cola y cuernos, que exigimos el referéndum para dividir la sociedad, que propiciamos la violencia y el enfrentamiento como si de terroristas de ETA se tratara...... Estos han sido alguno de los apelativos y consideraciones que nos han dedicado y aún dedican con la pretensión de seducirnos para que nos quedemos con ellos, dentro de España. Y las carantoñas hacia los catalanes y Catalunya no se han limitado solo a palabras más o menos dulces o rebosantes de afecto y estimación, puesto que también podemos encontrar acciones y decisiones tomadas por los defensores de la sagrada unidad y del status quo vigente tan cautivadoras como pueden ser las continuas y arbitrarias impugnaciones de leyes catalanas y de declaraciones políticas aprobadas por el Parlament, llevándolas ante el ignominioso Tribunal Constitucional, con la consabida suspensión e ilegalización automática, dictadas deprisa y corriendo sin matices ni contemplaciones de ningún tipo. Sencillamente, porque sospechan que pueden devenir independentistas. Lo hacen preventivamente, por si acaso..... Por no hablar del desvergonzado boicot de las cercanías ferroviarias de Barcelona y del aeropuerto de El Prat, en manos de ADIF y AENA respectivamente, ambas empresas públicas españolas. O de las inversiones comprometidas por el ministerio de Fomento y jamás ejecutadas. O del asedio policial contra personalidades e instituciones independentistas, bajo la excusa que se trata de la actuación normal de un estado de derecho como dicen que es el español. Un Estado, por cierto, que cada día que pasa evidencia las graves carencias -¡deficiencias!- democráticas que padece, la inexistencia de la separación de poderes que lo caracteriza, la ilegitimidad de la policía patriótica que lo protege y la apabullante corrupción desparramada por todas partes, que ensucia desde ministerios y ministros hasta partidos políticos de ámbito estatal o local, pasando por altos funcionarios o de manguito y visera,
incluyendo a algunos  fiscales, jueces, banqueros, periodistas, especuladores diversos y el IBEX 35 en pleno, todos ellos siempre dispuestos a dar la razón -o imponerla, según su conveniencia- al gobierno de Mariano Rajoy Brey, máximo responsable de este despropósito en que se ha convertido el Estado español. Todo ello solo para poner unos cuantos ejemplos bastante significativos de cual es el talante predominante dentro del unionismo: Negación de principios democráticos y aniquilación del soberanismo catalán utilizando toda clase de armas, chantajes, amenazas, insultos e incluso la violencia si hiciera falta.....

¡Pués bién!. Si todo está dicho y bendecido, ¿de que podemos hablar?. Un buen motivo para hablar es sobre que pasará a partir del 2 de octubre. De entrada, sea cual sea el resultado del referéndum nada seguirá como hasta ahora. Si gana el NO, tendremos que volver a hablar del manido encaje, hasta ahora imposible, de Catalunya en el Estado con una Constitución que ha sido tan magreada por los mandatarios españoles, desde los ámbitos políticos, jurídicos, policiales, militares, periodísticos, económicos, culturales y sociales, que es percibida por la mayoría de catalanes como un amenazante garrote que a menudo aterriza violentamente en nuestras cabezas y espaldas, como parte de una peculiar forma de imposición forzada, enormemente inclusiva. Literalmente, en nuestro caso la letra ha entrado y entrará por la espalda, si todo continua igual. A buen seguro que sería un eterno volver a empezar. ¡Para no llegar a ningún lado, ciertamente!. 

En cambio, lo más probable -¡seguro!- es que gane el SI. Y lo hará de forma limpia y amplia. Con una excelente participación y un porcentaje favorable a la independencia por encima del 60%, auguro. Entonces podremos hablar en igualdad de condiciones, de tú a tú, de cuando y como nos repartimos los activos y pasivos del antiguo estado felizmente finiquitado, del mutuo reconocimiento de la realidad recién iniciada por ambas naciones y de cómo encaramos la nueva situación creada para los dos nuevos estados, con la confianza de llegar a acuerdos beneficiosos tanto para España como para Catalunya. En definitiva, poner punto y final a una situación anómala e injusta para Catalunya y liberar a España de un territorio y una población que jamás se han sentido concernidos con la Castilla eterna o la España irreal de hoy en día.

¡Hablar!. ¡Pactar.....!. ¡Razonar!. Tres palabras rebosantes de buen juicio y arrebato a la vez. Tres verbos que jamás deberían haber sido desdeñados por el gobierno de España. Tres palabras que nada tienen que ver con amenazas, chantajes, imposiciones, insultos o violencia. Ni con insinuaciones o advertencias de utilizar la fuerza bruta contra los anhelos democráticos de la mayoría de catalanes, o la fuerza legal -jamás legítima en este caso- contra el patrimonio de los políticos independentistas. Si ello ocurriera, será una auténtica vergüenza para España que la marcará como un Estado trilero y antidemocrático...... por los siglos de los siglos. La responsabilidad de todo lo que está pasando entre Catalunya y España ha sido primordialmente de un gobierno y unas instituciones poseedoras de todo el poder y la fuerza del Estado, prepotentes, altivos y abusadores, así como también incapaces de reconocer los errores, abusos y arbitrariedades tan alegremente cometidos contra Catalunya, y plenamente conscientes de haber instrumentalizado este poder omnímodo a menudo a favor de los 666 -¡el número del diablo!- o 6666 poderosos de España -no importa un seis más o menos- acuartelados en Madrit contra los díscolos y tozudos catalanes, los cuales jamás hemos sido asimilados, sometidos ni nos hemos resignado a los modos y maneras de la Castilla de antes y la España de ahora..... Es justo reconocer, empero, que este mal también lo han padecido y padecen millones de ciudadanos españoles. Lo que todavía hace más incomprensible el seguidismo de estos mismos ciudadanos a favor del gobierno popular y del apoyo dispensado a la cruzada desatada contra Catalunya. Es como si no aceptaran que Catalunya rompiera cadenas y ellos se quedaran encadenados.....O todos moros o todos cristianos, deben pensar.

Para los catalanes se acaban tres siglos de sumisión y ocupación, Hemos aguantado guerras sin cuartel contra nuestra lengua, cultura y costumbres. Hemos soportado la imposición de un Estado el cual jamás ha actuado a favor de Catalunya y los catalanes y siempre nos ha mirado de reojo y con suma desconfianza, odio, envidia y deslealtad manifiestas. Incluso me permito afirmar que sus leyes, sus fiscales, sus jueces y su policía siempre ha actuado con el objetivo premeditado de someter Catalunya a los modos y costumbres de Castilla, bajo la excusa de la igualdad -en realidad uniformidad- y solidaridad -más bién expolio- entre todos los ciudadanos del Estado, como si de un territorio sin historia ni ciudadanos libres pero reconquistado se tratara. Las consecuencias resultantes son que este comportamiento imperialista de España ha sido percibido por muchos catalanes como una especie de colonialismo decimonónico, pasado de moda, que han hecho de Catalunya la última colonia del Reino de España a la cual exprimir todo el jugo posible hasta la consunción definitiva. Si todo ello lo redondeamos con la mala fé económica del Estado español mostrada por la falta secular de inversiones en infraestructuras presupuestadas pero jamás ejecutadas en su totalidad o pospuestas indefinidamente, el expolio fiscal disfrazado de falsa solidaridad que siempre -y por siempre- padecemos los ciudadanos catalanes y la consideración de Catalunya como un territorio que tiene la obligación de someterse a los intereses de la  España hegemónica y omnipresente, intereses por cierto que no suelen coincidir con los catalanes, entonces tendremos el cuadro completo.

A nadie debería extrañar que Catalunya haya decidido poner fin a toda esta anomalía histórica que ya dura demasiado. El referéndum no solo se hará sino que también deviene necesario e ineludible. Y la independencia de la Catalunya resultante también será positiva para la nueva España. Puesto que la sacudida que ello representará para sus ciudadanos tendrá efectos de catarsis colectiva. Podrán hacer un reset y poner proa hacia una auténtica revolución social y personal que ponga fin a una manera de entender el Estado como el patrimonio de unos pocos privilegiados -¡los 666 del diablo!- por encima del derecho de los ciudadanos de a pie, que al fin y al cabo tienen que ser y serán los auténticos y únicos beneficiarios de ambos estados renacidos y esperemos que también exitosos..... ¡Así sea!.






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