A medida que se acercan las citas electorales, primero las municipales y después las plebiscitarias, todas las formaciones políticas van ocupando el espacio más favorable para la obtención de los mejores resultados posibles. Ello habría que comportar clarificar las posiciones y ofrecer a los votantes las respuestas más atractivas respecto de aquellos asuntos que los ciudadanos consideramos prioritarios, como pueden ser las cuestiones sociales -paro, jubilaciones, sanidad, educación....-, económicas, financieras, culturales y las relaciones de estas con el porvenir plenamente soberano de Catalunya. Las fuerzas independentistas, tanto las parlamentarias como la mayoría de la sociedad civil, así lo hacen. Se han puesto de acuerdo con el carácter plebiscitario de la convocatoria de 27 de septiembre, contraponen datos y argumentos a favor de la independencia y asumen compromisos de libertad, progreso y justicia que se vislumbran si conseguimos la plena soberanía.
No sucede lo mismo del lado unionista. De entrada las posiciones no son excesivamente homogéneas, antes al contrario. Existen partidos que si bien se definen como firmes defensores del derecho a decidir del pueblo catalán, no parecen demasiado predispuestos aceptar un probable resultado favorable a la independencia. Es el caso de ICV, PSC, PODEMOS-GUANYEM y de Unió Democràtica. Unos quieren celebrar un referéndum pactado con el Estado para cambiar la Constitución española en sentido federal, mientras que otros quieren votar para.... ¡confederarse con España!. En el fondo solo quieren cambiar la constitución para que nada cambie. Todo ello choca frontalmente con las tesis de Ciudadanos y fundamentalmente del Partido Popular. Estos dos partidos, de naturaleza marcadamente nacionalista española, defienden encarnizadamente la soberanía del pueblo español mientras niegan la del pueblo catalán. No quieren cambiar la Constitución para no dar -ni reconocer- privilegios (?) a Catalunya. Ni siquiera para adecuarla a los tiempos actuales. En definitiva, consideran que Catalunya es de su propiedad y por tanto los catalanes somos sus sumisos súbditos.
El unionismo español está sometido a un creciente desconcierto marcadamente agobiante y por tanto muy peligroso para el catalanismo independentista, ante la firmeza y claridad mostradas por este. Ahora proponen cambiar la constitución, ahora no quieren. Piden pactar con el Estado un referéndum, mientras que el gobierno de España niega en redondo cualquier posibilidad para hacerlo. Denuncian ante la justicia castellana a los políticos catalanes para aniquilarlos o aplastarlos.... ¡por motivos estrictamente políticos!!!!. Su policía persigue la exhibición de símbolos independentistas, pero tolera el lucimiento de simbología fascista-franquista y actúa contra la libertad de expresión de los catalanistas, mientras se inventa dossieres espurios contra personalidades catalanas que después se afana en filtrar a la caverna mediática madrileña. El gobierno de España estrangula las finanzas catalanas, judicializa las decisiones políticas adoptadas por la Generalitat, retrasa inversiones estratégicas y persigue allá donde puede la lengua y cultura catalanas sin consideraciones ni miramientos de ningún tipo. Despotrican, insultan, discriminan y condenan entidades y personajes públicos que se posicionan a favor de la plena soberanía. Los medios de comunicación españolistas muestran desinhibidamente sus fobias anticatalanas -en realidad, su falta de ética periodística- haciendo prevalecer informaciones manipuladas o falsas confrontándolas con la realidad y la verdad; priorizan las opiniones unionistas y silencian las independentistas. Desinforman a la opinión pública española presentando como hegemónicos los discursos de populares y C's cuando la realidad es que son claramente minoritarios dentro de Catalunya.
Proclaman y exigen a diestro y siniestro diálogo, pactos, lealtad institucional, constitucionalidad, estado de derecho y respeto para la ley española, cuando en realidad quieren decir monólogo, litigios, subvertir la democracia, imposición y sumisión, derecho del estado por encima de los derechos colectivos e individuales y abuso ilegítimo de la justicia.... ¡castellana!. Esta especie de desconcierto angustioso, este miedo a los principios democráticos, al verdadero sentido de justicia y a la ecuanimidad es el mensaje que ofrecerá el discurso unionista en las próximas contiendas electorales. Las municipales y las plebiscitarias. ¡Lamentablemente....!.
No flaquearemos. ¡No podemos flaquear!. Porqué si lo hiciéramos no sobreviviríamos como pueblo.... Por ello nosotros, los independentistas, continuaremos ofreciendo datos, argumentos, debates e ilusiones cara el futuro. Con alegría, en paz y libertad. Haremos lo imposible para llegar a todos los indecisos, a los convencidos y a los decepcionados. En todos los rincones de nuestro país. A todos los ciudadanos catalanes para que voten y lo hagan a los partidos que ofrecen claridad, sinceridad y esperanza. Y después, los votos decidirán. Primero en los municipios, después en toda la nación..... ¡Queremos que sea INDEPENDENCIA!.
No sucede lo mismo del lado unionista. De entrada las posiciones no son excesivamente homogéneas, antes al contrario. Existen partidos que si bien se definen como firmes defensores del derecho a decidir del pueblo catalán, no parecen demasiado predispuestos aceptar un probable resultado favorable a la independencia. Es el caso de ICV, PSC, PODEMOS-GUANYEM y de Unió Democràtica. Unos quieren celebrar un referéndum pactado con el Estado para cambiar la Constitución española en sentido federal, mientras que otros quieren votar para.... ¡confederarse con España!. En el fondo solo quieren cambiar la constitución para que nada cambie. Todo ello choca frontalmente con las tesis de Ciudadanos y fundamentalmente del Partido Popular. Estos dos partidos, de naturaleza marcadamente nacionalista española, defienden encarnizadamente la soberanía del pueblo español mientras niegan la del pueblo catalán. No quieren cambiar la Constitución para no dar -ni reconocer- privilegios (?) a Catalunya. Ni siquiera para adecuarla a los tiempos actuales. En definitiva, consideran que Catalunya es de su propiedad y por tanto los catalanes somos sus sumisos súbditos.
El unionismo español está sometido a un creciente desconcierto marcadamente agobiante y por tanto muy peligroso para el catalanismo independentista, ante la firmeza y claridad mostradas por este. Ahora proponen cambiar la constitución, ahora no quieren. Piden pactar con el Estado un referéndum, mientras que el gobierno de España niega en redondo cualquier posibilidad para hacerlo. Denuncian ante la justicia castellana a los políticos catalanes para aniquilarlos o aplastarlos.... ¡por motivos estrictamente políticos!!!!. Su policía persigue la exhibición de símbolos independentistas, pero tolera el lucimiento de simbología fascista-franquista y actúa contra la libertad de expresión de los catalanistas, mientras se inventa dossieres espurios contra personalidades catalanas que después se afana en filtrar a la caverna mediática madrileña. El gobierno de España estrangula las finanzas catalanas, judicializa las decisiones políticas adoptadas por la Generalitat, retrasa inversiones estratégicas y persigue allá donde puede la lengua y cultura catalanas sin consideraciones ni miramientos de ningún tipo. Despotrican, insultan, discriminan y condenan entidades y personajes públicos que se posicionan a favor de la plena soberanía. Los medios de comunicación españolistas muestran desinhibidamente sus fobias anticatalanas -en realidad, su falta de ética periodística- haciendo prevalecer informaciones manipuladas o falsas confrontándolas con la realidad y la verdad; priorizan las opiniones unionistas y silencian las independentistas. Desinforman a la opinión pública española presentando como hegemónicos los discursos de populares y C's cuando la realidad es que son claramente minoritarios dentro de Catalunya.
Proclaman y exigen a diestro y siniestro diálogo, pactos, lealtad institucional, constitucionalidad, estado de derecho y respeto para la ley española, cuando en realidad quieren decir monólogo, litigios, subvertir la democracia, imposición y sumisión, derecho del estado por encima de los derechos colectivos e individuales y abuso ilegítimo de la justicia.... ¡castellana!. Esta especie de desconcierto angustioso, este miedo a los principios democráticos, al verdadero sentido de justicia y a la ecuanimidad es el mensaje que ofrecerá el discurso unionista en las próximas contiendas electorales. Las municipales y las plebiscitarias. ¡Lamentablemente....!.
No flaquearemos. ¡No podemos flaquear!. Porqué si lo hiciéramos no sobreviviríamos como pueblo.... Por ello nosotros, los independentistas, continuaremos ofreciendo datos, argumentos, debates e ilusiones cara el futuro. Con alegría, en paz y libertad. Haremos lo imposible para llegar a todos los indecisos, a los convencidos y a los decepcionados. En todos los rincones de nuestro país. A todos los ciudadanos catalanes para que voten y lo hagan a los partidos que ofrecen claridad, sinceridad y esperanza. Y después, los votos decidirán. Primero en los municipios, después en toda la nación..... ¡Queremos que sea INDEPENDENCIA!.
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