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divendres, 19 de desembre del 2014

"LA INMORTALIDAD DEL CANGREJO DE RÍO".

Ciertas formaciones políticas las cuales hasta ahora habían guardado las formas y maneras necesarias y convenientes ante el proceso soberanista catalán, han recuperado viejas actitudes e ideologías propias de tiempos históricos normales donde las luchas políticas podían girar libremente entorno de la dicotomía derecha o izquierda, de liberalismo, conservadurismo o progresismo, o incluso alrededor de la presunta inmortalidad del cangrejo de río, si les placía.

Lamentablemente, los catalanes y Catalunya nos hallamos inmersos en una tarea que no quiere distracciones, ni divisiones partidistas, ni posicionamientos miedosos, pusilánimes o egoístas. Son tiempos de coraje y de generosidad. De arriesgarse sin dudarlo. Son días de unidad entre diferentes, de principios ideológicos fortalecidos y de transversalidad democrática. Ahora es el momento de la confluencia de intereses plurales para alcanzar un difícil objetivo pletórico de esperanza, pero que solo estará a nuestro alcance si superamos las clásicas divisiones partidistas, incluso cainitas, las cuales aún que se han de tener muy presentes a la hora de tomar determinadas decisiones no pueden condicionar nuestro objetivo primordial y nuestras prioridades de país.

Ahora es el tiempo histórico de conseguir la independencia. No hace muchos años que el Estado español rechazó de mala manera la reforma de estatuto aprobado por el Parlament y refrendado por los catalanes ya que no se ajustaba a la pétrea Constitución española, en su versión popular. Lo hicieron rompiendo el compromiso público adquirido ante toda la ciudadanía por el entonces presidente socialista del gobierno de España José Luis Rodriguez Zapatero., a pesar de haber sido aprobado por las Cortes españolas después de haber pasado el cepillo, según declaró descaradamente el atávico dirigente socialista -¡él también!-, Alfonso Guerra. Al mismo tiempo, los populares pusieron en marcha una ominosa campaña recogiendo firmas y mala leche por toda la piel de toro contra Catalunya, campaña que obtuvo reconocimiento y un éxito rotundo ante el Tribunal Constitucional, el cual dictó una sentencia tan vergonzosa como carente de legitimidad contra la reforma del maldito Estatuto. Y así, hasta ahora. 

En distintas ocasiones, los catalanes nos hemos manifestado contra el atolladero en que se halla actualmente nuestra nación. Hemos celebrado manifestaciones multitudinarias con participaciones millonarias, la Vía catalana, la V de votar y de victoria. Hemos protestado votando en un referéndum oficioso -i voluntarioso- más de dos millones trescientos mil ciudadanos. El presidente de la Generalitat fué a Madrid a pedir un pacto fiscal del tipo concierto económico y para abrir un diálogo sobre un nuevo encaje político de Catalunya con el Estado dentro de la Constitución española. La respuesta fué un sonoro No. Los representantes del Parlament fueron después a las Cortes españoles a demandar el traspaso de la competencia para poder convocar un referéndum oficial. Nuevamente, la respuesta de la cámara española fué un atronador No, más contundente en este caso que la anterior negativa. Actualmente, Artur Mas y dos consellers del govern se hallan arbitrariamente amenazados por la justicia castellana, a causa de la denuncia interpuesta por el fiscal general del Estado a instancias del gobierno de Madrid, resultado de una escandalosa persecución política impropia en un estado democrático. Este mismo gobierno de España hace una política de recentralización pura y dura para vaciar de competencias y herramientas propias de las comunidades autónomas, especialmente la catalana, para aniquilarlas. Ahoga las finanzas de la Generalitat sin miramientos de ningún tipo. Deja de invertir en infraestructuras vitales no solo para Catalunya, sino que también para todo el arco Mediterráneo peninsular. Por ejemplo, cercanías o el corredor ferroviario hacia la frontera francesa, o las conexiones ferroviarias del aeropuerto del Prat y de los puertos de Barcelona y Tarragona, o la conversión de las carreteras de titularidad estatal en autovías, como sucede en el resto del Estado. Amenaza con españolizar a los niños catalanes y reintroducir el salvajismo de las corridas de toros en Catalunya, a la vez que paga el colegio privado -¡a cargo de la Generalitat!- a los alumnos cuyos padres se nieguen a que sus hijos reciban la educación en idioma catalán. Por supuesto, Rajoy ofrece dialogar sobre todo sin dejar hablar a nadie ni negociar absolutamente nada de nada. Dice ayudar financieramente a Catalunya prestándonos nuestros propios dineros previamente expoliados a los catalanes, pero pagando un jugoso interés a la hacienda española. De tanto que nos quieren nos ahogan con sus abrazos. Los principios democráticos cada día que pasa, en España, son más escasos, mientras la guerra sucia desatada por el Estado desde sus cloacas contra Catalunya y el catalanismo va in crescendo.... ¡No merece la pena seguir!. ¿Para qué?. ¿No está suficientemente claro todo lo que pasa?.

Ante este tenebroso panorama se han producido los desencuentros más decepcionantes que hayan podido suceder entre partidos y líderes soberanistas. Parece ser que Esquerra está presionando a la ANC para que se desdiga y apoye la propuesta de Oriol Junqueras, frente de la del señor Mas. Rechazó la propuesta de Artur Mas -lista unitaria, sin siglas partidistas y transversal, para las elecciones plebiscitarias en sustitución del referéndum de autodeterminación-, proponiendo varias listas bajo el paraguas de la independencia, pero con programas de gobierno distintos. Esta enmienda a la totalidad presentada por ERC, por cierto emulando la conferencia dictada previamente por el presidente de la Generalitat, debilita notablemente el proceso soberanista en lugar de propiciar y fortalecer algún tipo de compromiso de síntesis de ambas propuestas. Para satisfacer el ego de Junqueras y la hegemonía de ERC sobre el proceso, ahora pretende manipular a la ANC buscando su cobijo y apoyo, lo cual puede provocar la división en el seno de la propia asamblea. Tanta ruindad no es buena y caso de prosperar nos llevará a todos al fracaso más doloroso.

Hora es que los ciudadanos digamos basta. Basta al egoísmo y la arrogancia -incluso al menosprecio- de Oriol Junqueras y ERC. Basta al exceso de prudencia y esta especie de paresia política -incluso indefinición- de CDC y Artur Mas. Basta a la mezquindad de UDC y la soberbia de Duran -y de sus muchas estupideces-. Basta marear la perdiz de ICV y de esconderse vergonzosamente tras una supuesta pluralidad de sentimientos nacionales de sus militantes -y a un exceso de kumbayanismo de sus líderes, Herrera y Camats-. Los ciudadanos catalanes apoyamos una lista unitaria transversal, prescindiendo de la opinión de las cúpulas de los partidos y que refleje la pluralidad de la sociedad civil catalana. Lo queremos así porqué nos están decepcionando todos los líderes supuestamente soberanistas, y especialmente ERC y Oriol Junqueras. Apoyamos la ANC y ÒMNIUM y la tarea que hacen ya que es para nosotros, no para los políticos. Por qué sabemos que solo así conseguiremos la independencia. A pesar de Artur, Oriol, Josep Antonio, Joan y Dolors. 



dijous, 11 de desembre del 2014

EL ENMERDADO DISPARATE "POPULAR"

El grado de decadencia que padece el Estado español se acentúa cada día que pasa. La corrupción está tan presente en casi todos los niveles de la sociedad, que empieza a provocar vergüenza ajena e incluso auténtico asco. En muchos casos esta innegable descomposición que afecta diferentes instituciones públicas y privadas de España, se ve acompañada por una auténtica falta de principios democráticos y ausencia de ética política. La indecencia e inmoralidad ganan terreno -palmo a palmo- y voluntades -espíritu tras espíritu-, condenando a los aturdidos ciudadanos de la piel de toro a sufrir un perpetuo estado de shock e indignación, que cada día de pasa se hace más difícil de aplacar.

Los populares han conseguido escalar por méritos propios las más altas cotas del ranking europeo de formaciones políticas más corruptas que existen, estando involucrados hasta las cejas en este especie de turbios y deshonestos negocios de familia paranormales. Tanto para financiar irregularmente el partido -a base de cobrar comisiones por obra y servicios adjudicados-, como para el enriquecimiento mutuo de sus asalariados de mayor nivel y los donantes anónimos del partido -desviando el dinero al bolsillo propio o de amigos-, así como para beneficio de destacados afiliados, ilustres simpatizantes y altos dirigentes nacionales o regionales, todos ellos irredentos conservadores por naturaleza. Por cierto, ávidos por acumular dinero fácil, de procedencia dudosa y preferiblemente obscura.

Resulta obvio. De la financiación irregular -caso Gürtel- se pasa a Bárcenas, a los constructores -¡especuladores!- de dudosa moralidad y al reparto de sobre repletos de dinero negro entre los fieles. De forma general y generosa. Y de ahí se pasa fácilmente hacia la más absoluta amoralidad, propia de la falta de ética política y de la carencia de principios democráticos.

El gobierno del Partido Popular comandado por Mariano Rajoy es el más preclaro paradigma de este enmerdado desvarío. Dejando de lado el comportamiento verdaderamente escandaloso demostrado hacia el proceso soberanista catalán, los populares destacan como verdaderos reyes manipuladores de la sociedad española -aunque con la inestimable complicidad de la caverna mediática madrileña-, y como cínicos compulsivos. Decir una cosa y hacer la contraria es normal en ellos. Por ejemplo, "no subiremos los impuestos", o "no bajaremos las pensiones" y hacer lo contrario es un clásico popular. Los recortes del estado de bienestar pasan a ser reformas estructurales, mientras que la creación de empleo se hace facilitando el despido a diestro y siniestro, rebajando los salarios de los trabajadores, generalizando los contratos temporales del tipo basura y recortando los derechos laborales y sindicales; y de paso demonizando y aniquilando los sindicatos. Si se trata de reducir el déficit público, lo mejor que se puede hacer consiste en endosarlo sobre las cuentas de gastos sociales de las diferentes comunidades del Estado, especialmente sobre Catalunya -¡casi la cuarta parte del total estatal en recortes!- y restringiendo la financiación autonómica a base de incumplir una ley orgánica aprobada por el Parlamento español. O simplemente, dejando de pagar las deudas contraídas con las comunidades autónomas -¡más de 9000 millones de euros en el caso catalán!-. Después, sin una mínima pizca de vergüenza torera se permite exigir a los demás el estricto cumplimiento de la ley y singularmente de la inmutable Constitución Española. Puestos a ser indecentes, ¿que mejor forma existe que no sea otra que manosear el poder judicial hasta pervertirlo, para apartar del caso Gürtel-Bárcenas al juez que se encarga de investigar la corrupción del partido del gobierno?. La utilización del poder judicial y el abuso que a menudo hacen de la legalidad vigente solo es comparable con el vergonzoso y sectario uso de la policía, de la guardia civil e incluso de los servicios secretos -el CNI-. Instituciones y funcionarios utilizados por los nacional-católicos como guardia pretoriana, o guerrilleros de Cristo Rey, tanto da.

El paladín de la seguridad en España es Jorge Fernández Díaz. Desde la cómoda poltrona del Ministerio del Interior en la cual descansan sus glúteos el señor ministro hace todo aquello que está en sus manos para que los inmigrantes no solo pierdan derechos y seguridad jurídica, sino que a veces también tengan que perder la vida, como ya ha pasado -más de una ocasión- en la valla fronteriza de Melilla, de Ceuta, o bien ahogados en el Mediterráneo. O escamoteando su dignidad humana encerrándoles en los centros de acogida de inmigrantes. Hombre desacomplejado y sin manías prefiere desguarnecer de policía y guardia civil ciudades y pueblos españoles para trasladarlos a Catalunya por cuestiones estrictamente políticas y aumentar la presencia y visibilidad de las fuerzas estatales -¿de ocupación?- en un territorio repleto de desafectos al régimen, antes que cumplir con sus obligaciones de ofrecer seguridad y defender garantías y derechos de sus compatriotas. Por descontado: como miembro del Opus Dei prefiere condecorar vírgenes e implorar ayuda para España a Santa Teresa, que no guardar las apariencias -¡al menos!- y ser respetuoso con los principios democráticos y la legitimidad comúnmente aceptada por todo el mundo. Su policía ¿política? a menudo se dedica a filtrar informes y atestados a los medios de información madrileños más allá de las falsedades, manipulaciones o inexactitudes que pudieran contener. Según se informa en cierta prensa digital -Eldiario.es-, este buen cristiano ha puesto en marcha una unidad secreta de policía para investigar y rastrear los políticos independentistas. Compuesta por miembros principalmente de Asuntos Internos, la misión más importante que tiene encomendada consiste en filtrar tanto a los juzgados como a la prensa amiga la información obtenida para despotricar e injuriar sobre las cabezas más relevantes del movimiento soberanista. Una unidad secreta que usurpa funciones y competencias de otras unidades legítimas - la UDEF, por ejemplo-, pero que no aparece en el organigrama del Cuerpo Nacional de Policía. Sin embargo, aquello que mejor define el talante tanto del ministro como, por extensión, del gobierno popular, es la última propuesta que ha hecho: que su policía pueda intervenir teléfonos y gravar conversaciones privadas sin el menor control judicial previo.

Lo que personalmente más me duele es que este ministro creció y se educó en Catalunya. Jorge Fernández presume de ser catalán. Y ello, a mí, me avergüenza.... Supongo que lo mismo le pasa a muchos gallegos por el hecho que Mariano Rajoy también es gallego -¡como Franco!-. El problema no es, pero, el origen de las personas. El verdadero problema es la falta de principios y ética que sufren muchos políticos populares, especialmente los más relevantes. Estas carencias han enmerdado el partido y lo han transformado en una mala copia del antiguo y jamás desaparecido Movimiento Nacional. Nada que resulte anormal. Al fin y al cabo los hijos y nietos del franquismo se guarecieron bajo el paraguas del Partido Popular, donde fueron festivamente recibidos. Aportaron ideales, formas y maneras de hacer y de pensar propios de la dictadura. No les pidieron explicaciones ni les impusieron condiciones de ningún tipo. Con el tiempo, han devenido primordiales y preponderantes dentro del partido. Y si añadimos a esta especie de franquismo sempervivum el Opus Dei y la abogacía del Estado -cuerpo de funcionarios del Estado, por antonomasia-, solo nos faltará la rama económico-financiera sempiterna, la cual, casualmente tampoco ha cambiado tanto en los últimos cincuenta años. El resultado de todo ello es este enmerdado disparate popular de nuestros días.

Poco a poco se va entendiendo porqué ocurre lo que ocurre. Catalunya quiere la independencia. España votará PODEMOS. Y entre tanto, el Estado Español se precipita en el abismo en caída libre. ¡Hey...!. ¡Se va a pique!.









divendres, 5 de desembre del 2014

ARTUR Y ORIOL: ¡NO ES TAN DIFÍCIL!

Artur y Oriol han dictado sendas conferencias. Uno reclamando una lista unitaria pero transversal con la participación de la sociedad civil para concurrir al anunciado avance electoral reunidos bajo una única bandera inequívocamente soberanista, mientras que el otro proponía diversas listas blandiendo la enseña independentista bajo la cual se pudieran cobijar los distintos programas electorales de cada partido y la acción de gobierno -de concentración- necesaria para conseguir la independencia, sin más dilaciones de ningún tipo.

En el fondo ambos dicen lo mismo. El objetivo común es la independencia pero discrepan en la forma. Lo más curioso es que las distintas formas sugeridas parecen más un recurso para marcar el terreno de juego particular de cada uno que no un desacuerdo surgido como consecuencia de las diferencias políticas existentes entre diferentes partidos soberanistas. En pocas palabras: el eterno enfrentamiento entre derechas e izquierdas.

Algunas formaciones soberanistas ya se han desmarcado del camino trazado de un lado por Convergència y de otro por Esquerra Republicana. Iniciativa ha mostrado ser la formación más pusilánime de todas. Casi tanto como la cúpula de Unió Democràtica. No tienen claras las ideas respecto la independencia de Catalunya. ICV no quiere aproximarse a los postulados de Mas porqué es de derechas y no se fían, y recelan de las propuestas defendidas por Oriol Junqueras porqué no son suficientemente de izquierdas y son nacionalmente demasiado radicales. Dicen que dan libertad de voto a sus votantes para que escojan aquello que más les plazca porqué así se reflejará mejor la pluralidad del partido. No son más que excusas de mal pagador. Lo que realmente ocurre, empero, es que sienten el aliento de PODEMOS en el cogote, ya que se acercan a toda velocidad y les amenazan con pasar por encima de ellos olímpicamente; o incluso, de engullirlos sin la menor contemplación. Una vez encendidas todas las alarmas, creen que frenando y refunfuñando un poquito podrán detener la caída electoral que se avecina a grandes pasos y que amenaza con robarles ingentes cantidades de votos sin piedad. He aquí la pusilanimidad mostrada por ICV-EUA. Herrera, Camats y Nuet no se mojarán jamás y se alejarán tanto como puedan de CDC y ERC. Para ellos, se trata de un instinto básico de supervivencia, el cual se manifiesta de forma tan primaria como auténticamente ineficaz. Respecto Unió ya se ha dicho todo. Las bases y los votantes de la formación democristiana son mayoritariamente soberanistas pero la cúpula del partido se halla en manos de unos políticos miedosos y excesivamente comprometidos con los poderes fácticos, sean catalanes o españoles, que gozan y disfrutan de la hegemonía económica, financiera, mediática y política en todo el Estado. En definitiva, UDC -como también el PSC- representan mejor que nadie los viejos partidos políticos pasados de moda, que se hallan en fuera de juego y abocados a la inevitable irrelevancia política, electoral y social, a corto y medio plazo.

Como muy a menudo ocurre estos últimos tiempos, la posición más coherente y juiciosa es la defendida por las CUP. Desde siempre, han mantenido una actitud firme y diáfana a favor de la independencia. Reconocen los méritos de Convergència y de Esquerra. Sin embargo, también han detectado las debilidades y los egoísmos de ambas formaciones. No es que estén en contra de la unidad de acción que necesita el independentismo pero si se muestran contrarios al excesivo protagonismo partidista que se disputan entre ellos. En consecuencia, piensan -lapidáriamente- "allá ellos". Que remachan con un sonoro "nosotros a lo nuestro".

Así se encuentra ahora el proceso independentista contemplado desde la vertiente partidista. Se ha iniciado una nueva etapa -ahora se dice una nueva pantalla-. Mientras los unionistas tiembla y rechinan los dientes, y porfían enrabietados para poner entre rejas a Artur Mas, Joana Ortega y Elena Rigau después del éxito alcanzado el 9N, Esquerra y Convergència se afanan en dictar conferencias proponiendo objetivos comunes al alcance de ambos y poniéndose la zancadilla unos a otros para conseguirlos antes que nadie. Y las otras formaciones supuestamente catalanistas se desmarcan o remarcan por voluntad propia e intereses egoístas frente la independencia de Catalunya.

Todo ello, siendo muy importante, no lo es tanto como la voluntad reiteradamente manifestada por los ciudadanos. Existen seguro un millón novecientos mil catalanes que apoyamos la independencia según los resultados alcanzados el 9 de noviembre pasado, a pesar de todos los obstáculos que el Estado español nos puso -y aún nos sigue poniendo-. A todos ellos, fácilmente se añadirán algunos centenares de miles más de votantes para acabar de establecer una sólida y democrática mayoría a favor de la plena soberanía de Catalunya. La queremos conseguir lo antes posible. Somos de derechas, de centro y de izquierdas. Hablamos catalán y castellano con absoluta normalidad. Y estamos hasta el gorro que ciertos políticos piensen más en ellos y sus intereses partidistas que no en la generalidad de los ciudadanos.

Generalidad, esta el la clave. La Generalitat somos nosotros, los ciudadanos. Y los políticos han de estar al servicio de los ciudadanos. Tienen la obligación de satisfacer y cumplir con los anhelos, las ilusiones y las esperanzas de la gente. Y toda esta multitud de hombres y mujeres que votamos SI a la independencia, estamos dispuestos a auto-inculparnos para ponernos al lado del presidente Mas y de los líderes políticos que también lo han hecho y que pueden acabar imputados por la justicia española la cual, ante todo, es castellana y contraria al proceso soberanista.... ¿No basta con sufrir la hostilidad de todo el aparato del Estado para que encima nos hagamos la puñeta entre nosotros mismos?.

Nosotros queremos votar a favor de la independencia. Convergència, Esquerra, las CUP y muchos simpatizantes socialistas, democristianos, ecologistas y de Iniciativa que se añadirán, damos más importancia ahora a la consecución de la auténtica y plena libertad del pueblo catalán antes que ser de derechas o izquierdas. Sabemos que esto -las preferencias políticas de cada uno- tomarán mayor relevancia a posteriori, cuando sea la hora de conformar el ejecutivo y se hayan de establecer las prioridades de gobierno, y confeccionar la nueva constitución de la república. Por esta misma razón es vital proclamar la independencia lo antes posible una vez conseguida la mayoría parlamentaria para poder hacerlo, con garantias suficientes de reconocimiento del resto de países del Mundo y la necesaria fortaleza política para iniciar las ineludibles negociaciones con España sobre el reparto justo de activos y pasivos del antiguo estado. Y también con la comunidad internacional para conseguir la confirmación de la independencia.

Artur: Es la hora de la unidad, pero más allá de tacticismo partidista y de parsimonia política. Oriol: No es tiempo de derechas o izquierdas ni de protagonismo egoísta, ni siquiera es hora de reproches o de pasar cuentas con los adversarios. Ahora es la hora de la Generalitat, de la gente. Es tiempo de Catalunya. Más adelante ya podréis haceros la puñeta mutuamente. Pero nunca debéis olvidar que votamos los ciudadanos. Un ciudadano, un voto. Y ninguno para aquellos que malogren la independencia. Poneros de acuerdo. ¡No es tan difícil!.