Ciertas formaciones políticas las cuales hasta ahora habían guardado las formas y maneras necesarias y convenientes ante el proceso soberanista catalán, han recuperado viejas actitudes e ideologías propias de tiempos históricos normales donde las luchas políticas podían girar libremente entorno de la dicotomía derecha o izquierda, de liberalismo, conservadurismo o progresismo, o incluso alrededor de la presunta inmortalidad del cangrejo de río, si les placía.
Lamentablemente, los catalanes y Catalunya nos hallamos inmersos en una tarea que no quiere distracciones, ni divisiones partidistas, ni posicionamientos miedosos, pusilánimes o egoístas. Son tiempos de coraje y de generosidad. De arriesgarse sin dudarlo. Son días de unidad entre diferentes, de principios ideológicos fortalecidos y de transversalidad democrática. Ahora es el momento de la confluencia de intereses plurales para alcanzar un difícil objetivo pletórico de esperanza, pero que solo estará a nuestro alcance si superamos las clásicas divisiones partidistas, incluso cainitas, las cuales aún que se han de tener muy presentes a la hora de tomar determinadas decisiones no pueden condicionar nuestro objetivo primordial y nuestras prioridades de país.
Ahora es el tiempo histórico de conseguir la independencia. No hace muchos años que el Estado español rechazó de mala manera la reforma de estatuto aprobado por el Parlament y refrendado por los catalanes ya que no se ajustaba a la pétrea Constitución española, en su versión popular. Lo hicieron rompiendo el compromiso público adquirido ante toda la ciudadanía por el entonces presidente socialista del gobierno de España José Luis Rodriguez Zapatero., a pesar de haber sido aprobado por las Cortes españolas después de haber pasado el cepillo, según declaró descaradamente el atávico dirigente socialista -¡él también!-, Alfonso Guerra. Al mismo tiempo, los populares pusieron en marcha una ominosa campaña recogiendo firmas y mala leche por toda la piel de toro contra Catalunya, campaña que obtuvo reconocimiento y un éxito rotundo ante el Tribunal Constitucional, el cual dictó una sentencia tan vergonzosa como carente de legitimidad contra la reforma del maldito Estatuto. Y así, hasta ahora.
En distintas ocasiones, los catalanes nos hemos manifestado contra el atolladero en que se halla actualmente nuestra nación. Hemos celebrado manifestaciones multitudinarias con participaciones millonarias, la Vía catalana, la V de votar y de victoria. Hemos protestado votando en un referéndum oficioso -i voluntarioso- más de dos millones trescientos mil ciudadanos. El presidente de la Generalitat fué a Madrid a pedir un pacto fiscal del tipo concierto económico y para abrir un diálogo sobre un nuevo encaje político de Catalunya con el Estado dentro de la Constitución española. La respuesta fué un sonoro No. Los representantes del Parlament fueron después a las Cortes españoles a demandar el traspaso de la competencia para poder convocar un referéndum oficial. Nuevamente, la respuesta de la cámara española fué un atronador No, más contundente en este caso que la anterior negativa. Actualmente, Artur Mas y dos consellers del govern se hallan arbitrariamente amenazados por la justicia castellana, a causa de la denuncia interpuesta por el fiscal general del Estado a instancias del gobierno de Madrid, resultado de una escandalosa persecución política impropia en un estado democrático. Este mismo gobierno de España hace una política de recentralización pura y dura para vaciar de competencias y herramientas propias de las comunidades autónomas, especialmente la catalana, para aniquilarlas. Ahoga las finanzas de la Generalitat sin miramientos de ningún tipo. Deja de invertir en infraestructuras vitales no solo para Catalunya, sino que también para todo el arco Mediterráneo peninsular. Por ejemplo, cercanías o el corredor ferroviario hacia la frontera francesa, o las conexiones ferroviarias del aeropuerto del Prat y de los puertos de Barcelona y Tarragona, o la conversión de las carreteras de titularidad estatal en autovías, como sucede en el resto del Estado. Amenaza con españolizar a los niños catalanes y reintroducir el salvajismo de las corridas de toros en Catalunya, a la vez que paga el colegio privado -¡a cargo de la Generalitat!- a los alumnos cuyos padres se nieguen a que sus hijos reciban la educación en idioma catalán. Por supuesto, Rajoy ofrece dialogar sobre todo sin dejar hablar a nadie ni negociar absolutamente nada de nada. Dice ayudar financieramente a Catalunya prestándonos nuestros propios dineros previamente expoliados a los catalanes, pero pagando un jugoso interés a la hacienda española. De tanto que nos quieren nos ahogan con sus abrazos. Los principios democráticos cada día que pasa, en España, son más escasos, mientras la guerra sucia desatada por el Estado desde sus cloacas contra Catalunya y el catalanismo va in crescendo.... ¡No merece la pena seguir!. ¿Para qué?. ¿No está suficientemente claro todo lo que pasa?.
Ante este tenebroso panorama se han producido los desencuentros más decepcionantes que hayan podido suceder entre partidos y líderes soberanistas. Parece ser que Esquerra está presionando a la ANC para que se desdiga y apoye la propuesta de Oriol Junqueras, frente de la del señor Mas. Rechazó la propuesta de Artur Mas -lista unitaria, sin siglas partidistas y transversal, para las elecciones plebiscitarias en sustitución del referéndum de autodeterminación-, proponiendo varias listas bajo el paraguas de la independencia, pero con programas de gobierno distintos. Esta enmienda a la totalidad presentada por ERC, por cierto emulando la conferencia dictada previamente por el presidente de la Generalitat, debilita notablemente el proceso soberanista en lugar de propiciar y fortalecer algún tipo de compromiso de síntesis de ambas propuestas. Para satisfacer el ego de Junqueras y la hegemonía de ERC sobre el proceso, ahora pretende manipular a la ANC buscando su cobijo y apoyo, lo cual puede provocar la división en el seno de la propia asamblea. Tanta ruindad no es buena y caso de prosperar nos llevará a todos al fracaso más doloroso.
Hora es que los ciudadanos digamos basta. Basta al egoísmo y la arrogancia -incluso al menosprecio- de Oriol Junqueras y ERC. Basta al exceso de prudencia y esta especie de paresia política -incluso indefinición- de CDC y Artur Mas. Basta a la mezquindad de UDC y la soberbia de Duran -y de sus muchas estupideces-. Basta marear la perdiz de ICV y de esconderse vergonzosamente tras una supuesta pluralidad de sentimientos nacionales de sus militantes -y a un exceso de kumbayanismo de sus líderes, Herrera y Camats-. Los ciudadanos catalanes apoyamos una lista unitaria transversal, prescindiendo de la opinión de las cúpulas de los partidos y que refleje la pluralidad de la sociedad civil catalana. Lo queremos así porqué nos están decepcionando todos los líderes supuestamente soberanistas, y especialmente ERC y Oriol Junqueras. Apoyamos la ANC y ÒMNIUM y la tarea que hacen ya que es para nosotros, no para los políticos. Por qué sabemos que solo así conseguiremos la independencia. A pesar de Artur, Oriol, Josep Antonio, Joan y Dolors.