Muchos piensan que el conflicto planteado entre Catalunya y España provocará inevitablemente un encontronazo político de imprevisibles consecuencias para ambas naciones. Utilizan la imagen de dos trenes marchando a toda velocidad que se dirigen uno contra otro hasta el choque final, que se producirá en un futuro más o menos cercano.
En mi opinión la colisión ya ha ocurrido, si bien los pasajeros de ambos convoyes aún no nos hemos percatado de tal circunstancia. Estamos en una fase de shock, de conmoción. Una densa polvareda levantada por el duro trompazo sufrido dificulta la visión del escenario resultante. El estridente silencio reinante después del suceso nos impide oir con claridad. Todavía resuenan en nuestras cabezas el sordo estruendo del violento encontronazo padecido. Se percibe de forma irreal, lejana, fantasmagórica, pero persistente. La pesadez del aire que nos envuelve embota nuestros sentidos... Pero el topetazo ya es una realidad. Somos protagonistas de un accidente profusamente anunciado, que podría haberse evitado con un mínimo de buena voluntad. Sin duda era previsible que se produjera, pero es cierto que se ha agravado por las debilidades y carencias mostradas por uno de los conductores, Mariano Rajoy Brey, maquinista jefe al cual se suponían maneras y formas de gran estadista. Prefirió imaginar que ya frenaría el otro, o que cambiaría de vía, o reduciría la velocidad, sin tener en cuenta que Artur Mas, el otro, no podía reconducir una máquina que no le pertenecía, aunque la gobernara. Además, la vía era (y es) propiedad de unos pasajeros (los catalanes) que ya hace tiempo hemos decidido emprender el camino hacia un destino de libertad sin marcha atrás posible, pletóricos de renovada esperanza ante el futuro. Es la reacción lógica a las persistentes, agresivas y ofensivas propuestas que desde la estación central (España) nos han venido anunciando y dispensando durante los interminables y farragosos últimos tres siglos de convivencia en común, la cual puede ser calificada sin exageración alguna como una relación semejante a la de cualquier metrópolis con su explotada y hastiada colonia.
La tecnocracia gobernante en Madrit ha decidido que no debe contemporizar ni negociar nada con Artur Mas, al cual niegan pan, sal y agua. Creen que la asfixia financiera, la deslealtad institucional, el acoso mediático y la presión e intimidación burocrática, política, judicial y policial practicadas, bastarán para que el gobierno catalán y su presidente renuncien a lo que califican como desafío independentista. A mi entender, esta decisión de España descansa en dos supuestos totalmente erróneos. 1º) Creen que el proceso emprendido por Catalunya está inspirado, planificado, dirigido y ejecutado exclusivamente por el presidente de la Generalitat, lo cual es una enorme e increíble equivocación. Y lo que es más grave, se trata de un absoluto, alucinante e interesado disparate. 2º) También suponen que todas las acciones y vesanias que han puesto en marcha contra el gobierno de Artur Mas y la coalición CiU mayoritaria del parlament, así como contra el líder del segundo partido Oriol Junqueras y su formación ERC (en busca de la rendición incondicional de ambos), no tienen incidencia alguna sobre el conjunto de la sociedad y los ciudadanos particulares... Entonces, ¿estas infamias son ajenas a nosotros?. ¿No hemos dado nuestro voto a CiU, ERC, CUP, ICV y a otros para que nos representen?. ¿Acaso no apoyamos con firmeza, convicción y también muy críticamente al presidente y al Gobierno de la Generalitat?. ¿No sufrimos las consecuencias del expolio fiscal y los recortes impuestos al estado de bienestar desde Madrit?. ¿Las imposiciones y humillaciones a la Generalitat no van contra nosotros?. ¡Ja!. ¿No conocen el significado de Generalitat?. Parece que consideran a la mayoría de catalanes como víctimas de los poderes taumatúrgicos de Mas/Junqueras, o como rústicos enajenados por un supuesto adoctrinamiento impuesto a través de la escuela pública utilizando la inmersión lingüística en catalán y la manida manipulación de prensa, radio y televisión catalanas, aderezadas con la inexistente persecución del idioma castellano. Creen que los catalanes carecemos de libre albedrío, de sentido de justicia, de ansias de libertad, que estamos poseídos por la desmesura y sinrazón y somos redomados ignorantes pueblerinos y analfabetos, faltos de emociones, sentimientos y empatía. Y como por lo visto no comemos, no trabajamos, no enfermamos ni sangramos si nos hieren, no pagamos impuestos y vivimos en una especie de burbuja aislada de las invectivas que lanzan (y las perniciosas influencias que ejercen) los innumerables medios de comunicación cavernarios, todo lo que el Gobierno de España hace, dice o decide contra Catalunya y contra Mas, los catalanes estamos obligados a acatarlo y mostrar infinita gratitud por la compresión que muestran los amos. ¡Debemos dar gracias a bwana por salvarnos de nosotros mismos...!. Es por esta absurda razón que el Madrit oficial y secular ha llegado a la conclusión que eliminando a Mas, se acabó la independencia. O como afirma del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón: "Mas no verá jamás un Estado catalán". ¿Le augura el ministro de Justicia al señor Mas tal vez un final similar al sufrido en 1940 por el presidente mártir, M.H.S. Lluis Companys i Jover?.
Si las intenciones del gobierno español consisten en lograr que Mas sea eliminado de la ecuación independentista para reconducir el proceso catalán hacia tesis más favorables a España, el gobierno central persiste en el error machaconamente. Y además comete una terrible injusticia. ¿Como hacer entender a quien no quiere entender?. Somos la inmensa mayoría de catalanes los que deseamos votar en un referéndum de autodeterminación. Más del 80% de votantes catalanes. ¿Tanto cuesta aceptar que la gran mayoría de ciudadanos ya hemos tomado partido a favor de la independencia de Catalunya?. Alrededor del 60%, según las encuestas. ¿Porqué no admiten que lo calificado como desafío independentista está impulsado y es exigido por la auténtica sociedad civil catalana del siglo XXI?. Es un impulso general y transversal inequívocamente ciudadano. ¿Tan difícil de asimilar es que ni la Santa Alianza, ni el Foro Puente Aéreo, ni la caverna mediática, ni siquiera el palco del Bernabeu podrán doblegar la voluntad de los ciudadanos de Catalunya?. Los catalanes creemos en la democracia sin matices, sentimos estar en posesión de la legitimidad política y social y lo que es más importante, tenemos la firme voluntad de alcanzar la plena soberanía de nuestra nación. Será así en defensa de nuestra cultura, siempre amenazada por España. También a causa del acoso judicial y político sobre el idioma catalán. Y del expolio fiscal, ya insostenible. O de los reiterados incumplimientos en materia de infraestructuras. Y por las disparatadas y peligrosas decisiones económicas adoptadas por el gobierno de España, contra los ciudadanos de a pie... Después de trescientos años de renuncias, decepciones y desencuentros, tenemos derecho a la plena libertad e independencia de Catalunya. La estulticia de Rajoy y compañía no evitarán lo inevitable.
Bien. En resumen, el choque de trenes ya ha ocurrido. El gobierno español y el Partido Popular hace días que han iniciado las hostilidades. La intimidación, la extorsión, meter miedo, amenazas, desconsideración y falta de respeto, insultos y mil falacias, son utilizados con absoluto desparpajo contra Catalunya. Es decir, contra los catalanes. Madrit exige la rendición sin condiciones... Pero, ¿Y Catalunya?. ¿Como debe reaccionar ante el agresivo envite nacionalista español?... Pues como nos ha enseñado Mariano Rajoy Brey, el impasible. Con tranquilidad y sangre fría. Sin pausas, con persistencia, pero también con una cierta urgencia. Y haciendo oídos sordos ante el vocerío desatado en la España inmemorial. Los soberanistas catalanes debemos asumir que España jamás negociará la celebración de un referéndum, porque no cabe en la Constitución. Catalunya ya está sufriendo las consecuencias de la mezquindad y el estrangulamiento económico y fiscal que practica España. Se incrementa la aprobación de leyes hostiles contra el idioma catalán, contra la escuela pública o por ejemplo, contra el comercio minorista autóctono mediante la amenazadora ley de unidad de mercado que entre otras cosas pretende imponer el fracasado modelo comercial madrileño a todo el Estado. Incluso las reglas del protocolo son utilizadas como arma de humillación y sometimiento, para ser impuestas sobre la dignidad de Catalunya y de sus instituciones...
Ante todo ello, no cabe otra alternativa para los catalanes que acelerar el paso hacia la independencia. Debemos ser conscientes que ya es hora de iniciar la desobediencia civil. Pacíficamente, pero con contundencia. La legalidad española ya no nos sirve. En consecuencia, nuestros políticos deben debatir y aprobar en el Parlamento catalán, los instrumentos de estado necesarios para facilitar la gobernación de Catalunya, al margen de España. Debe instituirse la representatividad exclusiva de la plena soberanía de los catalanes en el Parlament. Deben aprobarse y ser plenamente operativas la agencia tributaria, el banco público, la tesorería de seguridad social y cuantas instituciones sean necesarias para el buen funcionamiento de la plena soberanía, de próxima asunción. Así mismo, es prioritario que se nombre el representante de asuntos exteriores, para iniciar los contactos oficiales con gobiernos e instituciones internacionales, al objeto de establecer relaciones diplomáticas con todos ellos. Por parte de los ciudadanos, debemos proseguir nuestras acciones en favor de la Generalitat y del Parlament reconociendo a nuestros diputados como únicos depositarios de la soberanía popular. Como parece imposible que España negocie con Catalunya la celebración de un referéndum de autodeterminación, debemos iniciar el desacato a las leyes e instituciones españolas. Deberemos empezar a pagar todos nuestros impuestos y cotizaciones sociales a las agencias catalanas. Asimismo, la desobediencia civil debe extenderse a la legislación educativa, sanitaria, fiscal, comercial, laboral, judicial, policial, etc... impuestas por España, en todas aquellas cuestiones que entren en contradicción con la soberanía catalana. La declaración de plena soberanía de Catalunya deberá ser refrendada a las pocas semanas mediante una consulta decisoria que cuente con la supervisión y control de observadores internacionales que velen por la pureza democrática del proceso. Y al final, la independencia. Cuando Catalunya alcance la independencia, España deberá aceptar iniciar las negociaciones necesarias para el justo reparto de activos (y pasivos) entre ambas naciones. Y por supuesto, caso de que se niegue, Catalunya deberá anunciar al Mundo que no asume ni una mínima parte de la deuda pública avalada por el Reino de España....
Señor Mariano Rajoy Brey, presidente del Gobierno de España y del Partido Popular: ¿Es esto lo que pretende conseguir con su necia y antidemocrática actitud?. ¿Acaso ha propiciado el choque de trenes para justificar una ocupación policial o incluso militar de Catalunya?. ¿Para aplicar implacablemente la pétrea Constitución española sobre los cansados y doloridos hombros de los catalanes, que ya hemos abjurado de ella?. ¿Para ajusticiar al legítimo presidente de la Generalitat y a sus consejeros?. Si quisiera utilizar la fuerza bruta para impedir la plena soberanía de los catalanes, vaya preparando a sus gobernados para sufrir un largo y tenebroso invierno colmado de hambre, frío y enfermedades, que acentuarán la crisis económica, política y social de España. Se esfumarán tanto la luz al final de túnel como los incipientes brotes verdes. El coste económico, social y político de su estupidez será tan oneroso para España y los españoles que tendrá Vd. que salir de su país volando en globo. Y será así a causa de este absurdo proceder obstinadamente antidemocrático defendido por Vd., de no permitir a los catalanes la celebración de un simple, democrático y limpio referéndum de autodeterminación... Un verdadero desastre para España y una auténtica pena para los españoles, ya que a pesar de todo no logrará evitar lo inevitable: La independencia de Catalunya.
En mi opinión la colisión ya ha ocurrido, si bien los pasajeros de ambos convoyes aún no nos hemos percatado de tal circunstancia. Estamos en una fase de shock, de conmoción. Una densa polvareda levantada por el duro trompazo sufrido dificulta la visión del escenario resultante. El estridente silencio reinante después del suceso nos impide oir con claridad. Todavía resuenan en nuestras cabezas el sordo estruendo del violento encontronazo padecido. Se percibe de forma irreal, lejana, fantasmagórica, pero persistente. La pesadez del aire que nos envuelve embota nuestros sentidos... Pero el topetazo ya es una realidad. Somos protagonistas de un accidente profusamente anunciado, que podría haberse evitado con un mínimo de buena voluntad. Sin duda era previsible que se produjera, pero es cierto que se ha agravado por las debilidades y carencias mostradas por uno de los conductores, Mariano Rajoy Brey, maquinista jefe al cual se suponían maneras y formas de gran estadista. Prefirió imaginar que ya frenaría el otro, o que cambiaría de vía, o reduciría la velocidad, sin tener en cuenta que Artur Mas, el otro, no podía reconducir una máquina que no le pertenecía, aunque la gobernara. Además, la vía era (y es) propiedad de unos pasajeros (los catalanes) que ya hace tiempo hemos decidido emprender el camino hacia un destino de libertad sin marcha atrás posible, pletóricos de renovada esperanza ante el futuro. Es la reacción lógica a las persistentes, agresivas y ofensivas propuestas que desde la estación central (España) nos han venido anunciando y dispensando durante los interminables y farragosos últimos tres siglos de convivencia en común, la cual puede ser calificada sin exageración alguna como una relación semejante a la de cualquier metrópolis con su explotada y hastiada colonia.
La tecnocracia gobernante en Madrit ha decidido que no debe contemporizar ni negociar nada con Artur Mas, al cual niegan pan, sal y agua. Creen que la asfixia financiera, la deslealtad institucional, el acoso mediático y la presión e intimidación burocrática, política, judicial y policial practicadas, bastarán para que el gobierno catalán y su presidente renuncien a lo que califican como desafío independentista. A mi entender, esta decisión de España descansa en dos supuestos totalmente erróneos. 1º) Creen que el proceso emprendido por Catalunya está inspirado, planificado, dirigido y ejecutado exclusivamente por el presidente de la Generalitat, lo cual es una enorme e increíble equivocación. Y lo que es más grave, se trata de un absoluto, alucinante e interesado disparate. 2º) También suponen que todas las acciones y vesanias que han puesto en marcha contra el gobierno de Artur Mas y la coalición CiU mayoritaria del parlament, así como contra el líder del segundo partido Oriol Junqueras y su formación ERC (en busca de la rendición incondicional de ambos), no tienen incidencia alguna sobre el conjunto de la sociedad y los ciudadanos particulares... Entonces, ¿estas infamias son ajenas a nosotros?. ¿No hemos dado nuestro voto a CiU, ERC, CUP, ICV y a otros para que nos representen?. ¿Acaso no apoyamos con firmeza, convicción y también muy críticamente al presidente y al Gobierno de la Generalitat?. ¿No sufrimos las consecuencias del expolio fiscal y los recortes impuestos al estado de bienestar desde Madrit?. ¿Las imposiciones y humillaciones a la Generalitat no van contra nosotros?. ¡Ja!. ¿No conocen el significado de Generalitat?. Parece que consideran a la mayoría de catalanes como víctimas de los poderes taumatúrgicos de Mas/Junqueras, o como rústicos enajenados por un supuesto adoctrinamiento impuesto a través de la escuela pública utilizando la inmersión lingüística en catalán y la manida manipulación de prensa, radio y televisión catalanas, aderezadas con la inexistente persecución del idioma castellano. Creen que los catalanes carecemos de libre albedrío, de sentido de justicia, de ansias de libertad, que estamos poseídos por la desmesura y sinrazón y somos redomados ignorantes pueblerinos y analfabetos, faltos de emociones, sentimientos y empatía. Y como por lo visto no comemos, no trabajamos, no enfermamos ni sangramos si nos hieren, no pagamos impuestos y vivimos en una especie de burbuja aislada de las invectivas que lanzan (y las perniciosas influencias que ejercen) los innumerables medios de comunicación cavernarios, todo lo que el Gobierno de España hace, dice o decide contra Catalunya y contra Mas, los catalanes estamos obligados a acatarlo y mostrar infinita gratitud por la compresión que muestran los amos. ¡Debemos dar gracias a bwana por salvarnos de nosotros mismos...!. Es por esta absurda razón que el Madrit oficial y secular ha llegado a la conclusión que eliminando a Mas, se acabó la independencia. O como afirma del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón: "Mas no verá jamás un Estado catalán". ¿Le augura el ministro de Justicia al señor Mas tal vez un final similar al sufrido en 1940 por el presidente mártir, M.H.S. Lluis Companys i Jover?.
Si las intenciones del gobierno español consisten en lograr que Mas sea eliminado de la ecuación independentista para reconducir el proceso catalán hacia tesis más favorables a España, el gobierno central persiste en el error machaconamente. Y además comete una terrible injusticia. ¿Como hacer entender a quien no quiere entender?. Somos la inmensa mayoría de catalanes los que deseamos votar en un referéndum de autodeterminación. Más del 80% de votantes catalanes. ¿Tanto cuesta aceptar que la gran mayoría de ciudadanos ya hemos tomado partido a favor de la independencia de Catalunya?. Alrededor del 60%, según las encuestas. ¿Porqué no admiten que lo calificado como desafío independentista está impulsado y es exigido por la auténtica sociedad civil catalana del siglo XXI?. Es un impulso general y transversal inequívocamente ciudadano. ¿Tan difícil de asimilar es que ni la Santa Alianza, ni el Foro Puente Aéreo, ni la caverna mediática, ni siquiera el palco del Bernabeu podrán doblegar la voluntad de los ciudadanos de Catalunya?. Los catalanes creemos en la democracia sin matices, sentimos estar en posesión de la legitimidad política y social y lo que es más importante, tenemos la firme voluntad de alcanzar la plena soberanía de nuestra nación. Será así en defensa de nuestra cultura, siempre amenazada por España. También a causa del acoso judicial y político sobre el idioma catalán. Y del expolio fiscal, ya insostenible. O de los reiterados incumplimientos en materia de infraestructuras. Y por las disparatadas y peligrosas decisiones económicas adoptadas por el gobierno de España, contra los ciudadanos de a pie... Después de trescientos años de renuncias, decepciones y desencuentros, tenemos derecho a la plena libertad e independencia de Catalunya. La estulticia de Rajoy y compañía no evitarán lo inevitable.
Bien. En resumen, el choque de trenes ya ha ocurrido. El gobierno español y el Partido Popular hace días que han iniciado las hostilidades. La intimidación, la extorsión, meter miedo, amenazas, desconsideración y falta de respeto, insultos y mil falacias, son utilizados con absoluto desparpajo contra Catalunya. Es decir, contra los catalanes. Madrit exige la rendición sin condiciones... Pero, ¿Y Catalunya?. ¿Como debe reaccionar ante el agresivo envite nacionalista español?... Pues como nos ha enseñado Mariano Rajoy Brey, el impasible. Con tranquilidad y sangre fría. Sin pausas, con persistencia, pero también con una cierta urgencia. Y haciendo oídos sordos ante el vocerío desatado en la España inmemorial. Los soberanistas catalanes debemos asumir que España jamás negociará la celebración de un referéndum, porque no cabe en la Constitución. Catalunya ya está sufriendo las consecuencias de la mezquindad y el estrangulamiento económico y fiscal que practica España. Se incrementa la aprobación de leyes hostiles contra el idioma catalán, contra la escuela pública o por ejemplo, contra el comercio minorista autóctono mediante la amenazadora ley de unidad de mercado que entre otras cosas pretende imponer el fracasado modelo comercial madrileño a todo el Estado. Incluso las reglas del protocolo son utilizadas como arma de humillación y sometimiento, para ser impuestas sobre la dignidad de Catalunya y de sus instituciones...
Ante todo ello, no cabe otra alternativa para los catalanes que acelerar el paso hacia la independencia. Debemos ser conscientes que ya es hora de iniciar la desobediencia civil. Pacíficamente, pero con contundencia. La legalidad española ya no nos sirve. En consecuencia, nuestros políticos deben debatir y aprobar en el Parlamento catalán, los instrumentos de estado necesarios para facilitar la gobernación de Catalunya, al margen de España. Debe instituirse la representatividad exclusiva de la plena soberanía de los catalanes en el Parlament. Deben aprobarse y ser plenamente operativas la agencia tributaria, el banco público, la tesorería de seguridad social y cuantas instituciones sean necesarias para el buen funcionamiento de la plena soberanía, de próxima asunción. Así mismo, es prioritario que se nombre el representante de asuntos exteriores, para iniciar los contactos oficiales con gobiernos e instituciones internacionales, al objeto de establecer relaciones diplomáticas con todos ellos. Por parte de los ciudadanos, debemos proseguir nuestras acciones en favor de la Generalitat y del Parlament reconociendo a nuestros diputados como únicos depositarios de la soberanía popular. Como parece imposible que España negocie con Catalunya la celebración de un referéndum de autodeterminación, debemos iniciar el desacato a las leyes e instituciones españolas. Deberemos empezar a pagar todos nuestros impuestos y cotizaciones sociales a las agencias catalanas. Asimismo, la desobediencia civil debe extenderse a la legislación educativa, sanitaria, fiscal, comercial, laboral, judicial, policial, etc... impuestas por España, en todas aquellas cuestiones que entren en contradicción con la soberanía catalana. La declaración de plena soberanía de Catalunya deberá ser refrendada a las pocas semanas mediante una consulta decisoria que cuente con la supervisión y control de observadores internacionales que velen por la pureza democrática del proceso. Y al final, la independencia. Cuando Catalunya alcance la independencia, España deberá aceptar iniciar las negociaciones necesarias para el justo reparto de activos (y pasivos) entre ambas naciones. Y por supuesto, caso de que se niegue, Catalunya deberá anunciar al Mundo que no asume ni una mínima parte de la deuda pública avalada por el Reino de España....
Señor Mariano Rajoy Brey, presidente del Gobierno de España y del Partido Popular: ¿Es esto lo que pretende conseguir con su necia y antidemocrática actitud?. ¿Acaso ha propiciado el choque de trenes para justificar una ocupación policial o incluso militar de Catalunya?. ¿Para aplicar implacablemente la pétrea Constitución española sobre los cansados y doloridos hombros de los catalanes, que ya hemos abjurado de ella?. ¿Para ajusticiar al legítimo presidente de la Generalitat y a sus consejeros?. Si quisiera utilizar la fuerza bruta para impedir la plena soberanía de los catalanes, vaya preparando a sus gobernados para sufrir un largo y tenebroso invierno colmado de hambre, frío y enfermedades, que acentuarán la crisis económica, política y social de España. Se esfumarán tanto la luz al final de túnel como los incipientes brotes verdes. El coste económico, social y político de su estupidez será tan oneroso para España y los españoles que tendrá Vd. que salir de su país volando en globo. Y será así a causa de este absurdo proceder obstinadamente antidemocrático defendido por Vd., de no permitir a los catalanes la celebración de un simple, democrático y limpio referéndum de autodeterminación... Un verdadero desastre para España y una auténtica pena para los españoles, ya que a pesar de todo no logrará evitar lo inevitable: La independencia de Catalunya.