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dimarts, 6 d’octubre del 2020

¡CAÓTICO, ESPERPÉNTICO, "APOSTOFLANTE", INCREIBLE, INACEPTABLE!.

Se ha consumado un nuevo atropello causado por el desprestigiado Tribunal Supremo español. Han dictado sentencia contra el presidente Quim Torra y por lo tanto, y tal como se esperaba y era previsible, ha sido destituido de su cargo por desobedecer a la Junta Electoral Central cuando retiró una pancarta dos días después de los marcados por la Santa Inquisición española. Una pancarta que pedía la libertad de los presos y exiliados políticos y defendía la libertad de expresión.

Le acusaron de desobediencia a la Junta Electoral porque según la sentencia, se trata de una institución de rango superior a la presidencia de la Generalitat y por tanto deben obedecerse todas sus resoluciones, sean o no sensatas o ajustadas a derecho.....

En definitiva, un auténtico caos. Un presidente democrático, elegido por el Parlamento de Cataluña, destituido por un órgano puramente administrativo competente y vigente sólo en periodo electoral y constituido por miembros elegidos por sorteo -insaculación-, los cuales gozan del visto bueno de las principales formaciones políticas del Estado. Por cierto, uno de sus miembros también disfruta particularmente de la plena confianza y se halla en la órbita más cercana alrededor y al servicio del partido Ciudadanos, formación política españolista inflamadamente nacionalista, que casualmente interpuso y atizó las actuaciones contra el presidente de la Generalitat. 

Es decir, una institución partidista, con capacidad para interponer multas, decidió elevar a la categoría de delito penal una supuesta desobediencia que ha acabado con una desproporcionada e ignominiosa pena de inhabilitación por un año y medio y que implica violentar la voluntad política de los electores catalanes, las votaciones de los parlamentarios y el respeto debido a una institución que dicen que es y representa a la máxima autoridad del Estado en Cataluña..... ¡Esperpéntico!.

Una vez más, la judicatura castellana nos ha demostrado inequívocamente el modo y manera de cómo implementar la injusticia para impartir venganza y castigar a personas decentes y honestas por motivaciones estrictamente políticas. ¡Apostoflante!.

La represión no se detiene. Las leyes españolas dan muestras de una perniciosa maleabilidad nunca antes vista en otras tierras auténticamente democráticas del resto del Universo. Los jueces españoles son capaces de hacer chapuceras maravillas con textos legales que deberían servir para impartir justicia y que usan para hacer todo lo contrario. Los fiscales no se quedan atrás en este desbarajuste ilegítimamente legal y afinan y desafinan imputaciones y acusaciones según convenga a los poderes fácticos y la sagrada unidad de la patria. Y la policía patriótica, ya sea la Guardia Civil o la Policía Nacional, se erigen como guardia pretoriana perseguidora de la disidencia política y en el brazo armado ejecutor de estas vergonzosas injusticias, todo ello en nombre de España, Una, Grande y Libre..... ¡Increíble!.

Pasan los años y todo sigue igual que otro tiempo pasado, tan nefasto como es el presente. El Estado español en cada colada pierde una sábana. En este caso, va deshilachando los principios democráticos, la justicia y los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos aceleradamente, sin pausa. No pasó página cuanto tocaba, allá por los años de la mal llamada transición, en que se blanqueo la dictadura oficializando la hegemonía del franquismo. El real Jefe del Estado -heredero directo de Francisco Franco, su mentor-, la judicatura, la fiscalía, el ejército, la policía, la guardia civil y el resto de instituciones de este malogrado Estado, que deberían haber transitado hacia una democracia homologable en Europa y el resto del Mundo, son víctimas de esta posesión infernal, que tanto agrada a las ratas que pululan por las cloacas de este putrefacto Estado. No transitó entonces y hoy estamos pagando las consecuencias. Y lo peor de todo es que los partidos mal llamados constitucionalistas o de ámbito nacional han acabado siendo fagocitados por el tardo-franquismo imperante en esta España inmemorial, la eterna. Una España que siempre lo cambia todo para que todo siga igual. Un Estado en franca descomposición.....

¡Un Estado inaceptable!.

Si no queremos descomponernos con el resto del Estado, Catalunya y los catalanes tendremos que acelerar el paso para huir de este triste final que se vislumbra en el horizonte español. Tendremos que desobedecer más y más las órdenes provenientes de Madrid y de sus corruptas instituciones. Tendremos que dejar de pagar los impuestos a Madrid puesto que los utilizan contra nosotros. Tendremos que dejar de poner la otra mejilla cuando nos aporrean física e intelectualmente. Tendremos que defendernos porque sino nos aniquilaran. Tendremos que dejar de creer que el Estado español puede reformarse puesto que no quieren y además es imposible. Tendremos que aceptar que en España no existe verdadera democracia, ni justicia, ni solidaridad, ni libertad....

Tendremos que implementar la independencia de Cataluña para poder sobrevivir. Puesto que queremos vivir en paz, democracia, justicia, prosperidad y libertad.

O la independencia o al infierno con España, debemos escoger. No hay más.....




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