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dimecres, 26 de setembre del 2018

¿AUN QUEDA ALGUIEN QUE NO QUIERA LA INDEPENDENCIA?

Malas lenguas dicen que en Madrid existe una universidad que tiene montado un chiringuito que facilita máster a buen precio.....

La debacle del Estado español ya ha alcanzado al mundo universitario. Primero fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, la que lucía un máster fantasmagórico y cuestionado. Después Pablo Casado se vio agraciado con un máster espumoso que también se halla bajo el escrutinio de la judicatura española. A su vez, la ministra de Sanidad, la socialista Carmen Montón, recibió el correspondiente máster evanescente expedido por la Universidad Rey Juan Carlos, la propietaria del productivo chiringuito de marras.....

Después de este trío otros muchos políticos han visto cuestionados sus respectivos expedientes académicos y, consiguientemente, sus respectivos currículums profesionales. A Pedro Sánchez se le cuestiona su tesis doctoral. Alberto Rivera y Carina Mejías, de C's, se atribuyen máster que no lo son o que son matizados por los centros emisores..... Partido Popular, Partido Socialista, Partido de la Ciudadanía. Todas estas formaciones tienen másteres inexistentes, doctorados cuestionados y licenciaturas inverosímiles. 

La podredumbre del Estado ya llega a afectar a nivel personal a todos aquellos que dicen representar la voluntad popular, que se erigen en custodios de la soberanía de la nación y que defienden encarnizadamente el supuesto estado de derecho español. Se vanaglorian de honradez, decencia y legitimidad y muchos de ellos no son más que vulgares tramposos, unos trileros de manos ligeras que se aprovechan de los votos de la gente y por tanto de la democracia, en beneficio propio y de sus partidos.....

Llegados a este punto, me pregunto: ¿Como se puede esperar justícia de una judicatura absolutamente politizada, a menudo arbitraria, farragosa y partidista hasta el punto de rozar la indecencia y que auto-deslegitima sus propias resoluciones porque están cargadas de prejuicios?. ¿Qué, sabiéndolo, mantiene prisioneros a políticos que no han cometido los delitos que se les imputan -¡en realidad no han cometido ningún delito!- y que lo hace por pura y dura venganza patriótica, o por el nacional-catolicismo hoy presente y aun imperante dentro de la judicatura?. ¿Cómo confiar en jueces que prejuzgan, sentencian, insultan y se ensañan contra líderes independentistas antes de celebrarse el juicio, ignorando la presunción de inocencia y utilizando la indecencia como inspiración y guía?. ¿Y que además se jactan impune y vergonzosamente de su proeza publicando mensajes ignominiosos y ofensivos para millones de ciudadanos independentistas en el correo corporativo del CGPJ?. ¿Qué garantias de imparcialidad puede encontrar un ciudadano catalán que tenga la desgracia de caer entre las garras de un juez rabiosamente indecente?. ¡Y hay muchos!. ¡Y no se ocultan, al contrario!.

¿Qué credibilidad tiene una fiscalía general del Estado que se deja manipular por los políticos y se muestra de acuerdo en afinar imputaciones para revestir de legalidad supuestos delitos inexistentes, promueve investigaciones sesgadas y persecuciones y descalificaciones ad hominem, contra adversarios políticos del poder establecido -¡del régimen dominante!- y legitima causas generales contra el independentismo?.

¿Qué decir de una policía que no duda en manipular atestados para hacer pasar a personas pacíficas y democráticas como violentas, que utiliza esta violencia, brutal e injustificada, contra gente indefensa cuando ejercen sus derechos y la democracia pacíficamente, que grita con rabia "a por ellos" como si fueran a pacificar y someter antiguas colonias y a los díscolos indígenas que habitan en ellas?. ¿Y cuando llegan allí se dedican a provocar agresiones contra periodistas autóctonos, disturbios en bares al negarse a que bajen las persianas puesto que ellos quieren seguir bebiendo sin freno, o cuando estando fuera de servicio -¡o no!- se dedican a arrancar lazos amarillos y esteladas de calles y plazas de los pueblos y ciudades de la colonia reconquistada, embozados con pasamontañas y pañuelos -¡como los bandoleros o terroristas!- y armados con navajas y cutters, actuando con nocturnidad y alevosía?.

¿Quien quiere leer opiniones y editoriales periodísticos tendenciosos, o manipulados, o directamente falsos, de una prensa cavernaria de prácticas inequívocamente franquistas?. ¿Alguien disfruta oyendo insultos, amenazas, comentarios ofensivos e increíbles a la vez, o cargados de rabiosa mala leche y de ignorancia conscientemente buscada pero supina utilizando la radio y televisión, para causar daño a los oprimidos, en realidad colonizados, para asustarles o sencillamente para agradar a las instituciones opresoras, para satisfacer a los colonos que ocupan Catalunya y a los ciudadanos españoles adoctrinados o engañados, pero predispuestos a creerse y aceptar ciegamente todo aquello que digan o hagan desde la metrópoli?.

¿Quien quiere ser gobernado por unos políticos más preocupados por hinchar y adornar sus currículums por presunción y falso orgullo antes que de actuar eficaz y decentemente?. ¿Por políticos que en lugar de cualidades y principios prefieren exhibir soberbia, prepotencia y menosprecio pero a la vez padecen un terrible complejo de inferioridad a nivel político y personal?. ¿Por unos políticos que antes de hacer buena política y ser justos y decentes no dudan en esconderse detrás de una caducada constitución ya superada, de unos tribunales deslegitimados, de una fiscalía politizada, de una policía pretoriana anclada en prácticas autoritarias y antidemocráticas del pasado y de una prensa absolutamente fake?. ¿Quien quiere que los políticos prioricen sus propios intereses y de los poderosos, de los especuladores, que favorecen multinacionales con total servilismo y sumisión, que salvan bancos con dinero público que jamás devuelven, que prefieren pagar la deuda pública abusiva e impagable expoliando el estado de bienestar, que recortan derechos, educación, sanidad, prestaciones de paro, pensiones, que precariza contratos y derechos laborales, que devalúan sueldos e imponen deberes y obligaciones pre-democráticos a los ciudadanos, desechados ya hace más de cuarenta años?.

El chiringuito universitario de Madrit es la gota que rebosa el vaso. ¡Es la guinda del pastel!. Y lo peor es que esta especie de realidad estatal esperpéntica no se vislumbra que pueda cambiarse. Ni siquiera puede mitigarse. El Estado español se encuentra tan asentado y es tan pastoso que se ha tornado inconmovible, irreformable. ¡No puede evolucionar!. Sencillamente, flota como un corcho sobre las procelosas aguas del río de la historia, sin vela ni timón. ¡Flota pero no navega!. No hay timoneles que sean capaces de fijar un rumbo y llevar el barco a buen puerto. O alguna parte, por lo menos....

Definitivamente, Lampedusa ha ganado la partida, ¡Nada cambiará!. Con todo, pero, Dios nos libre de los salvapatrias......

¿Existe alguien con dos dedos de frente que no entienda aún que en tales circunstancias es imposible vivir libre y en paz, con prosperidad, verdadera justicia y felicidad?. ¿Hay alguien que no quiera hacer fuego nuevo?. ¿De verdad no queremos un Estado nuevo y decente que no se parezca nada al que estamos padeciendo ahora?.

¿Aun queda alguien que no quiera la INDEPENDENCIA?.








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