Siempre he creído que para conseguir la independencia de Cataluña no hay otra alternativa que no pase porque las formaciones políticas que defienden esta opción caminen juntas por la senda que nos conduzca a esa meta tan deseada por todos: a partidos políticos, a entidades soberanistas y al resto de ciudadanos. Debe haber una estrategia consensuada y elevar la opción de la independencia a la categoría de prioridad absoluta. No hemos de renunciar a una ruptura no pactada con el Estado español ni a defender y proclamar la DUI. La realidad, sin embargo, no es esta. Las disputas entre partidos y la estupefacción sobrevenida de las asociaciones y entidades independentistas están consiguiendo que la meta final no se acerque lo más mínimo. ¡Al contrario!. El horizonte de la libertad se está nublando más cada día que pasa, mientras que la represión y la correspondiente injusticia derivada de ella, que presiden todas las decisiones que adoptan las instituciones españolas sobre Cataluña, no cesa de aumentar.
Junts por Cataluña, ERC y las CUP no tienen una estrategia común ni una hoja de ruta compartida y por lo visto no tienen ni siquiera los mismos intereses. En definitiva, tener a los líderes en la cárcel, en el exilio o no tener líder reconocido -como las CUP-, no favorece el entendimiento entre las diferentes formaciones. Unos quieren confrontarse -JxCat- contra un estado represor y democráticamente débil mientras que otros -ERC- quieren pactar, aunque el Estado no quiere hablar ni en pintura sobre referéndum y amnistía. Ambos partidos quieren ganar las próximas elecciones autonómicas. Están priorizando la lucha por la hegemonía dentro del autonomismo constitucional antes que por la independencia. En cuanto a las CUP no se sabe muy bien cómo quieren conseguirla ni con quién. En ellos, sólo se percibe una especie de distanciamiento político a involucrarse con las otras formaciones soberanistas y compartir estrategia, cogovernanza del mientras tanto y la corresponsabilidad política. No se sabe si quieren hacer la revolución para conseguir la independencia o la independencia para hacer la revolución....
¡Pués bien!. Ante este panorama tan desolador últimamente casi todos los medios de comunicación se están manifestando indisimuladamente contra el presidente Carles Puigdemont. Este hecho es notablemente llamativo en aquellos periodistas de más renombre que se ocupan de la información política. Recordemos que la política es la actividad humana que más incide en casi todos los aspectos de la sociedad. Este sesgo se percibe tanto en los más cercanos al unionismo como los que podríamos considerar próximos al independentismo. Las informaciones de la prensa escrita, las tertulias de las televisiones y radios públicas y no hay que decir que también las privadas así como las encuestas electorales, se afanan en decantarse a favor de ERC. Las empresas de comunicación privadas lo hacen ya abiertamente, sin ambages. Menudean las alabanzas exageradas hacia los actuales líderes circunstanciales de esquerra, críticas y ridiculizaciones desaforadas contra Carles Puigdemont y la futura candidatura electoral de JxCat, entusiastas aplausos ante la actitud pragmática de los republicanos y escandalosos abucheos para JxCat y las propuestas de confrontación. Esconden defectos y errores de unos para destacar los del adversario. Y lo mismo hacen con las alabanzas. JxCat siempre lo hace todo mal mientras que ERC todo lo hace bien..... Hay periodistas que incluso lo manifiestan sin rodeos. Prefieren que Pere Aragonés, de la mano de Oriol Junqueras, gane las próximas elecciones y se decante por formalizar un tripartito con Comunes y socialistas, dejando de lado a JxCat y las CUP. Y abandonando por el camino la mayoría absoluta del independentismo. En definitiva, no ocultan su esperanza transformada en deseo para que ERC destierre la independencia en nombre de las políticas sociales, la izquierda centrada y el pragmatismo político....
Es evidente que esta opinión no será compartida por aquellos votantes que prefieren la victoria electoral de ERC. Al fin y al cabo esta percepción es mía, personal. Por lo tanto podría ser considerada como partidista. Pero no, no es eso. Yo no soy de JxCat ni de las CUP. He sido un fiel votante de ERC hasta no hace demasiado tiempo. Aunque confieso que me he inscrito al Consell de la República seducido por la llamada a la unidad transversal que exige a todos los catalanistas para conseguir lo antes posible la independencia de Cataluña. La circunstancia que esta llamada haya sido reiteradamente desatendida por ERC es la que ha hecho que me declare ahora como ex votante de ERC.
Las preguntas que deberían responder los republicanos son: ¿Por qué el unionismo prefiere la victoria de Aragonés y ERC en lugar de la lista de Carles Puigdemont?. ¿Por qué mendigan una mesa de negociación con el PSOE para pedir algo que nunca lograrán -referéndum acordado y amnistía para los presos y exiliados políticos-, si los socialistas no quieren ni siquiera hablar de ello?. ¿Por qué no quieren pactar un programa de gobierno y una lista conjunta con JxCat?. ¿Por qué se ponen palos en las ruedas ellos mismos pidiendo ensanchar una base soberanista a estas alturas suficientemente ancha, ya que sumando los Comunes la empequeñece mientras ensancha la base unionista?. ¿Por qué ponen obstáculos absurdos pidiendo mayorías cualificadas más allá del 50% + 1 de votos ante un supuesto referéndum de autodeterminación?. ¿Por qué ponen en cuestión el principio democrático que todos los votos son iguales y valen lo mismo, aceptando que los contrarios a la independencia sean mejores y valgan más que los votos favorables?.
Todas estas preguntas tienen una respuesta que se adivina bastante evidente. ERC está descabezada. No tiene un líder que goce de la libertad necesaria para tomar las decisiones a favor de la independencia. Tiene un líder circunstancial, Pere Aragonés, el cual está más preocupado en llevarse bien con España para conseguir la libertad de Oriol Junqueras que no liderar un partido que nos lleve a la independencia. Pere Aragonés es un militante sin carisma ni capacidad de liderazgo. Es pusilánime y desgraciadamente forma parte del grupo de políticos incapaces de romper con el status quo dominante y por tanto, incapaz de afrontar la necesaria ruptura política y administrativa de leyes e instituciones españolas que requiere cualquier acto que nos lleve a la soberanía plena. Es por esta razón que los defensores de esta política de renuncia y sumisión utilizan un lenguaje tan crudo, descarnado y sectario hacia los otros actores independentistas. Por eso mismo no tienen el mínimo sentido de autocrítica y son incapaces de establecer complicidades con los otros independentistas. Y por eso caen en la trampa mental de priorizar el eje derecha-izquierda, tal y como quieren los unionistas, olvidando el hecho que sin ser estado nunca podremos priorizar las políticas sociales que tan imprescindibles resultan a estas alturas. Por ello prefieren tildar a todos aquellos independentistas que no comulgan con las propuestas de ERC como post-convergentes, atribuyéndoles una especie de pecado original imperdonable, el manido 3% de CiU y la corrupción. Lo más significativo es que hacen un seguidismo vergonzante a las acusaciones que hace el unionismo contra JxCat, ya sean estos post-convergentes o no. Por todos estos motivos son incapaces de aceptar que el Estado español nunca pactará un referéndum de autodeterminación ni apoyará una amnistía para los presos y exiliados políticos ¡Por más obedientes y sumisos que sean a Espanya!.
Por todas estas preguntas y respuestas he dejado de votar a ERC.....