Reconozco que todo lo que seguirá a continuación no es más que un ejercicio teórico hecho sin más intención que permitirme opinar sobre unos conceptos que tienen variadas interpretaciones según quien los cuenta y según quien los escucha. Por tanto, no se trata de un manual de instrucciones a seguir al pie de la letra. Ni siquiera pretenden ser una atrevida propuesta alternativa, sino más bien una descripción subjetiva sobre un escenario bastante complejo, que demanda soluciones a corto y medio plazo. Soluciones, sin embargo, que actualmente no se vislumbran con claridad....
La forma de confrontarnos con más posibilidades de éxito a corto y medio plazo es la unilateralidad. Hacerlo así tiene la ventaja de que no dependes para nada de lo que diga o haga España. Pero también tiene la desventaja de que tienes que estar dispuesto a defender la proclamación de independencia hasta las últimas consecuencias y que necesitas el reconocimiento de otros estados soberanos e independientes, incluso antes que el reconocimiento del estado del que te separas, en este caso, España. En cuanto a la defensa, debe hacerse a partir de la desobediencia mayoritaria y masiva de los ciudadanos, intentando mantener el espíritu pacífico y democrático que nos caracteriza y que hasta ahora hemos utilizado. Así pues una movilización masiva y prolongada en el tiempo se vislumbra como necesaria e insoslayable. Como también es imprescindible utilizar otras herramientas, tales como no pagar impuestos a la Hacienda española, ni las cotizaciones a la Seguridad Social de Madrid, rodear las sedes de las instituciones estatales domiciliadas en Cataluña, ocupar las vías públicas e impedir el tránsito de las fuerzas represivas demostradamente violentas que sin duda intentará desplegar Madrit en Cataluña. Es así cómo se controla el territorio del nuevo estado libre y soberano. En cuanto al reconocimiento internacional, debe ser una tarea soterrada del servicio exterior catalán, utilizando contactos y amistades, afinidades ideológicas y políticas y todas las empatías y simpatías existentes hacia la causa catalana. No es imprescindible que para empezar sea necesario el reconocimiento de muchos estados, aunque sería bueno sumar algunos de los estados con más peso y prestigio regional o internacional. Pocos estados pero que sean pesos medios o pesados dentro del concierto continental y mundial. En cuanto al reconocimiento de las instituciones internacionales, caerá por su propio peso. Es decir, entraremos de la mano de aquellos estados que nos apoyen.
Por tanto, la unilateralidad, unas relaciones exteriores discretas pero intensas y la determinación y fortaleza popular serían claves para alcanzar la plena soberanía de Cataluña.
Lo que no debemos hacer es perder el tiempo pidiendo sentarnos a una mesa de diálogo, convocada sine die, que va retrasándose con mil excusas de mal pagador, según convenga al Gobierno de turno. Tampoco debemos buscar ensanchamientos de la base independentista porque corremos el riesgo de empequeñecer y agotar la ya existente. Ni rehuir la colaboración con otras fuerzas independentistas, ya sean de derechas, de izquierdas o de centro, puesto que las rencillas partidistas nos debilitan política y nacionalmente. Y tampoco debemos retraernos o detenernos por COVID 19 ni por las constantes llamadas subliminales al unidad curativa que lanzan desde Madrid, porque están utilizando la infección para maniatarnos políticamente -¡a todo los ciudadanos del estado!-. Pero por encima de todo debemos negociar y pactar entre todas las fuerzas independentistas una estrategia política, administrativa, económica y social conjuntas para el día siguiente de conseguida la plena soberanía y apoyarla encarnizadamente, si es que de verdad queremos ser libres más pronto que tarde y ejercer la independencia como es debido.
El cuando es lo más difícil de decidir y hacer. Cuanto antes, mejor. Pensamos que todo este proceso de confrontación llamada inteligente puede durar muchos meses y sumando y restando, podemos concluir que ya dura demasiado tiempo. ¡Hace muchos años que estamos luchando!. Así pues, sabemos qué tenemos que hacer y cómo hacerlo. Ahora es un buen momento para comenzar el embate final. Llevamos demasiados meses preocupados por los presos y exiliados políticos pero continúan en el mismo lugar donde están desde octubre del año 17, unos consumiéndose en prisión y otros en Waterloo. Ahora sabemos que esperar una mesa de diálogo con el Gobierno es como esperar que pasen todos los trenes sin que ninguno se detenga en la estación de la negociación. La represión y las arbitrariedades del Estado español no se detienen, sino que van en un in crescendo sostenido, constante, imparable y agobiante.....
Por tanto, ahora es el mejor momento que tenemos para iniciar la última fase de la confrontación inteligente contra el Estado español. No habrá otro tren que nos lleve hacia la independencia que no sea este que pasa volando por delante nuestro.
Aunque sea en marcha, lo debemos coger si o si.....
La forma de confrontarnos con más posibilidades de éxito a corto y medio plazo es la unilateralidad. Hacerlo así tiene la ventaja de que no dependes para nada de lo que diga o haga España. Pero también tiene la desventaja de que tienes que estar dispuesto a defender la proclamación de independencia hasta las últimas consecuencias y que necesitas el reconocimiento de otros estados soberanos e independientes, incluso antes que el reconocimiento del estado del que te separas, en este caso, España. En cuanto a la defensa, debe hacerse a partir de la desobediencia mayoritaria y masiva de los ciudadanos, intentando mantener el espíritu pacífico y democrático que nos caracteriza y que hasta ahora hemos utilizado. Así pues una movilización masiva y prolongada en el tiempo se vislumbra como necesaria e insoslayable. Como también es imprescindible utilizar otras herramientas, tales como no pagar impuestos a la Hacienda española, ni las cotizaciones a la Seguridad Social de Madrid, rodear las sedes de las instituciones estatales domiciliadas en Cataluña, ocupar las vías públicas e impedir el tránsito de las fuerzas represivas demostradamente violentas que sin duda intentará desplegar Madrit en Cataluña. Es así cómo se controla el territorio del nuevo estado libre y soberano. En cuanto al reconocimiento internacional, debe ser una tarea soterrada del servicio exterior catalán, utilizando contactos y amistades, afinidades ideológicas y políticas y todas las empatías y simpatías existentes hacia la causa catalana. No es imprescindible que para empezar sea necesario el reconocimiento de muchos estados, aunque sería bueno sumar algunos de los estados con más peso y prestigio regional o internacional. Pocos estados pero que sean pesos medios o pesados dentro del concierto continental y mundial. En cuanto al reconocimiento de las instituciones internacionales, caerá por su propio peso. Es decir, entraremos de la mano de aquellos estados que nos apoyen.
Por tanto, la unilateralidad, unas relaciones exteriores discretas pero intensas y la determinación y fortaleza popular serían claves para alcanzar la plena soberanía de Cataluña.
Lo que no debemos hacer es perder el tiempo pidiendo sentarnos a una mesa de diálogo, convocada sine die, que va retrasándose con mil excusas de mal pagador, según convenga al Gobierno de turno. Tampoco debemos buscar ensanchamientos de la base independentista porque corremos el riesgo de empequeñecer y agotar la ya existente. Ni rehuir la colaboración con otras fuerzas independentistas, ya sean de derechas, de izquierdas o de centro, puesto que las rencillas partidistas nos debilitan política y nacionalmente. Y tampoco debemos retraernos o detenernos por COVID 19 ni por las constantes llamadas subliminales al unidad curativa que lanzan desde Madrid, porque están utilizando la infección para maniatarnos políticamente -¡a todo los ciudadanos del estado!-. Pero por encima de todo debemos negociar y pactar entre todas las fuerzas independentistas una estrategia política, administrativa, económica y social conjuntas para el día siguiente de conseguida la plena soberanía y apoyarla encarnizadamente, si es que de verdad queremos ser libres más pronto que tarde y ejercer la independencia como es debido.
El cuando es lo más difícil de decidir y hacer. Cuanto antes, mejor. Pensamos que todo este proceso de confrontación llamada inteligente puede durar muchos meses y sumando y restando, podemos concluir que ya dura demasiado tiempo. ¡Hace muchos años que estamos luchando!. Así pues, sabemos qué tenemos que hacer y cómo hacerlo. Ahora es un buen momento para comenzar el embate final. Llevamos demasiados meses preocupados por los presos y exiliados políticos pero continúan en el mismo lugar donde están desde octubre del año 17, unos consumiéndose en prisión y otros en Waterloo. Ahora sabemos que esperar una mesa de diálogo con el Gobierno es como esperar que pasen todos los trenes sin que ninguno se detenga en la estación de la negociación. La represión y las arbitrariedades del Estado español no se detienen, sino que van en un in crescendo sostenido, constante, imparable y agobiante.....
Por tanto, ahora es el mejor momento que tenemos para iniciar la última fase de la confrontación inteligente contra el Estado español. No habrá otro tren que nos lleve hacia la independencia que no sea este que pasa volando por delante nuestro.
Aunque sea en marcha, lo debemos coger si o si.....